Hablemos de veneno, hablemos del rencor

19 de Abril de 2024

Rebeca Pal

Hablemos de veneno, hablemos del rencor

REBECA PAL

Es una emoción humana que puede llevarnos a un estado que compromete nuestra salud física y emocional. Son pensamientos que coexisten con el rencor y nos generan sentimientos de odio hacia otra persona. Uno de los mayores problemas del rencor es que aunque el estímulo o la persona que nos lo haya generado, ya no se encuentre presente en nuestra vida, seguirá teniendo ecos con un impacto negativo que nos hará volver a experimentar el dolor, recordar lo sucedido y, emocionalmente, volver a vivir la angustia, el dolor y/o la frustración.

Ante ciertas experiencias que resulten dolorosas, injustas y que generen heridas psicológicas y emocionales, como pueden serlo el maltrato, la humillación, la infidelidad, el abuso, etc…, es imposible no crear sentimientos que nos conduzcan al rencor. Si hablamos a corto plazo, son sentimientos válidos porque no son patológicos (no son extremistas. Recordemos que el enojo es un sentimiento sano, la ira no) y nos ayudan a preveer una situación similar, o para alejarnos de situaciones en la que nuestra salud emocional se vea comprometida o para poner distancia a las personas tóxicas que busquen contaminarnos con sus acciones y/o actitudes. Si pasado el tiempo, la intensidad de los sentimientos es la misma, significa que pasamos de tener una reacción adaptativa a una disfuncional y aquí es cuando tenemos que prestar atención.

Son muchos factores los que hay que contemplar para entender cómo es la lesión y en qué áreas se manifiesta. El rencor es un regenerador de heridas y mientras éste se encuentre presente en la persona, la herida no puede sanar. El odio, la amargura y la aversión rompen nuestra estructura biológica y sufrimos de alteraciones físicas que tienen origen en problemas emocionales no resueltos. Somatizamos el rencor y nos enfermamos.

Se extiende de forma tóxica por nuestro cuerpo teniendo como consecuencias: dolores de cabeza, presión alta, indigestión, tensión muscular y calambres. Por eso es muy importante que nosotros seamos quienes tengamos el control de nuestros sentimientos y no el rencor. Pensar en venganza genera que el cerebro libere toxinas que afectan el sistema cardiovascular, digestivo y nervioso.

¿Cuál es la cura para acabar con el rencor? Saber perdonar, ponerle límites a la emoción y no aferrarnos a ella porque sólo genera sufrimiento adicional al dolor original. Pensar en lo sucedido una y otra vez, hacerse las mismas preguntas que no tienen respuesta y contar la misma historia sin parar, es como mejor se alimenta el rencor. Es mejor que elijamos ideas que nos den las herramientas óptimas para transformarlo y exteriorizarlo sin afectar a otros y mucho menos a nosotros mismos.

“No nos perturban las cosas, sino las opiniones que de ellas tenemos” Epicteto.