¡Sí se pudo, sí se pudo!... como un 15 de septiembre en julio

El frío y la latente amenaza de que cayera un diluvio en el centro de la ciudad de México no importaron. Después de 12 años de una tormentosa espera por fin llegaba el tan anhelado triunfo. La tan esperada “cuarta transformación”. Al menos cinco horas antes de que se dieran a conocer los primeros resultados oficiales de la elección presidencial a partir del conteo rápido realizado por el INE, la gente comenzó a llegar a las afueras de un lujoso hotel ubicado sobre la avenida Juárez, en la colonia Centro, donde se ubicaba el centro de operaciones del abanderado de la coalición Juntos Haremos Historia. Conforme las horas transcurrían y las encuestas de salida proyectaban la preferencia de voto a favor de Andrés Manuel López Obrador, la imperiosa alegría de sus simpatizantes no se hizo esperar. Los alrededores de la Alameda Central se iban llenando de familias enteras. El desconcierto para propios y extraños vino después de las ocho de la noche cuando tras el pronunciamiento de Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, sobre el cierre de casillas en el país; los adversarios de AMLO reconocían su derrota en las preferencias del voto y con ello el triunfo de quien hace más de una década se postuló por primera vez como candidato presidencial y fue tildado como “el peligro para México”. El júbilo estalló a las afueras del hotel, como al interior de la sala de prensa, cuando José Antonio Meade, y media hora después, Ricardo Anaya, reconocían la opción de cambio por la que los mexicanos se habían decidido. En medio del frío y a la espera de que “Ya saben quien” hiciera oficial lo que ya se avizoraba como una contundente victoria, los ‘amlovers’ vitoreaban a todo pulmón el “¡Sí se pudo, sí se pudo!” Ese fue el emblema, el grito de batalla. [gallery ids="879381,879386,879387"] Con matracas, trompetas, banderas tricolores y de Morena los cientos de asistentes se regocijaban al gritar a los cuatro vientos el honor que les causaba estar a lado de “Obrador”. Los niños, cargados en brazos o en hombros, se contagiaban de la alegría de los grandes, de sus padres y entonaban junto a ellos las porras y cánticos de victoria. “Olé, olé, olé, olé, Andrés, Andrés”...La fiesta se volvió batucada cuando en cadena nacional el consejero presidente del INE confirmaba con el conteo rápido lo adelantado por las encuestas de salida y admitido un par de horas antes por los candidatos del PRI y PAN. Como parte de “una jornada exitosa donde los electores acudieron de manera libre, masiva y en paz”, el candidato de Morena, PT y PES conseguía una notable ventaja de entre el 53 y el 53.8%; mientras que el candidato del PAN, PRD y MC sumaba un rango de entre 22.1 y 22.8% de la votación, y el candidato del PRI, PVEM y Panal conseguía 15.7 y 16.3 por ciento. El arroz sí se coció. Se veía en los rostros de quienes habían formado parte de lo que hace seis años parecía una odisea. Tatiana Clouthier o “Tía Tati”, coordinadora de la campaña de Andrés Manuel, se conmovió hasta las lágrimas cuando desde su celular seguía el avance de las encuestas de salida y que todas les favorecían. Justo en medio del mensaje del titular del INE, apresurada y con una evidente adrenalina llegaba, Luisa María Alcalde, propuesta por López Obrador como secretaria de Trabajo y Previsión Social. Al verla, Graciela Márquez Colín, eventual secretaria de Economía, de un brincó se levantó de su asiento. “Sí se pudo, sí se pudo” decía Alcalde a la doctora Colín con singular alegría al tiempo de que ambas se abrazaban. Al gozo se sumó en breve Josefa González Blanco Ortiz Mena, propuesta como titular de Semarnat. La sonrisa se dibujaba en cada personaje, John Ackerman, Carlos Urzúa, Esteban Moctezuma. La alegría aguardaba por Andrés. Tras el mensaje de Lorenzo Córdova y el pronunciamiento del presidente Enrique Peña Nieto, que reconoció la simpatía de los electores por López Obrador, ya todo estaba listo en el salón “Don Alberto” del hotel capitalino para escuchar el mensaje del presidente electo. El reloj marcaba las 11:11 de la noche, ya todos los que tenían que hablar y hasta de quienes no se esperaba que hablaran lo hicieron. Andrés Manuel, acompañado de su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller y sus tres hijos: Gonzalo, Andrés y José Ramón, entraba triunfante al salón donde al unísono se coreaba “presidente, presidente”.

Los ciudadanos han decidido comenzar con la cuarta transformación del país (...) Llamo a todos los mexicanos a la reconciliación y poner por encima de los intereses personales por legítimos que sean el interés superior, el interés general, como afirmó en su momento, Vicente Guerrero, -la Patria es Primero-”, fueron las primeras líneas de su discurso.

Beatriz sonreía a los presentes. Los hijos le escuchaban atentos, pero el quebranto llegó al sentir y a la voz del tres veces aspirante a la Presidencia con las emociones a flor de piel.

Reitero mi compromiso de no traicionar la confianza que han depositado en mí millones de mexicanos… ¡No les fallaré, no voy a decepcionarles, no voy a traicionar al pueblo! (...) Quiero pasar a la historia como un buen presidente de México”. Con los ojos cristalinos, parecía que al tabasqueño lo asfixiaba el llanto de la alegría.

La fiesta se volvió una auténtica verbena popular. “Hasta parece 15 de septiembre” dijo una señora cuando vio a los miles de simpatizantes qué tras escuchar y ver a su próximo presidente, a través de la pantalla improvisada en las inmediaciones de la Alameda, se dirigieron al primer cuadro de la capital para escuchar de nueva cuenta el plan de López Obrador. [gallery ids="879380,879379,879382"] En la plancha del Zócalo capitalino estalló la euforia de los miles de simpatizantes cuando AMLO aseguró que su administración sería “un gobierno del pueblo” y que “amor con amor se paga”.

Es un honor estar con Obrador...pues sí, pero ya vámonos porque mañana hay que trabajar y hay partido”, adoctrina un padre a su pequeño de unos seis años, quien con matraca en mano repitió las consignas de su padre.

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