Aristegui 2, Peña 0

19 de Abril de 2024

Aristegui 2, Peña 0

Global

AYUDA DE MEMORIA | Raymundo Riva Palacio

Aristegui tiene más credibilidad que Peña Nieto. En tres años y medio, la conductora va 2 a 0 contra el presidente. Nada mal para quien creen paria en Los Pinos sin tomar en cuenta que su casa, hoy, es global.

1er. TIEMPO: Carmen, la invencible. Qué más da que Carmen Aristegui, después de construir la expectativa de la revelación que transformaría México, se quedara el domingo en lo previsible: un nuevo tiro al maltrecho prestigio del presidente Enrique Peña Nieto. Aristegui, la indómita, frente a su presa, un presidente que no logra mantener la vertical frente a ella, convertida en mito, mientras él es vapuleado por una buena mayoría de mexicanos. ¿Cómo llegó a este nivel Carmen Aristegui? Comenzó muy joven de asistente y ve-por-todo de Antonio Andrade, uno de los grandes reporteros de cuando Excélsior, con su línea social cristiana en la época de Julio Scherer, era grande. Le debe haber aprendido el oficio y más cosas, de las que aquella redacción tan idealizada como ella, llegó a producir en una ocasión una primera plana notable, porque todas sus noticias fueron desmentidas el día siguiente. Eran tiempos de gloria, sin rendición de cuentas, un entorno que lo resumiría otro reportero de Excélsior años después, Aurelio Ramos, cuando ante la duda del columnista de Frente Políticos, sobre el nombre de un diputado, exclamó: “¡El periodismo no es ciencia exacta!”. Aristegui surgió de aquellos tiempos donde el talento y el rigor a veces se cruzaban, pero no necesariamente eran indivisibles y a veces hasta se contraponían, y continuó por un camino que hoy aborrece: trabajó en la Oficina de Prensa y Propaganda del PRI, redactando boletines, cuando Carlos Salinas era candidato a la Presidencia. Ni eso, ni la prensa escrita, era lo suyo —de hecho tiene amanuenses para su artículo semanal en Reforma—; la televisión tampoco: su mejor momento, en un programa que co-conducía con Javier Solórzano, a quien le debe mucho de su despegue, Blanco y Negro, sobre la pedofilia de Los Legionarios de Cristo, salió cuando el tema lo había revelado en México Salvador Guerrero Chiprés en La Jornada, y meses después reciclado por Ciro Gómez Leyva, por las presiones virulentas de su productor, en CNI 40. En otro, manchó para siempre a Jorge Emilio González, El Niño Verde, al difundir un video donde aparecía aceptando un soborno millonario, y editó la parte final donde decía que sólo lo había hecho para ver hasta dónde llegaban quienes lo querían corromper porque, dijo, no le parecía importante. Salieron de la televisión ella y Solórzano y se asociaron con Pedro Ferriz para iniciar un programa de radio, donde se consagró.

2º. TIEMPO: La construcción de una líder. La sociedad de Carmen Aristegui y Javier Solórzano con Pedro Ferriz no duró mucho, porque el ahora aspirante a candidato presidencial independiente, se quedó con el negocio que fundaron. Pero tiempos nuevos recorrían el cuadrante y los dos, junto con Carlos Loret, llegaron a W Radio, cuando PRISA, que edita el diario El País, y Televisa, eran co-dueños de la estación. Aristegui comenzó el noticiario del mediodía, pero cuando a Loret, que tenía el matutino, lo llamaron a Primero Noticias en Televisa, enrocaron sus horarios. Pronto, Aristegui se apoderó del cuadrante. Llegó en el mejor momento y tomó una causa mayor para conquistar mentes y seguidores. Eran los prolegómenos de la campaña presidencial de 2006, cuando se convirtió en el único micrófono al que se acercaba el poderoso candidato Andrés Manuel López Obrador, y convirtió su espacio en uno pejista. Ella tenía la mano dura para todos, pero de terciopelo para López Obrador. Tomó partido por él y construyó un noticiero parcial, con algunos espacios que daban voz a quienes pensaban diferente, pero en calidad de tokens, muy similar a lo que hizo Televisa, pero en el bando de la candidatura contraria, para simular equilibrio editorial. Su voz ganó credibilidad, primero entre los simpatizantes de López Obrador, y más adelante, ante las numerosas críticas contra él en otros noticieros, entre personas que incluso pensaban distinto a ella. Se volvió una voz necesaria dentro de la radio porque, tan radical ella como los otros, permitía encontrar un punto medio entre los extremos y escuchar informaciones y ángulos que, o se minimizaban en otros espacios, o los ignoraban. Aristegui se convirtió en una conductora que había que escuchar, no porque fuera buena o mala periodista —ella es conductora, de lo mejor en toda una generación—, pero son los periodistas en torno a ella quienes le han suministrado los insumos de sus victorias y guirnaldas. Alto rating y altas ganancias era una combinación exitosa en MVS Radio, su última morada comercial, donde todos los funcionarios hacían cola para que los entrevistara.

3er. TIEMPO: Si ya sabían cómo era ella… Difícil, terca y de ideas muy fijas, Carmen Aristegui ya es un culto. Para muchos de quienes están contra el poder presidencial, es un icono. Es su heroína, gracias a la torpeza de la familia Vargas en MVS, por su manejo administrativo con ella, y las de los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, por el manejo político en asuntos entre particulares que les afectaban. En dos ocasiones Joaquín Vargas la despidió, y en una la regresó, ante la pérdida de credibilidad de MVS y el costo político para el gobierno de Calderón, acusado en la opinión pública de censurarla y pedir que la corrieran. Vargas se quejaba —como antes W Radio—, que no se ajustaba a los presupuestos, que quería tener un equipo editorial independiente y que no respetaba los tiempos de comerciales. Aún así, reconocían en MVS, la empresa ganaba más del millón 200 mil pesos que le pagaban mensualmente. La segunda y última vez la echaron porque, justificaron, usó sin autorización la marca de MVS para un proyecto independiente. El argumento era cierto, pero que se diera poco después de dar a conocer la Casa Blanca de la primera dama Angélica Rivera, no era oportuno: el subsecretario de Gobernación encargado de medios, Andrés Chao es hermano de Felipe, asesor de Vargas, y el vocero del presidente, Eduardo Sánchez, fue su abogado. Gracias a ellos, la fama de Aristegui se volvió mundial. Por eso, ahora que reveló que Peña Nieto había plagiado 30% de su tesis, la difusión fue internacional. Sánchez se extrañó que “un error de estilo” causara interés periodístico un cuarto de siglo después de ocurrido. Pero sí lo es, al subrayar algo relevante en el mundo: el tema de carácter, character issue, que define la personalidad del político. Un problema de carácter le costó a Edward Kennedy la candidatura presidencial y a Bill Clinton estuvo a punto de llevarlo a la destitución; un plagio de Joseph Biden, lo sacó de las primarias. No es algo menor, pero lo más notable es lo que refleja: Aristegui tiene más credibilidad que Peña Nieto. En tres años y medio, la conductora va 2 a 0 contra el presidente. Nada mal para quien creen paria en Los Pinos sin tomar en cuenta que su casa, hoy, es global.