Un gobierno escandaloso

23 de Abril de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

Un gobierno escandaloso

John B. Thompson (El escándalo político, Paidós 2001) distingue dos tipos de eventos que pueden ser catalogados como escándalos políticos: escándalos de primer orden, entendidos como transgresiones a leyes, normas o valores sociales que reciben la reprobación de los ciudadanos, los medios de comunicación o líderes de opinión; y escándalos de segundo orden, los cuales consisten en el resultado de las acciones dirigidas a explicar los escándalos originales.

Mientras que los escándalos de primer orden se generan con la revelación de actos que públicamente se catalogan como conducta inapropiada, en los de segundo orden una figura pública o autoridad crea un nuevo escándalo cuando intenta explicar el problema recurriendo a mentiras, verdades a medias, engaños, prácticas opacas o tonterías. En un contexto en el que las redes sociales y medios digitales facilitan su propagación, no hay que perder de vista que escándalos de distinta naturaleza se conectan y retroalimentan entre sí, multiplicando la indignación ciudadana. En este sentido, la mayor visibilidad del escándalo facilita su transformación en crisis política o de gobierno, en muchas ocasiones como resultado del manejo inadecuado de la situación.

Si algo distingue al gobierno de Enrique Peña Nieto es su capacidad ilimitada para generar escándalos y para manejarlos mal. A partir de la develación de la “Casa Blanca” no sólo ha sido incapaz de evitar la explosión de nuevos escándalos, lo que es peor, ha creado otros con sus propias aclaraciones y ha permitido que se interconecten hasta generar una crisis política nacional. En el camino derrumbaron la aprobación presidencial hasta niveles de impopularidad inéditos.

Escándalos recientes demuestran que no saber enfrentar el escándalo es marca de la casa. The Guardian revela un posible conflicto de interés de la Primera Dama y la respuesta del vocero presidencial, antes que aclarar la situación y controlar el daño, crea un conflicto con el diario inglés, abre nuevas dudas sobre la naturaleza de la operación inmobiliaria y siembra mayor incertidumbre sobre la veracidad de la respuesta oficial. En otro caso, los cuestionamientos sobre el desempeño de los atletas mexicanos y la conducta del titular de la CONADE en los Juegos Olímpicos, se convierten en nuevas críticas al gobierno, con la tolerancia de los estrategas presidenciales, como resultado de las declaraciones y actitudes con las que Alfredo Castillo ha buscado justificarse públicamente.

¿Por qué ha sido esta administración tan incompetente en el manejo del escándalo político? Especulemos respuestas posibles: 1) son tan arrogantes que creen estar por encima de cualquier escándalo; 2) parten de diagnósticos equivocados; 3) tienden a actuar en forma errática e improvisada; 4) se rodearon de cuates y no de profesionales en manejo de crisis; 5) están azorados ante la cascada interminable de escándalos; 6) el equipo del Presidente en el fondo no quiere a su jefe y trabaja en secreto para destruirlo. Independientemente de la respuesta, o de la combinación de ellas, cualquier estrategia para evitar y acotar escándalos políticos que desarrolle este gobierno, al parecer lleva en sí la semilla de su propia destrucción.

Twitter: ja_leclercq