Caitlyn Jenner

19 de Abril de 2024

Luis Alfredo Pérez

Caitlyn Jenner

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La semana pasada tuvimos uno de esos fascinantes momentos post-modernos que nuestros abuelos jamás imaginaron. La fotografía de una mujer transexual en la portada de una revista estadounidense le dio la vuelta al mundo, y como dicen los nuevos cursis, “encendió las redes sociales.”

En efecto, la fotografía fue comentada por millones de personas que jamás han leído Vanity Fair, y que tuvieron que ir a Wikipedia para saber quién diablos es Caitlyn Jenner; yo me cuento entre estos últimos.

Mi primera, mi segunda, y mi tercera reacciones fueron positivas. En los últimos años he tenido la oportunidad de conocer a personas con disforia de género, el término técnico para las personas que sienten que su género no corresponde con su cuerpo. Es una situación muy difícil de llevar, a la cual se suma la desinformación que aún hay al respecto, y los prejuicios que mucha gente tiene. En general, esta condición es casi imposible de comprender para quien no la padece –– y la reacción común es mostrar incredulidad antes que empatía y calidez.

Es una fortuna que existan procedimientos médicos que permitan corregirla, y muy valientes, o desesperadas, las personas que pasan por ellos. Quizá no haya nada más elocuente de lo que sienten que este hecho.

Así que al ver a Caitlyn Jenner hablar de su situación en primera persona y en portada, lo primero que me viene a la mente es la cantidad de personas a las cuales conocer su historia les ayudará a comprender los sentimientos que ellas mismas tienen; y a las personas que las rodean que lo que su familiar o amigo vive no es ni frivolidad ni motivo de broma.

Pero más tarde, leyendo reacciones en diferentes medios, caí en cuenta de que vale la pena añadir una pequeña acotación a la manera que Caitlyn Jenner eligió para dar a conocer su condición.

Toda historia es por naturaleza subjetiva. Cada vez que relatamos un hecho lo hacemos desde un punto de vista particular y una perspectiva específica; no hay manera de evitarlo. Incluso si dejamos una cámara de video grabando sin ninguna interacción humana en su funcionamiento, las secuencias que capture lo serán desde el lugar donde está, no mostrarán otros ángulos, y lo que después veamos estará influido por las limitaciones técnicas de la cámara, y su incapacidad para ofrecernos, por ejemplo, los pensamientos de las personas que salgan en el video, y las historias de otras personas que no hayan pasado por ahí en ese momento.

Todo esto conviene recordarlo al ver a Caitlyn Jenner en un corsé en la portada de Vanity Fair. Entre ella y el personal de la revista decidieron que esa era la mejor manera de presentar su cambio. Lo cual está muy bien: era su prerrogativa. Podemos imaginar que ella deseaba sentirse guapísima y sexy, y que la revista buscaba algo espectacular para generar polémica y estar en boca de todos –– pero también que mostrar así a Jenner rompería tabúes, o iría más acorde con el glamour de la revista, o haría que se vendieran más ejemplares. Todas son razones más o menos discutibles, pero válidas.

Como audiencia, sin embargo, no debemos perder de vista que esa es sólo una manera de vivir y manifestar una condición y unos sentimientos. Son muchas las maneras que un ser humano tiene de sentir y de mostrar su personalidad.

Twitter: @luisalfredops