La supervivencia de la raza humana está en juego y también la reconfiguración del poder político en el planeta. Como si fuera la nueva piedra filosofal, las grandes potencias mundiales están detrás de la vacuna contra la Covid-19, un virus letal que ha cobrado la vida de casi millón y medio de personas en el mundo.
Alemania, China, Estados Unidos, Reino Unido y Rusia son cinco de los 149 países en el mundo que, una vez probada la letalidad de la pandemia, iniciaron el desarrollo de vacunas experimentales para combatir el coronavirus, ganar la carrera y mostrar su poderío.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la fecha existen 10 vacunas que han logrado avanzar a la Fase III y son aplicadas en humanos. En todos los casos, hay anuncios propagandísticos para probar su eficacia y seguridad en los grupos de voluntarios.
Estados Unidos: Pfizer se está probando en 43 mil 661 personas, con una eficacia del 95 por ciento, y prevén fabricar 100 millones de dosis este año y mil 200 millones en 2021; Moderna ha sido aplicada en 30 mil voluntarios y aseguran una eficacia del 94.5 por ciento, planean producir 20 millones de dosis antes de concluir 2020.
China: Sinopharm se está probando en un millón de personas, con una efectividad del 99 por ciento y esperan distribuir 610 millones de dosis a partir de 2021; la empresa india Bharat Biotech reclutó a 26 mil voluntarios y promete una efectividad del 60%, con una distribución de 150 millones de vacunas disponibles en el primer semestre de 2001.
Reino Unido: AstraZeneca ha sido aplicada en 30 mil personas, con una eficacia de 70% y prevén distribuir 100 millones al finalizar 2020.
Rusia: Sputnik V, aplicada en 40 mil voluntarios y una eficacia del 92 por ciento.
Aunque ya iniciaron la Fase III están pendientes los resultados obtenidos por la estadounidense Johnson&Johnson y la china CanSino Biologics.
Los precios previstos por cada vacuna van desde los 10 hasta los 64 dólares por dosis y hasta el momento, no existe un acuerdo internacional que garantice la inmunización de los más de siete mil 600 millones de personas que hay en el mundo.
De cara al virus más letal en la historia contemporánea de la humanidad, la vida y la salud de los habitantes del planeta están en riesgo, sujetas al juego político y económico de las potencias. La vacuna contra la Covid es un arma geopolítica.
El coronavirus ha llenado de luto al planeta, pero también afectó gravemente las finanzas públicas de los países y la economía de las familias.
Hasta la estabilidad emocional y la tranquilidad de los hogares se ha visto afectada por el desempleo, el confinamiento y la depresión. Lamentablemente, los retos continúan. Aunque los países y emporios farmacéuticos encuentren un lugar en la historia al hallar la vacuna contra la Covid-19, aún hay obstáculos por vencer.
A pesar de que las empresas logren producir 50 millones de dosis, antes de concluir 2020, y hasta mil 300 millones en 2021, es previsible que las vacunas contra el coronavirus profundicen las desigualdades sociales y la población en pobreza y pobreza extrema queden en el desamparo.
Es preciso garantizar el acceso universal a la vacuna y desplegar todo un esfuerzo logístico para llegar a todos los rincones del mundo.
En este futuro ominoso, resulta alentador que la OMS ha indicado que los gobiernos deberán iniciar la distribución de las vacunas entre los trabajadores de la salud, los adultos mayores y las personas que tengan comorbilidades.