Reconciliación

19 de Abril de 2024

Antonio Cuéllar

Reconciliación

El ejercicio introspectivo que el enfrentamiento de la pandemia ha significado, a cualquier nivel, desde el familiar y el profesional, hasta el nacional o global, ha sido valioso y no es cuestionable.

Este año representará un parteaguas en la historia, no sólo por la gravedad de la enfermedad y el número de víctimas que ha cobrado, sino también, mucho más, por su impacto en la economía.

La crisis del Coronavirus COVID 19 ha marcado nuestra era.

No obstante lo anterior, el avance de los procedimientos para la autorización de vacunas, el entendimiento del virus y su comportamiento en el cuerpo humano, y la adaptación de nuestra sociedad a una vida habitual con medidas de seguridad, permiten anticipar que, para el año entrante, deberemos de encontrar una salida, y la pandemia, con el estado de emergencia que ha traído aparejado, pasará a ser cosa del pasado.

¿Qué habrá aprendido la sociedad de este episodio y qué cosas podrán mejorar en el futuro, una vez desnudada la vulnerabilidad del ser humano y su enorme capacidad de resiliencia?

La reapertura de los centros sociales en Europa, una vez acabada la primera etapa de contagios, provocó una oleada de ávidos consumidores de regreso a los almacenes y a los centros de reunión –restaurantes, bares y discotecas–, que sembró la semilla de los contagios que provocan una segunda fase de resguardo, apenas comenzando. Es previsible anticipar que, al término de la pandemia, nuestras costumbres sociales y nuestros gustos como consumidores, aunque a muchos no les parezca, poco habrán cambiado. La sociedad seguirá gastando su dinero en comidas, diversión, entretenimiento y artículos de moda, no por necesidad, sino por mero gusto.

En el ámbito profesional y educativo, en cambio, la demostración de las virtudes que ofrecen las plataformas de información digital, y su importante explosión, vendrán a imponer distintas costumbres y ritmos de trabajo, que revolucionarán la vida de las oficinas. Estamos inmersos en una auténtica revolución de la comunicación académica y comercial, que no se puede dimensionar.

Un sector de la vida económica que probablemente verá más adelantos, será aquel asociado al aprovechamiento sustentable de la energía y la erradicación de aquellas fuentes altamente contaminantes –que tanto estrés provocan al clima del planeta y a la supervivencia de nuestra especie. Es muy significativo el paso que están dando los gobiernos alrededor del orbe con el loable propósito de cumplir con sus compromisos internacionales en materia de disminución de la huella de carbón y de sustitución de tecnologías dependientes de los combustibles fósiles.

La pandemia ha propiciado un clima que favorece altamente el desarrollo de actividades amigables con el medio ambiente. El estilo de vida que nuestra generación se reusa a abandonar resulta insostenible si no se acompaña de una transformación radical alrededor de las fuentes de energía que lo soportan y la utilización de materiales que puedan asimilarse por la naturaleza.

Es ahí en donde podemos apreciar que México no sólo no está haciendo lo suficiente para cumplir con compromisos internacionales en materia de cambio climático, sino que, inclusive, ha emprendido un camino que va en sentido exactamente opuesto a aquél en el que debiera estar avanzando: el Acuerdo Nahle por el que se emite la Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional (que vulnera la reforma energética en el ámbito de la inversión en energías limpias); y la construcción de la Refinería Dos Bocas, son la prueba irrefutable de que, esta administración, ignora o no quiere ver el rumbo hacia donde se mueve el mundo. ¿Qué está sucediendo?

El candidato López Obrador fue increíblemente acertado al identificar los graves defectos que nuestra sociedad amasó a lo largo de las últimas décadas. La corrupción de algunos servidores públicos y empresarios asociados, de la mano de un abandono de una muy buena parte de la sociedad, sobre todo en el ámbito de la educación, ha provocado un distanciamiento de clases que resulta vergonzoso.

El presidente López Obrador, sin embargo, se ha equivocado gravemente al asociar indefectiblemente al fenómeno social y de gobierno de la corrupción, que tanto daño provocó, con la política liberal económica que se vino diseñando e impulsando simultáneamente.

El proyecto de Morena está mal aterrizado, pues siendo válido en algunas de sus premisas, se concreta muy mal en algunas de sus conclusiones.

La política energética y la conducción de las dos grandes empresas productivas del estado en las que ésta acaba materializándose, son una clara prueba de ello. Urge la disociación del problema corrupción y el modelo económico.

El mundo entero y México, atraviesa una etapa de crisis que pronto se va a superar, y vendrá un ciclo importante de crecimiento, que sólo aprovecharán los países que se encuentren sólidamente preparados.

En 1994, tras el levantamiento zapatista, México perdió la oportunidad que le brindaba la entrada en vigor del TLCAN para recibir proyectos de inversión multimillonarios que emigraron a China.

En 2022, se abrirá seguramente una nueva ventana de oportunidad para abrir nuestras puertas al capital productivo, que podría llevarnos, en el marco del TMEC, a convertirnos en la potencia exportadora que geopolíticamente podríamos llegar a ser.

Si no hay una reconciliación en el discurso del Presidente López Obrador, entre la cuestión política y la economía, si no se deja de insultar a quienes valoran al neoliberalismo y al conservadurismo económico como corrientes de pensamiento de las que puede depender la generación de fuentes de empleo y el crecimiento, y a los que no está forzosamente asociada la corrupción, acabaremos por volver a ver la manera en que nuestro país pierde otra oportunidad para crecer significativamente.

La pandemia nos ofrece tiempos y espacios de reflexión.

Las circunstancias obligan a que nos ocupemos mucho menos de cuestiones políticas, y que pensemos mucho más en la forma de ponernos a trabajar, con honestidad.

La administración de la inversión en materia energética, debería recibir la opinión de verdaderos especialistas. La pobreza del país no se va a terminar con programas gubernamentales, sino con empleo.