Trump convirtió tuits en municiones

20 de Abril de 2024

Trump convirtió tuits en municiones

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Desde twitter, el magnate sembró dudas sobre la nacionalidad de Obama

Desde twitter, el magnate sembró dudas sobre la nacionalidad de Obama, destruyó adversarios, impuso su verdad y captó a los seguidores que le dieron el triunfo

Juan Pablo de Leo

Donald Trump es lo mejor que le ha pasado a Twitter. La red social con 317 millones de usuarios promedio al mes y creada por por Jack Dorsey ha sido criticada constantemente por su incapacidad de capitalizarse económica y comercialmente.

Durante años y sobre todo desde que se hizo pública, Twitter ha batallado con los inversionistas para imprimir una mayor rentabilidad al producto. Con el tiempo, los usuarios han perdido emoción y los suscriptores han dejado de llegar en los números necesarios para detonar el negocio. Si bien es una referencia obligada para noticias, y una que otra muy extraña discusión pensante y de calidad, Twitter ha perdido ese impacto e innovación que ofreció en un principio.

Los mismos periodistas se han quejado de su estancamiento y mal uso. Todo hasta que llegó un personaje al puesto más poderoso del mundo y decidió utilizar la red para difundir sus frustraciones, retar a sus adversarios, burlarse de los débiles y, de paso, hacer algo de diplomacia. El típico caso de un cyberbully que ahora tiene poder e inmunidad para utilizar una herramienta que entiende como pocos y que ha convertido a Twitter, por lo menos de aquí a los próximos cuatro años, en el medio de su preferencia.

La relación de Trump con Twitter es contradictoria, por decir lo menos, como es y ha sido su propia vida. Para un hombre que no confía en la tecnología y que ve los avances de ésta como una amenaza más que una oportunidad, ha entendido bastante bien la ventaja de comunicación directa que le ofrece, Twitter es una necesidad.

Al igual que en 2008 cuando Barack Obama supo usar mejor que los demás candidatos el nacimiento de las redes sociales y capitalizar el triunfo a través de las donaciones y la campaña digital, ahora el equipo de Trump supo utilizar a la perfección los vicios que se han creado en las diferentes redes para crear un mensaje que tuvo un impacto determinante en el resultado de la elección, por más sucias que ésta haya sido.

En las elecciones modernas dentro de un territorio poco regulado y vigilado como las redes, todo se vale para ganar. Aunque tiene una poderosa cuenta de Facebook, un canal de YouTube (TrumpTV) y otras redes tradicionales, Twitter ha sido desde un inicio su medio predilecto. Desde ahí sembró la duda sobre la nacionalidad de Barack Obama hace varios años. Ya entonces construía la estrategia de captar a los seguidores que al final le terminaron por dar el triunfo, convirtiendo a Twitter en su mejor aliado.

De Navidad al Año Nuevo, Trump rompió con Obama, alabó a Putin, hizo diplomacia con Israel y le deseó a sus enemigos un feliz año nuevo. Todo por Twitter, mientras la prensa espera al poco o nulo acceso que tiene a él o a su equipo esperanzados en recibir una declaración digital que rompa las redes y ocupe los ciclos de 24 horas que los canales de noticias por cable tienen que llenar. Es el alimento que necesitan y que Trump les administra a su antojo. Entiende la red social y eso implica una nueva relación entre la presidencia y la prensa tradicional que tendrá como reto adaptarse a un presidente que comunica por fuera de las lÍneas tradicionales emprendiendo también una guerra contra la prensa tradicional. Hoy Trump puede significar la salvación de Twitter y la muerte del periodismo como lo conocemos.

