Al cumplirse dos semanas de manifestaciones, los ciudadanos piden a los inconformes no atender provocaciones y proseguir hasta que se encuentre una manera menos cruel de estabilizar la economía
Bet-biraí Nieto
Después de que ocurrieran actos de rapiña durante los primeros días del año, derivados del aumento al precio de los hidrocarburos, cometidos por grupos cuyos objetivos se centraban en tiendas de autoservicio como Chedraui, Walmart, Aurrerá, Comercial Mexicana y Coppel, por mencionar algunas, así como las de conveniencia, la ciudadanía comienza a unificarse contra el impuesto a las gasolinas y el gobierno federal.
Las protestas contra el incremento a los hidrocarburos continúan y van tomando forma, tras casi 15 días de manifestaciones que en algunos casos sobrepasan lo común.
Una de ellas ocurrió el 7 de enero pasado en la caseta de peaje de Camargo, Chihuahua, donde mil inconformes recibieron a granaderos hincados, con las manos en alto y entonando el Himno Nacional. En esa parte del país los bloqueos carreteros, las manifestaciones del sector agrario han sido las más incendiarias.
El norte ha sido el más incansable, ahí la herida por el incremento a los impuestos a los combustibles ha perforado aún más la economía de todos los sectores principalmente el agrario, aunque en el sur y el centro los brotes de inconformidad van en aumento. El grito unifica a la movilización del hartazgo.
Luego de siete días bloqueada, durante la mañana del miércoles 11 de este mes y con presencia de policías, los manifestantes que rechazaron el gasolinazo, liberaron la Terminal de Almacenamiento y Distribución de Petróleos Mexicanos (Pemex) en Rosarito, Mexicali. Un día antes, la empresa alertó sobre los niveles críticos de abasto de hidrocarburos.
Tomar las calles es el recurso al que se ciñen familias, estudiantes y trabajadores que parecen rebasados por la escalada de precios que no sólo toca a los combustibles, sino al transporte y la canasta básica. Armados con pancartas improvisadas y gritos poco ensayados que aún no llegan a consignas, la clase media y trabajadora se ha dispuestos a confrontar a los poderes que los gobiernan para hacerse escuchar.
En la Ciudad de México las movilizaciones sobre las principales avenidas como Paseo de la Reforma, han sido nutridas y consecutivas. Hasta en el Metro los ciudadanos se han inconformado en las estaciones Santa Marta, Acatitla y Guelatao, de la Línea A; Olivos, Periférico Oriente, Tezonco, Calle 1 y Nopalera, de la Línea 12; en Gómez Farías, Zaragoza y Boulevard Puerto Aéreo, de la Línea 1 y en la estación Constitución de 1917, de la Línea 8.
Sobre las banquetas de Morelia, Michoacán, transportistas desde las 8:30 de la mañana comenzaron una manifestación desde cinco puntos de la metrópoli.
La convocatoria se extiende y los ciudadanos piden a los manifestantes no atender provocaciones y proseguir hasta que se encuentre una manera menos cruel de estabilizar la economía.