Trump, la marca del escándalo

23 de Abril de 2024

Trump, la marca del escándalo

trump1

La diferencia entre su antecesor y el actual gobierno ha sido clara en el corto tiempo

trump1

Pocos son los que han soportado el ritmo del actual presidente de EU para sortear los traspiés, tener tiempo de gobernar y mantener una línea de comunicación clara

Juan Pablo de Leo

Pese al triunfo electoral de Donald Trump el 8 de noviembre del año pasado, las formas en Washington parecen funcionar igual.

El lunes 20 de marzo se convirtió en lo que muchos demócratas consideran el peor día de la administración Trump, y eso es ya un decir. Unas horas antes de su comparecencia, fuentes de la Casa Blanca aseguraban a la prensa, que el director del FBI, James Comey, declararía en favor de la actual administración ante la Comisión de Inteligencia del Senado.

La cita a la que acudió junto con el director de la NSA, Michael Rogers, era fundamental para el destino a corto plazo de la presidencia de Donald Trump.

Durante 60 y tantos días en el poder, Donald Trump ha tenido muchos temas que lo han distraído de su agenda económica, aunque un tema que prevalece sobre todos y se ha convertido en una sombra en la vida diaria de la Casa Blanca es la conexión rusa. La supuesta injerencia del gobierno ruso en la elección estadunidense es en muchos sentidos un tema político que ambos partidos han utilizado, provocando distracciones que desvían el tema del aspecto central en la pelea por el orden mundial.

Las huellas que dejó Vladimir Putin en los lugares que tocó y el poderío ruso son innegables según las 16 agencias de inteligencia estadunidense. Su intención de influir en la elección no está en duda, pero sí la influencia que pudieron tener en el resultado final, pese a la incredulidad y escepticismo de muchos, sobre todo republicanos, que lo ven como una excusa de los demócratas a la derrota de Hillary Clinton.

Fue precisamente la comparecencia de Comey ante el Comité del Senado la que terminó por confirmar esa sombra y las dudas que recaen sobre ella en cuanto a la participación del gobierno ruso en la elección y la probable responsabilidad de personajes directamente relacionados a la campaña electoral de Donald Trump, como Paul Manafort, el exdirector de campaña durante la Convención Nacional Republicana, y hombre ligado en varias ocasiones al ex gobierno de Ucrania comandado por Yanukovic.

El FBI le confirmó al Senado una investigación federal a la campaña electoral de Donald Trump. Son muchos los gobiernos que a lo largo de los años han tenido que atravesar y sobrevivir a escándalos de diferentes magnitudes.

Cierto es que ninguno como el de Trump que en tan solo dos meses ha acumulado varios, la mayoría de ellos han tenido que ver con contactos de miembros de su gabinete y equipo cercano con el embajador de Rusia en Estados Unidos. Del Watergate que terminó con la presidencia y carrera política de Richard Nixon, a Bill Clinton y su relación con Monica Lewinsky que estuvo a punto de costarle el poder, los escándalos de los presidentes han variado en magnitud e impacto.

Lo que es una constante es que pocos son los que han soportado un ritmo como el que lleva Trump y su administración en cuanto a su capacidad para sortear los escándalos y aun así tener tiempo para gobernar y mantener una línea de comunicación clara.

PrintAunque las épocas del FBI han cambiado mucho desde el uso personal que le daba su fundador, J. Edgar Hoover, la relación entre la comunidad de inteligencia y el gobierno federal es por lo general una de independencia y cordialidad. Desde hace tiempo no se veía un involucramiento político como el que, voluntaria o involuntariamente, ha tenido Comey en estos últimos meses. Ronald Reagan, por ejemplo, tuvo una relación difícil en ese aspecto. Durante su presidencia, 138 oficiales administrativos fueron investigados, señalados y procesados.

Hombres clave como Caspar Weinberger y Elliot Abrams fueron perdonados de cumplir cualquier condena por diferentes escándalos que enfrenta el gobierno de Reagan y que al igual que el de Trump, fue uno de los más controvertidos de la historia moderna, con la diferencia de los ocho años que gobernó Reagan contra dos meses que lleva Donald Trump.

›Donald Trump es antecedido por un demócrata que, si bien no estuvo libre de escándalos, la diferencia entre los gobiernos ha sido clara en ese sentido aun en el corto tiempo.

Por otra parte, los Bush tuvieron en ambos gobiernos una buena cantidad de escándalos que sin embargo nunca los tocaron. La capacidad para generar un equipo que antepuso a toda consecuencia el daño a la imagen presidencial fue fundamental para que tanto padre como hijo hayan salido bien librados en lo general, presidencias que en su momento se vieron como desastrosas.

Para George W. Bush, la presencia y peso de Dick Cheney y Karl Rove en su gabinete le provocaron quizá los encuentros más cercanos con las agencias federales. De pagos a periodistas a pruebas hechizas para justificar invasiones, la presidencia de Bush nunca estuvo en jaque en ningún sentido a pesar de los momentos por los que atravesó.

El famoso caso de Watergate con Richard Nixon ha sido inevitablemente el caso a comparar ante analistas y prensa estadounidense entendiendo el momento por el que pasa Estados Unidos. La delicadeza del caso es equiparable en mayor sentido luego de la confirmación del FBI respecto a la investigación que recae sobre Trump y su equipo. Mucho tiempo tuvo que pasar y otros factores se tuvieron que dar para que Nixon decidiera renunciar antes de enfrentar el juicio político previendo el resultado.

A Donald Trump las huellas que han marcado las diferentes administraciones en la historia le pueden brindar un paso de aprendizaje. La sombra de la conexión rusa crece y pesa con el pasar de los días.

Los republicanos en el congreso se cansan de la defensa diaria que deben hacer, no solo de las declaraciones del presidente a través de twitter, sino de las ligas a Rusia que crecen en la prensa con filtraciones y con autoridades de inteligencia que investigan el caso. A pesar de los escándalos, los demócratas no pueden esperar a que Trump caiga por sí mismo.

El trabajo para regresar al poder no debe recaer en la presión de un juicio político, sino a través de elecciones, triunfos políticos y buenas estrategias electorales. La historia ha demostrado que son más los que se mantienen que los que caen. Sin embargo, la historia no ha visto a un presidente como Donald Trump.

Son los menos los miembros del círculo cercano a Trump que no han tenido contacto con alguna autoridad rusa. Si bien en varios aspectos es entendible el cambio de visión y acercamiento que podría pretender Trump y su gobierno hacia el gobierno ruso, parecería que antes de que eso ocurra, la distracción permanente en la que se encuentran, apocará cualquier intento de política exterior directa con la administración de Vladimir Putin.

Provocación electoral. Comey echó por la borda el apoyo que muchos pensaban, daría un director del FBI en un importante momento electoral.

El problema de Rusia solamente crecerá en todos los niveles, desde el político hasta el criminal. Lo irónico que le debe parecer a ahora a Trump aquella declaración durante la campaña electoral sobre tener un presidente bajo investigación criminal como lo pudo haber estado Hillary con los correos electrónicos en caso de ganar.

Ahora es el, quien como presidente se enfrenta a una investigación criminal que lo puede solamente distraer o definitivamente, ser su Watergate.