Un clavado en agua helada

20 de Abril de 2024

Rebeca Pal

Un clavado en agua helada

REBECA PAL

El 27 de mayo de este mes voy a desfilar de blanco. Me he puesto a pensar en todo lo que mi vida puede o no cambiar y más que asustarme, me siento emocionada. Es una sensación un poco masoquista, como cuando quieres aventarte de clavado a una alberca que sabes que está helada. Esa adrenalina que sientes, que te dice que el agua tan fría te va a doler pero que la experiencia va a valer la pena y más si te avientas desde una cascada natural hacia un ojo de agua.

He hecho tantos cambios en mi vida que considero que este es uno más. A veces lo siento como si me fuera a estudiar al extranjero pero en compañía de un roomie, que por suerte me cae muy bien.

Da un poco de miedo la incertidumbre de no saber qué va a pasar. El futuro que es tan incierto que puede provocar ansiedad cuando pensamos demasiado en él. Por eso a veces me gusta imaginar que moriré hoy para dejar de angustiarme por las cosas que ya no van a llegar, porque ya no estaré para resolverlas. Es bastante liberador cuando aprendes a ponerle límites a la ansiedad que te generan las fantasías que uno se va haciendo con el tiempo. ¿Mi matrimonio durará para siempre? Tarde o temprano uno morirá primero, así que no creo, pero de lo que sí estoy segura es que el diablo no se meterá en los detalles y será la magia la que nazca de ellos. Sé que la rutina mata y prefiero matarla primero antes de que ella nos mate a nosotros, tal y como lo hicimos con la distancia. Creo que si he sobrevivido a mis hermanas y a la múltiples peleas que tuve con ellas, puedo sobrevivir al matrimonio.

He aprendido que una relación no se trata de compartir la misma cama sino los mismos sueños y de no perder el respeto por la persona que te toma de la mano. Aceptar las fallas del otro implica ganar madurez, paciencia y dejar a un lado el papel de juez. Cuando se mira con amor no se ven los defectos. El rol que cada uno tiene es importante, no hay que perderlo de vista; yo no vengo a suplir a su mamá ni él a mi papá, por lo tanto tengo que aprender a respetar su espacio, lo que quiera o no compartirme es válido, no soy el SAT y no tiene que darme cuentas de todo lo que hace.

Preocuparte por una vida, que no es la tuya, es sinónimo de amor.

“Nacieron juntos y juntos permanecerán para siempre. Aunque las blancas alas de la muerte dispersen sus días. Juntos estarán en la memoria silenciosa de Dios. Mas dejen que en su unión crezcan los espacios. Y dejen que los vientos del cielo dancen entre ustedes. Ámense uno a otro, mas no hagan del amor una prisión. Mejor es que sea un mar que se mezca entre orillas de su alma. Llénense mutuamente las copas, pero no beban sólo en una. Compartan el pan, mas no coman de la misma hogaza. Canten y bailen juntos, alégrense, pero que cada uno de ustedes conserve la soledad para retirarse a ella a veces. Hasta las cuerdas de un laúd están separadas, aunque vibren con la misma música. Ofrezcan su corazón, pero no para que se adueñen de él. Porque sólo la mando de la Vida puede contener sus corazones. Y permanezcan juntos, más no demasiado juntos: Porque los pilares sostienen el templo, pero están separados. Y ni el roble ni el ciprés crecen el uno a la sombra del otro”.

Khalil Gibran.

Me queda claro que estamos juntos, más no pegados. Si estuviéramos pegados, piel a piel, a falta de espacio y de aire, nos asfixiaríamos. La necesidad de estar pegados se convertiría en la misma necesidad de estar separados. Y hasta la vela más cuidada a falta de oxígeno se apaga.

No me despido de mi soltería, sólo aprendo a compartirla.