The Shape of Water: nada nuevo sobre el amor

24 de Abril de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

The Shape of Water: nada nuevo sobre el amor

alejandro aleman

En una de las mejores escenas de The Shape of Water, Elisa (Sally Hawkins, entrañable y magnífica), una chica “de la limpieza” que trabaja en un laboratorio militar en el Baltimore de 1962, abraza desnuda a su amado anfibio, una bestia marítima con la cual acaba de tener sexo. Por encima del hombro ve a la cámara, casi rompiendo la cuarta pared. Su mirada, así como su sonrisa cómplice y complacida lo dicen todo. Esta mujer ama, pero también disfruta. Amor y sexo van de la mano.

Guillermo del Toro ha declarado que esta, su más reciente cinta, es su película más “adulta”. La afirmación no es desdeñable, pero más allá de esa escena en la que concede a la princesa del cuento una libertad sexual, que por sí sola es transgresora, hay poco de madurez y mucho de autocomplacencia en este filme que no es, ni por asomo, el mejor de su carrera.

The Shape of Water es su cinta más ambiciosa y personal. Es también, de toda su filmografía, la más predecible, con una carencia atroz de suspenso en un guión lastimosamente derivativo: mostrados los arquetípicos personajes (el hombre malo del gobierno, el espía ruso, los amigos marginales) no hay que ser un genio para saber cómo acabará todo.

Visualmente no hay sino prodigio. La puesta en imágenes de Dan Laustsen es de una belleza absoluta. La vista se llena de asombro con esas imágenes de los enamorados que bailan, se besan y tienen sexo bajo el agua. Suena ridículo en el papel, pero se vuelve entrañable si lo ven con sus propios ojos.

Aunque la crítica que hace a las instituciones es casi pueril, Michael Shannon, el verdadero monstruo de esta cinta, es una bestia interesante. Se trata de un individuo que presume de una virilidad imponente, pero que en realidad es un ser frustrado, tanto por su sexualidad tan básica como por saberse un engrane más de la burocracia. El truco le ha salido mejor a Del Toro: el capitán Vidal (en El Laberinto del Fauno) sigue siendo hasta el momento su monstruo más brutal e intimidante. A Shanon no le da siquiera el beneficio de un final digno. Del Toro decide, sin pudor, hacer una película absolutamente romántica, y sin embargo no sabe plasmar ese amor desesperado que haría a una persona a dar la vida por otra. Lo intenta todo: baile, sonrisas, obvias referencias cinéfilas. Irónicamente, el único momento donde dice algo inspirado del amor es al final, cuando cita un poema, que muy probablemente es de su autoría: Unable to perceive the shape of you, I find you all around me. Your presence fills my eyes with your love. Del Toro, nos queda claro, está enamorado, pero no sabe decir nada nuevo sobre el amor.

@elsalonrojo