1.
Concluidos los cómputos distritales, los números confirman el triunfo contundente del partido Morena en las elecciones generales realizadas en México. Ello puede significar el advenimiento de un nuevo ciclo político en nuestro país para fortalecer una emergente presidencia hegemónica. En los viejos tiempos de la presidencia imperial, la concentración de poder provenía de una revolución triunfante que debía cumplir un programa social y de desarrollo previsto en la Constitución. Ahora, la nueva presidencia hegemónica estaría surgiendo de un proceso electoral con un programa social y de derechos ampliados aún por definir en la Constitución, contando prácticamente con el poder total para ello al haber logrado la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y por poco en la de Senadores.
2.
Los resultados electorales traen consigo nuevas realidades. La sociedad votó por un Estado omnipresente e interventor, que acompañe a las personas desde su nacimiento hasta su muerte, con todo lo ominoso que ello pueda significar, pues pensando en el bienestar se pasa al control político y de ahí al control de todo. El paso de una sociedad abierta a una sociedad clientelar o corporativa, requiere valorar el ambiente externo en el que México participa y coexiste. Ya los mercados han mostrado su preocupación por la posible debilidad o volatilidad de las reglas del juego, tangibles en el Estado de derecho, que de tornarse en volubles podrían significar mayores riesgos e incertidumbre para las inversiones y los contratos.
3.
Participamos en un acuerdo comercial trilateral con Estados Unidos y Canadá, que habrá de revisarse el próximo año conforme a la cláusula guillotina que así lo dispone, el cual ha sido el gran motor para el crecimiento explosivo de las exportaciones manufactureras en 500% en los últimos treinta años, lo que nos ubica como socio comercial en la América del Norte, y en el cual ha habido controversias aún por resolver debido a decisiones unilaterales en energía, maíz transgénico, acero y automóviles, que combinado con la posibilidad de relocalización de cadenas productivas (el nearshoring), constituyen el acervo potencial disponible para el desarrollo nacional. Pero estar en esa dinámica de inversión, crecimiento y desarrollo abierto requiere de certidumbre y cumplimiento de reglas y contratos, que es en donde se encuentra el temor de los mercados por un poder concentrado y prácticamente sin contrapesos, como el que se está configurando en nuestro país.
4.
Los resultados electorales traen consigo nuevas realidades, el mandato ciudadano es contundente, tanto que Narendra Modi en la India podría mirar con admiración este resultado, pues en su país, en elecciones muy reñidas y con políticas clientelares muy parecidas a las aplicadas por Morena, ganó por poco, no obstante lo cual, su partido, Janata, podrá gobernar mediante un gobierno de coalición. En nuestro caso, la mayoría es clara y casi calificada para modificar la Constitución. Habrá quien la interprete como un cheque en blanco para restaurar el régimen autoritario y de partido hegemónico, hasta sugiriendo el modelo chino de capitalismo de Estado para ello, y habrá otros que consideremos que es la oportunidad para llevar a cabo grandes cambios, tan grandes como la votación mandate, pero sin arriesgar la estabilidad del país ni las ventajas comparativas con las que hoy cuenta en América del Norte y en la relocalización de cadenas productivas.
5.
En este sentido, las primeras señales apuntan a moderar las expectativas. Maquiavelo, el ilustre florentino, recomienda en El Príncipe, generosidad en la victoria, sobre todo si se debe gobernar a todos. La ratificación del titular de Hacienda y el nombramiento del doctor Juan Ramón de la Fuente al frente del equipo de transición perfilan dicha moderación. Los mercados han mostrado su preocupación esperando no un despotismo ilustrado, sino un régimen democráticamente fuerte, con respeto a los contrapesos, apoyado en la ley y con capacidad, realmente, de gobernar para toda la población.