Blair, puerta al terrorismo

20 de Abril de 2024

Blair, puerta al terrorismo

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EI justificó el ataque del 21 de mayo por “las transgresiones” de occidentales contra musulmanes

OFENSIVA. Musulmanes y sus simpatizantes en Gran Bretaña fueron atraídos por la ideología de Osama Bin Laden y vio que Occidente amenazaba al mundo musulmán.

La invasión de Irak por parte de Gran Bretaña y Estados Unidos atraería ataques terroristas, le advirtieron los servicios de inteligencia británicos en 2003, pero el entonces primer ministro lo ocultó y refirió que la intervención reduciría las amenazas

El exprimer ministro británico Tony Blair aún no ha dicho nada sobre el atroz atentado suicida ocurrido el lunes en un concierto de Ariana Grande en Mánchester, Inglaterra.

Según los reportes actuales, el ataque ha sido reivindicado por el Estado Islámico (EI) y perpetrado por un hombre de 22 años de edad, nacido en Mánchester e hijo de refugiados libios.

Cuando Blair hable, podemos estar seguros de que no mencionará un hecho clave: antes de la invasión de Irak en 2003 liderada por Estados Unidos y Reino Unido, fue advertido enérgica y repetidamente por los servicios de inteligencia de Gran Bretaña que ello conduciría exactamente a este tipo de ataques terroristas, y él ocultó estas advertencias al pueblo británico y en su lugar afirmó que la guerra reduciría el riesgo de terrorismo.

Lo sabemos a causa del Informe Chilcot, una investigación británica de siete años de duración sobre la guerra de Irak, publicada en 2016. El informe desclasifica numerosos documentos internos del gobierno que ilustran el abismo entre lo que se informó a Blair en privado y sus declaraciones públicas en momentos en los que buscaba justificar su participación en la invasión.

El 10 de febrero de 2003, un mes antes de que comenzara la guerra, el Comité Mixto de Inteligencia del Reino Unido (JIC por sus siglas en inglés, el principal órgano consultivo del primer ministro británico sobre asuntos de inteligencia) publicó un documento titulado Terrorismo internacional: Guerra con Irak.

La amenaza de Al Qaeda aumentará con cualquier acción militar en contra de Irak. Se dirigirá a las fuerzas de la coalición y a otros intereses occidentales en Medio Oriente. También es probable que haya ataques contra los intereses occidentales en otros lugares, especialmente en Estados Unidos y Reino Unido, en busca del máximo impacto. La amenaza mundial de otros grupos terroristas islámicos e individuos aumentará significativamente.

Y concluyó de la misma manera:

›Al Qaeda y sus grupos asociados seguirán representando, por mucho, la mayor amenaza terrorista para los intereses occidentales, y esa amenaza será agravada por la acción militar contra Irak. La amenaza más amplia de los terroristas islamistas también aumentará en caso de guerra, reflejando el sentimiento antiestadounidense y antioccidental en el mundo musulmán, incluso entre las comunidades musulmanas de Occidente.

El mismo informe concluyó que el Irak de Saddam Hussein “aspiraría a dirigir ataques terroristas contra los intereses de la Coalición” sólo en caso de una invasión.

Además, “los reportes sugieren que la inteligencia iraquí (DGI) tiene poco alcance o capacidad (de terrorismo) fuera de Irak”. Concretamente, en relación con el terrorismo con armas de destrucción masiva, el JIC juzgó que Irak “probablemente no emprendería o patrocinaría esos ataques terroristas”, que la amenaza de si Irak o no sería “leve” y que no había “evidencia creíble de transferencia encubierta de tecnología relacionada con armas de destrucción masiva ni de experiencia a grupos terroristas”.

La justificación de Tony Blair para ir a la guerra, como lo expresó claramente en sus comentarios del 18 de marzo de 2003 en la Cámara de los Comunes, esencialmente trastocó todas esas nociones.

Venganza. El Estado Islámico justificó el ataque del 21 de mayo en Mánchester por “las transgresiones” de occidentales contra musulmanes.

La posibilidad, según Blair, de que los grupos terroristas obtuvieran armas de destrucción masiva de un Estado como Irak era “un peligro real y presente para Gran Bretaña y su seguridad nacional”.

“El verdadero problema es que la gente afirma que Irak no es una amenaza, critica el vínculo entre terrorismo y armas de destrucción masiva, y disputa toda la base de nuestra afirmación de que ambos constituyen un ataque fundamental a nuestro modo de vida”, proclamó Blair, quien no mencionó que la gente que discrepaba con esas ideas incluía a sus propios servicios de inteligencia.

