Este texto se lo dedico, con todo mi corazón, a aquellos mexicanos de apariencia que conozco.
El 16 de septiembre me puse a pensar en la gente, en el país y en las hipocresías, en las mentiras y en la ingratitud. A las 12 de la noche, en la euforia del grito, entre los caballitos de tequila y los fuegos artificiales, pensé en ti, sí en ti.
Te molesta que no reconozcan el valor del mexicano, cuando sabes que hay personas con un intelecto digno de admiración y un potencial creativo fuera de serie. Te indigna la fuga de talentos pero a la hora de hacer cualquier tipo de compra, prefieres todo lo que diga Made in USA/Europe y hasta Made in China o Taiwan. No sólo porque esta en inglés y crees que suena mejor (más nice), sino porque piensas que todo lo hecho en México es de poca calidad y no lo vale. El mexicano no se esfuerza y no merece tu dinero. No nos vayamos tan lejos, ¿ya se te olvidaron las olimpiadas y cómo criticaste el cuerpo de Alexa Moreno? Quiero pensar que tú no tienes panza que te delate.
Te impresiona la educación que tienen en otros países y te sorprende que la gente respete los cruces peatonales, hagan uso de las direccionales, respeten los semáforos y los límites de velocidad. Piensas y expresas lo mucho que te gustaría que esas cosas pasaran en México, pero en cuanto regresas y pones las manos sobre el volante, lo olvidas. Ves un semáforo en amarillo y aceleras más, y si un peatón quiere cruzar la calle, le tocas el claxon en símbolo de amenaza. Si te reclama, en automático ofendes a su madre.
En público cantas con júbilo todas las canciones en inglés que están de moda, sólo en fiestas nacionales admiras el traje del mariachi, bailas con gusto la música y cantas algunas de las canciones, pero a escondidas escuchas música banda porque te da pena que los demás te juzguen por hacerlo.
Eres un malinchista por default. Crees que los dialectos sólo los habla la gente pobre (y qué vergüenza ser pobre, eso es de nacos) y los indígenas los catalogas como una especie diferente a la tuya. Es más, hasta te burlas de lo “indias” que se ven las mujeres cuando usan trenzas. La “servidumbre” es tratada como los españoles trataban a los indígenas antes del año 1821. La clase alta funge como los conquistadores ante la clase baja. Pero eso sí, en septiembre admites que la riqueza del país está en la gente, en el arte y en la comida. En las tradiciones y en la cultura que le dan tanta vida a México. Tú México.
Durante el año criticas todo lo que puedes del país. No te parece el sistema, la inseguridad, la contaminación, la poca calidad de vida, las condiciones laborales, el gobierno y, a veces, ni el clima. Pero el día del grito se te hincha el pecho y no dejas de decir lo hermoso que es tu país y el orgullo que te da ser mexicano. Podría jurar que ni en los hoteles de paso se escuchan tantas hipocresías como las que se dicen el 16 de septiembre.
También, sabes que México tiene lugares hermosos y únicos en el mundo, pero eso no cambia que prefieras festejar la independencia en Las Vegas (Estados Unidos), escuchando a Alejandro Fernández. ¿No has pensado, ya que estás allá, en pasar a saludar afectuosamente a Donald Trump?
La mala fe, la corrupción y el snobismo de muchos mexicanos, mancha y daña terriblemente el carisma y la bondad de México.
Así que, ¿viva México? No, México muere. Por eso la gente hipócrita como tú, me da asco. Ya había escrito que México está enfermo de mexicanos… me equivoqué, México está enfermo de personas como tú.