Misión Imposible o el mito de la estrella indestructible

20 de Abril de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Misión Imposible o el mito de la estrella indestructible

alejandro aleman

No existe hoy día alguien con mayor compromiso con su estatus de súper estrella como Tom Cruise. Con 56 años de edad, 42 cintas filmadas, más de ocho billones de dólares recaudados en taquilla, tres nominaciones al Oscar y tres Globos de Oro en su poder, Cruise bien podría pensar en el retiro o al menos en tomarse las cosas con más calma. Pero para Tom Cruise, detenerse es lo único imposible. El actor es la personificación misma del hombre indestructible, aquel que, no importando la situación, seguirá adelante. Ser una estrella es una responsabilidad muy grande y Tom Cruise está dispuesto a seguir pagando el precio. Ese precio se paga frente a la cámara. ¿Pantallas verdes? ¿Efectos en computadora? ¿Qué es eso? Tom Cruise es un heredero de Buster Keaton, un hombre que, a pesar de su edad, está dispuesto a seguir aventándose de un avión, correr a toda velocidad en una motocicleta, colgarse de un helicóptero. No importan los huesos rotos. Cruise es la última gran estrella análoga en un mundo engañosamente digital. ¿Necedad? ¿Locura? Por supuesto. Pero Tom está convencido de que no hay otra ruta. La saga de Misión Imposible es la crónica de un hombre cumpliendo una promesa: ser la mayor estrella de cine en activo. Siempre hábil para rodearse de los mejores —qué otro actor puede presumir de haber trabajado con monstruos como Martin Scorsese, Steven Spielberg, Brian de Palma, Francis Ford Coppola, Michael Mann y, por supuesto, Stanley Kubrick— Cruise encuentra en Christopher McQuarrie un valioso aliado. Si en la pasada entrega, Rogue Nation (2015), rompía el molde con una película que se aleja del cliché, en esta nueva cinta, Fallout (2018), McQuarrie dirige una sinfonía de acción a seis actos, portentosa, exuberante y divertida. Cine escapista, sí, pero que no por ello deja de ser gran cine. Elegancia es la clave. McQuarrie se da el lujo de filmar complicadas secuencias de acción en escenas donde los diálogos no se escuchan, donde la música domina, o donde de plano la película se vuelve silente, todo ello sin perder el momentum, sin tornarse aburrido o solemne. Aquí conviven la elegancia de Hitchcock, el delirio de George Miller, la osadía de De Palma y el eco de un Nolan y su The Dark Knight. Olvídense de Star Wars, olvídense de Marvel: la mejor película del verano (y seguramente una de las mejores del año) se llama Misión Imposible: Repercusión.