1. Con la inauguración de la administración Trump, el presidente número 45 de los Estados Unidos, los tambores de un nuevo orden suenan para México y el mundo.
Desde la perspectiva mundial prevalece el escepticismo para ver de qué forma el nuevo presidente asume todo lo que ha estado vociferando. Desde la perspectiva mexicana, la incertidumbre nos daña, pues los mercados leen que desde sus capacidades ejecutivas el gobierno norteamericano puede dañar seriamente una relación bilateral que se ha basado en la corresponsabilidad, el libre comercio y la reciprocidad.
2. El estilo agresivo e intimidatorio de Trump ha causado enorme inquietud en los mercados, al grado que la paridad cambiaria se disparó de los 18 a los 22 pesos por dólar en los últimos dos meses, tras resultar electo. Ello, porque buena parte de su campaña la orientó a denostar a México, al TLCAN, la frontera y los migrantes, aduciendo que él acabaría con todo eso y le devolvería a los Estados Unidos la grandeza, los empleos y la seguridad perdidos en los años de globalización.
3. Las cosas apuntan a un replanteamiento del orden internacional resultante tras la Guerra Fría. En el mundo, las diferentes potencias han ido acotando ese delirio. China, el proverbial enemigo de Trump, ha dejado claro que la relación resultará afectada de adoptarse medidas regresivas para la economía o la visión de “una sola China”, colocando por lo pronto una fuerza naval con un portaaviones en el Mar de China frente a las costas de Taiwán.
Japón aprobó en su Parlamento el Tratado Trans Pacífico a sabiendas que ha sido desechado, para dejar el mensaje que esa es su visión de un acuerdo comercial para la región del Pacífico; si la administración Trump le sube la canasta a los japoneses, éstos también podrían responderle proporcionalmente.
En la Unión Europea, la Francia del presidente Hollande no enviará ningún representante de rango a la investidura en tanto que la canciller alemana, Angela Merkel ha señalado que “no hay garantías eternas con la Unión Europea”, dado que Trump apunta a la demolición de Europa con el apoyo al Brexit y la reducción de la OTAN en una manera que ni los rusos habrían imaginado en sus mejores momentos.
4. Caso contrario es el de México, afectado ya desde el twitter por la ligereza del presidente electo; amenazando a las empresas automovilísticas, las posibilidades de inversión extranjera hacia nuestro país se han debilitado y los mercados están cobrando la factura.
Lo mismo pasa con la necedad de construir el muro en la frontera cuyo costo pretende cobrarle a México de alguna forma, sea de manera directa o con impuestos o con ambos. Lo que se teme en este sentido, es que para ablandar a nuestro país la emprenda contra los migrantes, contra las remesas de connacionales que rondan los 26 mil millones de dólares al año y se dispersan por toda la economía nacional, así como contra el turismo, actividad que ha venido a sustituir la entrada de divisas menguada por los bajos precios petroleros.
5. La actitud del gobierno mexicano, contrario a la de China, Japón, Francia o Alemania, finalmente centros de poder con la capacidad para desafiar la actitud norteamericana, ha sido la de apostar al túnel de empatía Videgaray-Kuschner para reducir los costos de la renegociación del Tratado de Libre Comercio que habrá de incorporar nuevas regulaciones impuestas por Trump en materia de reubicación de plantas, reglas de origen (al 50% o más), patentes y propiedad intelectual, transporte, agricultura y energía. En lo que se gesta el nuevo orden mundial, el gobierno mexicano estaría subordinando cualquier otro tema a este propósito, concentrando el poder y las decisiones en la Secretaría de Relaciones Exteriores y su titular.