Año perdido

20 de Abril de 2024

Enrique Del Val
Enrique Del Val

Año perdido

La semana pasada, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), publicó el Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe, en donde claramente se confirma que el año de 2019 ha sido un pésimo año para toda la región.

Dicho documento señala que ha habido una desaceleración económica generalizada y sincronizada, dado que 18 de los 20 países de América Latina, así como 23 de las 33 economías de toda la región, incluyendo al Caribe, han caído en su crecimiento económico.

No sólo se ha reducido la demanda interna, sino que también ha perdido valor el precio de las materias primas que produce la región, principal fuente de ingresos en muchos de estos países, y los mercados internacionales son más frágiles.

Aunado a lo anterior, las crecientes demandas sociales y presiones por reducir la desigualdad, ante el sostenido deterioro de la calidad del empleo, y la necesidad de aumentar la inclusión, a mi juicio, han provocado este clima de desazón que se nota en mayor o menor medida en toda la zona. El pronóstico del crecimiento económico de la región para este año será de 0.1% y auguran que para 2020 mejorará un poco la situación, pero no será suficiente, pues estiman que, en promedio, el crecimiento alcanzará cuando mucho 1.3%, es decir un aumento pírrico.

Para este año, en México calculan un crecimiento del PIB de cero por ciento; el más alto corresponde a Guyana con 4.5% y Guatemala, Argentina y Bolivia superarán el 3% de crecimiento. Mientras tanto, se estima que Venezuela tendrá una caída de menos 25 por ciento.

Por otro lado, indican que en la actualidad nos encontramos en casi todos los países de la zona con niveles de inflación históricamente bajos y reservas internacionales relativamente elevadas.

México cuenta, según el documento, con 183 mil 464 millones de dólares, siendo superado únicamente por Brasil que tiene 367 mil 745 millones de dólares en sus reservas.

El tema de la deuda externa bruta es supuestamente manejable, aunque nuestro país haya pasado de tener en 2010 una deuda de 194 mil 766 millones de dólares a contabilizar una de 342 mil 20 millones en 2018; en comparación, los brasileños tenían a finales de 2018 una deuda de 665 mil 777 millones de dólares.

El asunto fundamental radica en que, de seguir con la misma pauta, el periodo 2014-2020 será el de menor crecimiento en los últimos 40 años, por lo que recomiendan políticas económicas nacionales expansivas y coordinadas para poder mantener la estabilidad macro financiera y sostenibilidad de la deuda.

Haciendo un análisis de los ingresos tributarios en México, el documento indica que todo apunta a que habrá un incremento de 0.2% en relación con el año pasado, debido, fundamentalmente, al impuesto a las gasolinas, ya que tanto el IVA como el ISR caen este año en la recaudación. Y de nuevo, insisten en algo en lo que hacemos hincapié día a día un mayor número de personas en todos los sectores, incluyendo el gubernamental, de nuestro país: en la necesidad de repontenciar el papel de la política fiscal y monetaria. Señalan claramente que la sostenibilidad fiscal está ligada al crecimiento económico, la productividad y el fortalecimiento de los ingresos públicos.

Para ello, es necesario mejorar la progresividad de la estructura tributaria, fortaleciendo los impuestos a la renta personal y a la propiedad y reduciendo la evasión fiscal, misma que, según la Cepal, representa alrededor del 6.3% del PIB de la región. Proponen una nueva generación de impuestos vinculados con la economía digital, el medioambiente y la salud pública.

Por todo lo anterior, no es entendible la posición de este gobierno de no hacer nada en materia de reforma fiscal y decir que lo hará en 2021, como si las necesidades del país y de sus millones de pobres pudieran esperar otro año.