El Día de Muertos es catalogado como la tradición más representativa de la cultura mexicana. Se divide en dos días: el 1 de noviembre (día dedicado al alma de los niños difuntos) y el 2 de noviembre (día dedicado al alma de los adultos difuntos). La raíz de esta tradición, tiene su origen en las culturas prehispánicas y europeas, de las cuales se fueron enriqueciendo los ritos y las ceremonias. Los principales aspectos que caracterizan esta festividad, son: 1. Ofrendas: Según la creencia popular, las almas de los seres queridos regresan durante el Día de Muertos. Por esta razón se coloca en la ofrenda, la comida y la bebida favorita de los familiares fallecidos. 2. Iluminación con velas: Se acostumbra ir al cementerio, de día o de noche, y colocar velas que muestren a los muertos, el camino de vuelta a casa. 3. Humor ante la muerte: Los mexicanos usan la sátira para burlarse de la muerte. Ejemplo de esto son las famosas Catrinas, calavera popularizada por el grabador y caricaturista José Guadalupe Posadas. 4. Las calaveras literarias: Es una forma de expresión que muestra el afecto que se tiene por esta tradición. Son versos rimados llenos de ironía. Tienen como tema principal la muerte, pero de forma humorística. 5. La calaveras de azúcar o chocolate y el pan de muerto: Las calaveras son protagonistas de esta festividad, al igual que el pan de muerto. Los ingredientes pueden variar, pero es el alimento más representativo en las ofrendas.
A mí en lo personal, el Día de Muertos me encanta. Es una festividad que me llena el alma de orgullo. Por eso quisiera regalarles un pequeño fragmento de uno de los relatos del libro que escribí y que próximamente saldrá a la venta. El nombre del relato es Día de Muertos:
“Pasadas las horas y antes de oscurecer me despido, prometiéndole que vendré a visitarla en su cumpleaños y en el próximo Día de Muertos. Antes de irme coloco flores de cempasúchil. Me gustan porque son un regalo de la naturaleza en el mes de octubre. Sólo se visten de un color —naranja— pero es tan profundo que a distancia parece que están bañadas en oro. Son redondas y sus pétalos tan abultados que asemejan un diente de león, pero con la diferencia de que por mucho que soples ellas se mantienen juntas. Por este último detalle considero que son las mejores compañeras de los muertos, porque a pesar de la adversidad se mantienen firmes y a pesar de estar muertas, mantienen su olor.
La ironía de recordar más a los muertos que a los vivos. Igual y es por eso que les damos tantas flores, por haberlos olvidado cuando aún estaban vivos. Seis años de flores para ti.”
La vida es valiosa porque sabemos que se acaba. Estamos de prestado por un tiempo muy definido; somos un pequeño paréntesis en la eternidad. Alguna vez escuché que la muerte está tan segura de su victoria, que nos da toda una vida de ventaja. Optemos por disfrutar la carrera y no la competencia, porque con la muerte no se puede competir.
A veces pienso que dormir es una pequeña forma de morir, de entregarnos al mundo nocturno y a los sueños que nacen del inconsciente. Disfruto de la libertad que siento cuando las líneas de expresión de mi cara comienzan a debilitarse y los músculos y mi mordida a relajarse, porque hoy, al igual que todas las noches, me toca “morir” para poder vivir el mañana. Eso me pone a pensar que sólo conoceré lo que es la libertad absoluta, el día que muera. El día que pueda desprenderme incluso de mi propio cuerpo. Sólo por eso tengo ganas de morir, para ser libre hasta de mí misma.
¿Que si temo a la vejez? No. No es miedo a envejecer, es miedo a no vivir bien. Aquel que se aferra a la vida, lo hace porque sabe que el tiempo se le fue y no lo aprovechó.
Este Día de Muertos, les deseo que aprendan a morir de vez en cuando.