Demoremos la gratificación

19 de Abril de 2024

Rebeca Pal

Demoremos la gratificación

Ya empezó el año y la lista de propósitos por cumplir, y es justo de los propósitos sin cumplir de lo que quiero escribir. Me llama la atención que los propósitos que nos proponemos con tanta seguridad, terminan siendo abandonados al poco tiempo de empezar. Creo que el problema real que hay detrás de todas la excusas que ponemos, es la falta de fuerza de voluntad. De alguna forma sabemos los beneficios que hay cuando la tenemos, y los perjuicios de su ausencia.

¿Por qué es importante?

La fuerza de voluntad es la capacidad para perseguir un objetivo concreto, a pesar de los obstáculos que podamos encontrar en el camino. No se trata de llegar a la meta en sí, sino de persistir durante el proceso y sus dificultades. De perseverar aunque no sepamos cómo afrontar ciertas tentaciones y, sobre todo, no rendirse al no ver resultados inmediatos.

Está comprobado que las personas con mayor fuerza de voluntad, tienen más desarrollada la capacidad de demora de gratificación. En otras palabras, son quienes posponen la obtención de una gratificación inmediata, con el fin de ser recompensados más adelante con algo que los motive en especial.

Pongamos los ejemplos típicos: perder peso o dejar de fumar. El objetivo es deseado para quien se lo marca como meta, pero requiere de un esfuerzo continuado por un periodo de tiempo prolongado, y debe tener presente que en el ínter aparecerán tentaciones continuas, que pueden incluso llegar a causar algún tipo de sufrimiento (ansiedad). Sólo quien sea capaz de resistir la tentación de obtener un refuerzo inmediato para conseguir el objetivo deseado, logrará persistir y alcanzar la meta. La fuerza de voluntad es como un músculo, hay que ejercitarlo para que crezca y se fortalezca.

Es una habilidad psicológica muy valorada en el ámbito personal, laboral y académico que se va adquiriendo y potencializando a lo largo de nuestra vida. A continuación les dejo algunas estrategias que ayudan a reforzarla.

  • Objetivos claros:

Si hay desconocimiento o falta de seguridad en el objetivo, lo más seguro es que renunciemos a él.

  • Ser realista:

Si queremos resultados inmediatos y poco realistas, abandonaremos nuestros objetivos al poco tiempo. Tenemos que tener claro que no hay atajos y que se requiere de un esfuerzo prolongado. Hay que ajustar nuestras perspectivas con la realidad.

  • Un paso a la vez:

Es recomendable crear objetivos a corto y mediano plazo para no desmotivarse.

  • Establecer un plan y llevar un registro:

Si nos proponemos un objetivo en un tiempo indeterminado, lo procrastinaremos. Es importante tener una planificación previa en la que nos podamos centrar, y tener un registro de los avances y retrocesos. Las caídas puntuales son normales.

  • No hacer varios objetivos a la vez:

La saturación de objetivos afecta negativamente a nuestra meta principal.

  • Exposición:

Es recomendable, de vez en cuando, ponerse frente a estímulos que nos pongan a prueba. Ayuda a mejorar nuestra sensación de competencia y autoeficacia, y contribuye a una mejor autoestima.

  • Hacerse preguntas inteligentes:

Después de todo el esfuerzo que he hecho, ¿vale la pena dejarme vencer por X alimento/vicio?

  • Aceptar la caídas:

No nos culpabilicemos por perder la fuerza de voluntad en algunos momentos. La fuerza de voluntad se trabaja a pesar de las fallas que podamos tener. Les comparto una de mis frases: “No necesito de Año Nuevo para hacerme de nuevos propósitos, ni volver a nacer para empezar de nuevo.”

  • Encuentra una inspiración:

Mientras no nos comparemos con nadie (porque cada ser es un individuo único), ayuda inspirarse en personas que apreciemos o admiremos.

Así que ya saben, antes de ponerse propósitos sean sinceros con ustedes mismos. Quien tiene claro lo que quiere no tiene excusas, tiene motivos. No ve obstáculos, ve retos.