Sociedad, responsable de la violencia

24 de Abril de 2024

Sociedad, responsable de la violencia

mujer cereso

Las cárceles son un síntoma de la vida actual, aseguró el Pontífice

MARÍA IDALIA GÓMEZ Y GABRIELA RIVERA

Por primera vez en su visita a México, el Papa Francisco hizo un llamado urgente a la sociedad para intervenir y reconciliar las causas estructurales y culturales que generan la inseguridad que afecta a todo el entramado social.

El Pontífice detalló los mecanismos necesarios para lograrlo durante su mensaje ante los presos del Cereso número 3 en Ciudad Juárez, y en el que estuvieron presentes funcionarios estatales y federales, entre ellos Renato Sales, Comisionado de Seguridad Nacional.

“En la capacidad que tenga una sociedad de incluir a sus pobres, sus enfermos o sus presos está la posibilidad de que ellos puedan sanar sus heridas y ser constructores de una buena convivencia. La reinserción social comienza insertando a todos nuestros hijos en las escuelas, y a sus familias en trabajos dignos, generando espacios públicos de esparcimiento y recreación, habilitando instancias de participación ciudadana, servicios sanitarios, acceso a los servicios básicos, por nombrar sólo algunas medidas”, dijo el Papa en uno de los mensajes más fuertes que ha dado durante su visita.

Al igual que se refirió a Juan Diego en los distintos mensajes que hado durante su visita como el indígena que fue tratado como si no fuera nada, se refirió a los presos. Es decir, insistió en exclusión que sigue haciendo la sociedad de los presos, los que no valen nada, los que no pueden aportar algo, como lo ha hecho con los indígenas y con otros sectores sociales.

El mensaje —y el llamado social— se hizo en un penal emblemático por sus niveles de violencia y por el tipo de presos, todos ellos vinculados a secuestros, al sicariato, al crimen organizado. A todos ellos les dice que se puede cambiar.

“Quien ha sufrido el dolor al máximo, y que podríamos decir «experimentó el infierno», puede volverse un profeta en la sociedad”.

Al reconocer su arrepentimiento por los actos que cometieron y sus pecados, les aseguró que nadie puede juzgarlos por lo que hicieron y lo que están pagando.

“El que esté libre de pecado que tire la primera piedra- Al decirles estas cosas lo hago desde la experiencia de mis propias heridas, errores y pecados que el Señor quiso perdonar y reeducar. Lo hago desde la conciencia de que sin su gracia y su vigilancia podría volver a repetirlos”, admitió el Papa Francisco.

Sin embargo, no dejó de hacer una crítica a la sociedad por encarcelar a estas personas y creer que con el encierro se solucionarán verdaderamente los problemas.

“La misericordia divina nos recuerda que las cárceles son un síntoma de cómo estamos como sociedad, son un síntoma en muchos casos de silencios y omisiones que han provocado una cultura de descarte. Son un síntoma de una cultura que ha dejado de apostar por la vida; de una sociedad que ha ido abandonando a sus hijos”, dijo el Pontífice.

En México, los presos están en las cárceles no sólo por haber cometido delitos, también están los que aún no reciben una sentencia y esperan ser juzgados en el encierro.

A pesar de ello, los internos tienen una chispa de esperanza. “Al inicio de este viaje llamado cárcel nos sentimos expuestos, vulnerables, solos. Física y emocionalmente una parte de nosotros se ha ido. Pero dentro de nosotros encontramos la fortaleza. Nuestros planes sobre nuestro futuro se convierten en inciertos, pero eres dueño de ti, de aventurarte a cambiar tu vida”, dijo Evelia, la interna que habló al Pontífice a nombre de los tres mil 200 presos que hay en el Cereso.

La mujer reconoció las modificaciones realizadas al penal para poder profesar la religión católica en un espacio digno y sin ser juzgados o agredidos por ello.

En este sentido, el sacerdote Andrés Vargas Peña, encargado de la pastoral penitenciaria, pidió al Pontífice trabajar en un nuevo paradigma para que las cárceles sean un lugar de misericordia en el encierro que viven miles de presos, no sólo del Cereso de Ciudad Juárez, sino de todo el país.

El Papa nuevamente rompió el protocolo y permitió que las 20 mujeres que se acercaron a saludarlo, incluyendo a Evelia, lo besaran en la mejilla. De igual manera, cuatro presos se arrodillaron ante él y le besaron el anillo; en respuesta, el Papa Francisco los tomó del brazo, los levantó y los bendijo.