Un extraño enemigo: la serie del 68

20 de Abril de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Un extraño enemigo: la serie del 68

alejandro aleman

Gustavo Díaz Ordaz murió con la firme convicción de que el 2 de octubre de 1968 su gobierno había resuelto el rompecabezas de la gran conspiración que, según él, amenazaba al país. Esa paranoia que terminó por enviar a Díaz Ordaz al basurero de la historia es el quid de Un extraño enemigo, la nueva serie producida por Televisa, pero que se transmite no por su plataforma de streaming (¿aún existe Blim?), sino por la plataforma de Amazon Prime Video. La serie tiene como figura central al comandante Fernando Barrientos (Daniel Giménez, interpretando a Fernando Gutiérrez Barrios), director de la policía secreta que, a dos años de la sucesión presidencial y a días de las Olimpiadas, ve que sus opciones rumbo a “la grande” se desvanecen, por lo que inicia un complot para influir en las decisiones del Presidente. Ese complot pasa, irremediablemente, por caldear el movimiento estudiantil, en ciernes. Varias cosas destacan en la serie: la solvente dirección de Gabriel Ripstein, su diseño de producción (a cargo de Antonio Muñohierro), las intensas actuaciones de Giménez Cacho y de Hernán del Riego como Díaz Ordaz, el tono ominoso, sin dejo de esperanza, pero sobre todo su postura ante la historia. Y es que los guionistas (entre los que destaca Daniel Krauze, también coescritor de la serie Luis Miguel) sitúan su relato en un punto intermedio entre la versión oficial (inverosímil por donde se le vea) y la versión romántica de los hechos que hace de los estudiantes del 68 un jugoso botín para otros movimientos sociales que vendrían después. Ripstein y Krauze prefieren exponer una versión que evita el apasionamiento por cualquier bando: estudiantes aguerridos, ingenuos, incapaces de controlar la fuerza de su propio movimiento, pero convencidos de que la violencia no es el camino. En cambio, el gobierno se muestra como a una caterva de animales sedientos de poder, dispuestos a todo con tal de aniquilar al enemigo, aunque en ello vaya sangre de estudiantes. La serie funciona, particularmente por el ímpetu de Giménez Cacho en la elaboración de su paranoide personaje, el político sin escrúpulos que mueve los hilos, pero que a la vez no queda claro qué o quién lo mueve a él. Con tan sólo cuatro capítulos liberados, hará falta conocer el juicio que la serie hará de Díaz Ordaz, aquel obseso del orden, cuyos días acabaron con la fuerte convicción de que había “servido y salvado” al país de un extraño enemigo al cual sólo él podía ver. @elsalonrojo