Juan Carlos Rodríguez
En Colombia existe un pequeño estado sureño, fronterizo con Ecuador, donde ganó el “sí" en el referéndum sobre la paz con la guerrilla de las FARC, en octubre pasado. 
Se llama Nariño y, contrario la voz nacional, 65% de la población avaló el fin de la guerra interna. Su gobernador es Camilo Romero, el principal promotor del voto pacifista.
De visita en México, Romero, uno de los gobernadores más jóvenes de América Latina -tiene 40 años-, dijo que sí es posible que los movimientos ciudadanos lleguen al poder sin estar a la sombra de los partidos políticos tradicionales. Así ocurrió en Nariño, donde se formó un gran frente ciudadano en el que los partidos tradicionales tenían cabida, pero sólo si acataban nuevas reglas del quehacer político: presentar su declaración patrimonial juramentada, adoptar el gobierno abierto y aplicar una economía solidaria.
Todo un cambio de concepción sobre el poder, aunque “una vez en el cargo, el reto es mayúsculo, pues estamos obligados a recobrar la confianza de los ciudadanos y demostrar que podemos poner en práctica lo que ofrecimos en campaña. No podemos darnos el lujo de fallar a las expectativas”, dice Romero.
Homónimo del exfutbolista de las Chivas del Guadalajara, el mandatario estatal colombiano dijo que “los políticos tradicionales han llenado de asco la política para que la gente se aleje de los asuntos públicos, y lo han logrado”, por lo que el desafío de los gobiernos progresistas es construir una nueva ciudadanía capaz de controlar al gobierno a través de herramientas que buscan transparentar la función pública. Invitado por la Fundación Lázaro Cárdenas como ponente en el Encuentro Internacional de Movimientos Progresistas y Ciudadanos, Camilo Romero encabeza un fenómeno similar al de Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, quien se convirtió en el primer gobernador sin partido. 
Pero a diferencia del gobernador de Nuevo León, Romero cambió la forma de hacer política: instauró la “minga”, como los indígenas de Nariño llaman a la economía colaborativa (todos hacen y todos ganan), instituyó los informes semanales de gobierno y elaboró su plan de desarrollo tras dialogar con 40 mil personas del departamento.
Romero comenzó su gestión al frente del departamento de Nariño en enero pasado. Ha sido senador de la República y precandidato presidencial. Es periodista de profesión y el 31 de diciembre de 2019, día en que termina su gobierno, aspira a que su pueblo recupere la autoestima, “que sepan que sabemos estirar la mano, pero no para pedir dinero, sino para proponer”.