Todas las caras del corazón

24 de Abril de 2024

Diana Loyola

Todas las caras del corazón

El corazón, ese órgano que bombea la sangre a todo el cuerpo, ese centro de poder vital maravilloso, es susceptible de enfermarse. De hecho, las enfermedades relacionadas con el corazón, son la primer causa de muerte en el mundo, incluido México, donde en el último año murieron 121,427 personas, aproximadamente el 19% de todas las defunciones del país, según la Sociedad Mexicana de Cardiología.

Pareciera un músculo más, una pieza de esta magnífica máquina que llamamos cuerpo, un engrane que permite que el resto funcione. Pero es mucho más. Es también el lugar donde nacen las emociones que nos vinculan, que nos conectan con el propio universo y con el de los demás. La empatía, la compasión, el amor, la alegría… nos permiten relacionarnos, nos aclaran la vista para poder mirar al otro, para comunicar con el otro.

Es un componente que concentra la parte física, terrenal y práctica que impulsa al cuerpo; y la parte emocional, etérea e intangible del ser espiritual que también somos. Las dos caras del corazón pueden afectarse, la primera por falta de buenos hábitos (alimenticios, de ejercicio, adicción al tabaco…) o por factores genéticos hereditarios, la segunda por falta de amor, abandono, rechazo, rencores y tantos otros sentimientos.

Aprender a cuidarnos, a mirar nuestro corazón y decirle que no está solo, que nos tiene a nosotros mismos para ver por él, en todas sus dimensiones, es aprender a amarnos. Abrazar con entusiasmo (o sin él, la cuestión es perseverar) la actividad física, caminar con prisa -como si de ello dependiera la satisfacción del día-, sonreír mientras se trota, se corre o se baila, continuar con los pequeños esfuerzos constantes, hasta que las endorfinas aparezcan, hasta que nos hagan sentir la euforia y el bienestar de movernos en pro de una vida más plena y saludable. Correr para huir, para escaparse, para superar tristezas, desazones o pérdidas, pero moverse, mover el cuerpo de lugar, con la conciencia de que se quiere ir a otro sitio, no importa cuál, pero seguro a otro mejor.

Cuidarnos también es comer rico, alimentar el alma, gozar texturas, olores y colores en cada plato, llenarnos de sabores la vida, pensando que cada cosa que nos llevamos a la boca va a conformarnos, a formar parte de lo que somos. Comer rico no está peleado con comer sano, elijamos a nuestro favor, poco de todo diría mi bis que falleció a los 100 años lúcida y sabia. No es necesario comer sólo crudo u orgánico para mantener nuestra buena salud, que la tendencia sea comer lo que nos beneficia moderadamente.

Nuestro corazón emocional es tan noble, que después de morir de amor, resucita; después de fracasar, se reinventa; después de sufrir, acepta, suspira y sigue adelante. Para cuidarlo nada como los límites, esos bordes que nos mantienen seguros, íntegros, que nos permiten respetarnos y respetar todo cuanto nos rodea. Somos seres complejos con una inmensa capacidad de amar, nos inventamos maneras sofisticadas de justificarnos, de protegernos, de blindarnos, pero al final somos corazones rearmados buscando paz.

Cada año, se dedica el 29 de septiembre al Día Mundial del Corazón, y este 2016 el lema de la campaña es “Power your life” o “Da poder a tu vida”. Misma en que la SMC difunde los factores de riesgo cardiovascular prevenibles, como el tabaquismo, la obesidad, la mala alimentación o el sedentarismo. La invitación es a empoderar la vida, a poder más que la apatía, la gula o el vicio. A poder un poquito más cada día, a sumar pequeñas acciones para lograr grandes cambios. Ser dueño del propio poder es, en primer lugar, conquistarse uno mismo, hacer del hábito una forma de vida que nos de salud física y emocional, que nos permita expandirnos hacia nuestro mayor bien. Yo coincido con el Dr. Alexánderson, Presidente de la Sociedad Mexicana de Cardiología, cuando asevera que “Tu corazón le da poder a todo tu cuerpo”. Así que cuidemos nuestro corazón, para tener salud en los aspectos más importantes de nuestra existencia.

@didiloyola