Entonces Tam Dalyell, diputado laborista de Escocia, le preguntó a Blair: “¿Qué podría resultar más eficiente como un acto de reclutamiento para una generación joven en todo el mundo islámico y árabe que poner 600 misiles crucero sobre Bagdad e Irak?”

Blair no reveló las advertencias explícitas del JIC sobre que eso sería exactamente lo que sucedería.

No, le dijo a Dalyell: “A menos que tomemos medidas contra (Al Qaeda), crecerá. Las organizaciones terroristas no serían motivadas, como le había dicho el JIC, por una invasión de Irak, pues su verdadera motivación era su “desprecio por la libertad, la democracia y la tolerancia que son las características de nuestro estilo de vida”. El pasmosamente fraudulento argumento de Blair para ir a la guerra salió triunfante con 412 votos frente a 149.

La actual primera ministra británica, Theresa May, entonces conservadora, votó por ella. El líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, votó en contra.

Entonces ocurrió exactamente lo que el JIC había predicho.

Cincuenta y dos personas murieron en julio de 2005 cuando cuatro atacantes suicidas —tres de los cuales eran británicos— llevaron a cabo ataques contra el metro y un autobús en Londres.

Uno de los asesinos se grabó a sí mismo diciendo que estaban matando a sus conciudadanos porque los gobiernos occidentales “perpetúan continuamente atrocidades contra mi pueblo en todo el mundo”.

En otra cinta, otro dijo: “Lo que han presenciado es sólo el comienzo de una cadena de ataques que continuará y será cada vez más fuerte hasta que saquen a sus fuerzas de Afganistán e Irak”.

Hace dos meses, un musulmán de origen británico asesinó a cuatro personas con un auto en el puente de Westminster, luego salió y apuñaló a un policía hasta la muerte. A pocos minutos de su matanza, declaró a través de WhatsApp que estaba actuando en venganza contra las guerras occidentales en Medio Oriente.

Ahora tenemos la masacre en Mánchester. El Estado Islámico declaró que el ataque se llevó a cabo “con el fin de aterrorizar a los politeístas, y en respuesta a sus transgresiones contra las casas de los musulmanes”. En su testimonio para el Informe Chilcot, la baronesa Eliza Manningham-Buller, jefa del MI5 en el momento de la invasión de Irak, explicó todo esto:

Década polémica. El laborista Tony Blair gobernó Gran Bretaña entre 1997 y 2007.

“Nuestra participación en Irak se radicalizó, por falta de una palabra mejor... entre unos pocos de una generación que vio nuestra participación en Irak, además de nuestra participación en Afganistán, como un ataque al Islam”.

Un número cada vez mayor de individuos nacidos en Gran Bretaña fue atraído por la ideología de Osama Bin Laden y vio que las actividades de Occidente en Irak y Afganistán amenazaban a sus correligionarios y al mundo musulmán.

Si las autoridades británicas hubieran leído las advertencias del JIC, Manningham-Buller dijo que “no tenían ninguna duda” de que era probable que eso sucediera.

¿Así que Blair leyó los reportes de inteligencia, específicamente el artículo de febrero de 2003 sobre el terrorismo internacional?

Él estaba al tanto de ello, Blair dijo a la investigación, “pero tomé la decisión entonces y tomaría la misma decisión hoy: haber retrocedido ante la amenaza del terrorismo habría sido completamente equivocado”.

Pero, por supuesto, esto fue sólo otra descarada desviación de Blair. No había tomado “la decisión entonces”, al menos en público, de que la invasión de Irak aumentaría el riesgo de que británicos morirían en ataques terroristas, sino que de alguna manera ello valdría la pena.

En su lugar, afirmó que correrían más riesgos sin una guerra, porque si se le permitía continuar, Saddam Hussein permitiría el terrorismo con armas de destrucción masiva.

›Cuando se le preguntó cómo veía esta perspectiva, Manningham-Buller dijo a la investigación que “es una teoría hipotética. Ciertamente no era motivo de preocupación ni a corto ni a medio plazo para mis colegas ni para mí”.

Al final, la explicación más plausible de la motivación de Blair es simplemente que estaba dispuesto a sacrificar la vida de los ciudadanos británicos para que Estados Unidos pudiera seguir dirigiendo el mundo junto con el Reino Unido sosteniendo su abrigo.

Richard Shultz, profesor de política internacional en Tufts, quien durante mucho tiempo ha sido un intelectual clave del estado de la seguridad nacional, escribió en 2004 que “un oficial de alto rango que había servido en el Estado Mayor Conjunto en la década de 1990 me dijo que más de una vez escuchó que un ataque terrorista es “un pequeño precio a pagar por ser una superpotencia”.

Las víctimas del bombardeo de Mánchester, entre ellas una niña de ocho años, son ese pequeño precio.

Traducción: Carlos Morales