Comunicar directo, preciso, sin rodeos, fue un componente elemental del triunfo diseñado por la campaña de Trump. “Make America Great Again” quedará inscrito en el marketing político como uno de los eslóganes más eficientes. Una comunicación que cabe en 140 caracteres y dice mucho con muy poco. Alguna vez durante la elección, medios reportaron que lingüistas estudiaron el léxico de Trump, llegando a la conclusión de que se comparaba con el de un niño de tercer grado de primaria. Para él, la posibilidad de escribir en mensajes cortos, concisos y claros le permite verse contundente sin exponer sus debilidades , ignorancia y limitaciones en el discurso. Twitter le brinda esa oportunidad y por ello ha tomado ventaja de forma tan importante con sus 18.4 millones de seguidores y medios de comunicación, que tienen su timeline como una fuente obligada directa de información, reproches y berrinches. El hecho de poder ventilar sus enojos inmediatamente a sólo unos clic de distancia es demasiado atractivo para él. A pesar de que las consecuencias a nivel geopolítico puedan tener un mayor impacto, es poco probable que lo puedan controlar o limitar en su uso, como no lo pudieron hacer durante la campaña.

El buen uso que Trump le da a Twitter, en términos analíticos y de impacto, empujará a políticos, diplomáticos y líderes a comprender e innovar en el uso de la red misma. Hace unos días, el Wall Street Journal publicó una nota sobre los manuales y lineamentos que las dependencias de gobierno y funcionarios deben seguir para utilizar las cuentas de Twitter personales y de gobierno.

Mientras el sistema se encuentra enredado en la burocracia de docenas de pasos para hacer una sola publicación, el presidente electo, sin reparo ni regla alguna, maneja libremente la cuenta a su nombre. La mayoría de los gobiernos alrededor del mundo han decidido darle un trato y uso tradicional a una red que requiere de comunicación innovadora y eficaz que permita su rápido esparcimiento a través de impactos en diferentes círculos de comunicación que terminen por hacer del mensaje uno eficiente e inmediato. Actualmente, la cuenta de la Presidencia de Estados Unidos, @POTUS, tiene 12.9 millones de seguidores en comparación con los 18.4 de Trump. Muchos se preguntan qué cuenta será la que utilice el presidente electo una vez que Obama ceda el control de ésta a la nueva administración. Durante los ocho años de Obama, la cuenta ha servido para comunicar logros y reflexionar sobre momentos importantes durante su presidencia. Aunque en un tono personal, la cuenta es resguardada según los lineamientos de comunicación que marca la Casa Blanca, empezando por que los tuits no se publican desde el celular personal del presidente, como sí lo hace Donald Trump, sino que una vez que la publicación ha sido aprobada según los estándares de la presidencia, entonces desde sistemas seguros de computación se sube y es publicada.

Desde @realDonaldTrump o @POTUS estamos ante un escenario inédito desde donde gobernará el nuevo presidente. Con los méritos de utilizar a su favor y como nadie la comunicación a través de Twitter, pero con los peligros que su carácter simboliza. No tendrá el mismo impacto insultar a Rossie O´Donell que a Xi Jinping.

Publicaciones académicas y estudios periodísticos analizaron el timeline de Donald Trump. Un nuevo paradigma en la comunicación política moderna. Durante la campaña, el New York Times graficó todos los insultos vertidos por Donald Trump en Twitter. Una lista de las 289 personas que han sido atacadas e insultadas por Trump en la red social que se convierten en radiografías invaluables del carácter del hombre más poderoso del mundo.

Fotografías que bien podrían ser analizadas psicológicamente pues muestran el temperamento vengativo, agresivo, ignorante y egocéntrico que sabe utilizar Twitter como un arma y no solamente como un medio. Independientemente de la calidad de audiencia que utiliza Twitter, es un medio al que periodistas y ciudadanos tendrán que estar pegados si pretenden algún tipo de comunicación con el presidente, y eso no puede ser más que una buena noticia para la red en términos de influencia y permanencia.

Trump sabe que ahí comenzó su estrategia y campaña hace varios años ya, y la considera esencial para el éxito de su proyecto. En épocas donde inundan las falsas noticias en internet y en las que los medios periodísticos se encuentran en crisis económicas y de identidad, Trump aprovecha el momento como lo sabe hacer para replantear las cosas a su manera e irrumpir en el esquema tradicional de comunicación y rendición de cuentas. Considera que quien controla la red, controla la verdad y ese es parte de el objetivo planteado para el éxito: gobernar con su verdad.