Dos mil diecinueve

25 de Abril de 2024

Rebeca Pal

Dos mil diecinueve

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Suelo ser muy pensativa en estas fechas. Cerrar y despedirme de un año siempre me da mucho qué pensar. El tiempo nunca pasa en vano. Generalmente lo noto en el cuerpo, pero este año lo percibí en cosas externas y ajenas a mí. Estuve rodeada de cambios y eso me enseña que nada está destinado a permanecer igual. Gabriel García Márquez lo escribió en Cien años de soledad: “Las cosas tienen vida propia, todo es cuestión de despertarles el ánima”. Este año aprendí que la diferencia que hay entre frustración y realización, es tan simple como un “yo hacía” y un “yo hice”. También que lo que haya salido mal en el pasado, ya quedó ahí y no hace falta traerlo al presente. Hay que tener en cuenta que los años van haciendo muchos cambios en nuestra vida, en nuestros amigos y en las relaciones que vamos construyendo o destruyendo, por eso es tan sano mantenerse en el presente con quien nos rodean en el ahora. Siempre añoraremos algo o a alguien, pero no por eso debemos quitarle importancia a quienes están a nuestro lado. Ellos también pueden dejar de estar. Dos mil dieciocho fue un año de muchas vivencias. Me quedo con el sentimiento que me dejó el incendio: “Hoy no quiero que sea mi último día aquí en la Tierra”; me quedo con el “gracias” en la boca por un día más, una oportunidad más; con las eternas mudanzas y la adaptación que obtuve de ellas; me quedo con quien me quiere y no con quien me utiliza; con quien no se asusta de mis días malos ni de mi otro yo. Siempre regresa la pregunta que me pone en el sitio de partida, ¿quién eres tú? No soy una influencer, no me veo a mí misma como tal. Quiero ser una escritora y las escritoras no hacen videos, hacen libros, escriben. Mientras pueda seguir creando y escribiendo, no necesito de nada más, el resto son vanidades y para vanidades, ya tengo los estragos que me han quedado de las cirugías plásticas. En un artículo escribí que me consideraba la mujer más rica del mundo, no por lo que tengo, sino por lo que he vivido. ¿Sin experiencias qué somos? Creo que el mejor regalo que nos da el tiempo es la sabiduría y eso sólo lo adquirimos cuando vivimos. Deseo que este nuevo año aprendamos a tener la humildad para poder aceptar los cambios que vamos teniendo (físicos, mentales y profesionales) y que perdamos el miedo. Las personas más amargadas, agresivas, posesivas y manipuladores que he conocido, viven con miedo. Gracias a todos los que me dan la oportunidad de formar parte de sus vidas y a los que me regalan de su tiempo para leerme. Les deseo un año con mucho sabor. La vida sabe cuando se vive al máximo, de lo contrario entramos en la rutina de levantarse, trabajar, comer y dormir. Y bajo esa monotonía, ¿quién quiere vivir? Pido con todo mi corazón que para este dos mil diecinueve, mi mente no se cierre ni se vuelva obsoleta, que siempre tenga algo que contar y algo que escribir. ¡Feliz Año Nuevo!