Algunos sociólogos aseveran que un país padece el “síndrome de Salomón” cuando su población adopta comportamientos o actitudes que le impiden sobresalir, brillar, destacar...cuando los estratos sociales, clase política y clase empresarial se boicotean entre sí cancelándose virtudes, capacidades y potencial para progresar colectivamente si se sumaran talentos, esfuerzos y metas comunes positivas.
Lo contrario a ese síndrome significaría madurez, contra testarudez e intolerancia...implicaría un drástico cambio de mentalidad y con liderazgos ante problemas acuciantes, un escenario complejo y con grandes desafíos que por sentido común nos debían convocar a la unidad, a trenzar con inteligencia amplios consensos, más realismo y menos banalidad...
Pero eso no es resultado de generación espontánea ni se da en maceta...
Tendría que haber primero “buen juicio político” mismo que según Isaiah Berlin no es erudición ni cultura, solo comprensión imaginativa, capacidad de percepción, intuición o sentido común asociado a la competencia para equilibrar la toma de decisiones en beneficio de las mayorías.
Y hete aquí el quid de la cuestión...
No solo no hay sentido común ni buen juicio político, tampoco armonía y si buscamos una frase sintetizadora de nuestro largo penar como país bien pudiéramos encapsularlo en una palabra:Desorden.
Ahora bien, para intentar desbrozar medianamente nuestra densa, achacosa, cacofónica y embrollada problemática nacional tenemos que ir a las causas torales que ebullen en el fondo de nuestras trepidantes vicisitudes frenéticas y tratar en poco espacio una breve pero fatigosa travesía para enunciar en sucesivas colaboraciones, las causas de la violencia.
Partimos de una economía en coma inducido después de caminar más de treinta años en círculos...el desorden se recrudeció cuando el modelo neoliberal fracasado rescató a los bancos con dinero de los contribuyentes en lugar de estimular la inversión productiva, creación de empleos y mejores salarios para incentivar la demanda interna en productos y servicios...
El desorden y con ello las simientes de la violencia se siembran con la “deuda fobaproa” estimada por la “Auditoria Superior de la Federación” en $135 mil millones de dólares (25% del PIB) y que implica un costo fiscal directo e indirecto por un billón doscientos sesenta mil millones de pesos, una deuda impagable que obliga cada año a presupuestar un cheque fobaproa solo por concepto de intereses mismos que a Junio del 2013 alcanzaron la cantidad de $554,849 millones de pesos y esa enorme deuda en lugar de reducirse crece ubicándose en $818,715 millones de pesos... Nace ahí una violenta Banca autárquica, desregulada, vendida a extranjeros sin pagar impuestos usando para ello un burdo truco bursátil y que pese a las reformas perviven la usura, el cobro de comisiones y tasas de interés desproporcionados que tensan a la población y generan descontento toda vez que además sigue sin ser un instrumento relevante en la generación del crédito que es vital para el crecimiento económico estancado.
Los incumplimientos de promesas destrozan ilusiones y la contumacia de mantener una ortodoxia económica inoperante favorecedora de las élites económicas privilegiadas adquiere un sesgo de violencia contra las mayorías que al paso de los sexenios puede considerarse como expresión de autoritarismo “teñido de ínfulas redentoristas siempre a un muy lejano futuro” y entre tanto nada se refleja en una mínima mejoría en la calidad de vida de la población.
Existe una indudable violencia estructural del sistema económico y una anarquía desestabilizadora al conservar intactos los privilegios así como las injustas estructuras para quienes se quedan con todo haciendo rutina y regla él saqueo irracional del país con la hueca fraseología de “modernidad y de progreso”... ¿habrá algo más difuso y alejado de compromisos reales???
Se les olvida a esas minorías beligerantes o en verdad nunca les ha importado que en un país profundamente desigual se generan por ellas las condiciones para el desorden, pobreza, desempleo, más delincuencia, destrucción del tejido social e irritación colectiva precisamente por la violencia de las élites que explotan a la clase trabajadora, bloquean los aumentos salariales, desploman el mercado interno, generan la corrupción de “cuello banco” sobornando a los funcionarios de los tres niveles de gobierno, legislan para más privilegios y urgentes leyes al vapor que aumentan la discrecionalidad, la corrupción y la impunidad en sus multimillonarios negocios turbios con los cuales están reventando al país.
Ejercen violencia los anarcos del mismo jaez que han transferido al extranjero, según datos de Banxico la cantidad de $207,993 millones de dólares (casi tres veces la deuda pública externa)...Solo entre el primer trimestre del 2013 y el tercero del 2014 se han transferido en un período de muy lento, casi escaso crecimiento y a cuentas bancarias del exterior $44,625 millones de dólares y otros $17,800 millones de dólares para realizar inversiones fuera del país neutralizando, anulando el esfuerzo de mexicanos en el exterior que no tuvieron ninguna oportunidad aquí violentando su entorno familiar y que enviaron al país desde su precaria situación de indocumentados $39,477 millones de dólares en remesas.
Aquí una breve digresión y pregunta: En un acto insolente con descaro Claudio X. González ofreció al Sr. Lic. Enrique Peña Nieto una inversión privada de $27,450 millones de dólares “para compensar la caída de la IED” ¿donde están esas inversiones? ¿es otra burda falacia y engaña violentamente al Presidente de la República?
Multiplica el desorden y ejerce violencia el SAT que alienta, agranda la desigualdad económica y social, contribuye a la concentración de riqueza y pone en riesgo al erario público cuando se defiende mal en litigios y querellas que solo pueden pagar los grandes corporativos o los deja perder deliberadamente para transferir recursos públicos a las élites económicas privilegiadas por un monto de $44,456 millones de pesos y donde destaca el oscuro regalo a “Televisa” por $3,335 millones de pesos. Violencia nada sutil en contra de 31.4 millones de jóvenes entre 15 y 29 años que representan el 26.2 % de la población y que por negligencias y omisiones del sistema es uno de los sectores más golpeados por el desempleo, las reducidas opciones para acceder a la educación media-superior, los bajos salarios y la inseguridad que les cancela su futuro.
Hay un alejamiento y mezquindad difícil de extirpar en el desdén partidista por las jóvenes generaciones y cuyas cúpulas venden las candidaturas al mejor postor campeando la falta de sensibilidad y de visión de futuro ante el grupo social que sería el relevo generacional de este país.
Poca eficacia en políticas públicas y en el Presupuesto de egresos de la Federación más recortes en fondos y programas para los jóvenes desde Fox (24.6%) Calderón (25.7%) lo cual representó en términos monetarios una caída de $18,400 millones de pesos y ahora el 48% de los jóvenes en la pobreza, siete millones de “NiNis” y seis millones a nivel de indigencia según la CEPAL y el “OIJ” que abundan diciendo que uno de cada dos jóvenes carece de ingresos suficientes para adquirir una canasta básica alimentaria y el 68.4% carece de seguridad social...Eso es violencia e injusticia socialmente devastadora.
Un sofisma etiquetar en automático a los jóvenes como subversivos y anárquicos por los órganos cúpula del empresariado y los poderes fácticos enemigos jurados de la sociedad mayoritaria, del orden, del respeto a las leyes, de la moral en los negocios y de la ética en las relaciones de trabajo con los asalariados.
En medio de los provocadores y minorías violentas de la aristocracia que con su avaricia, voracidad e insensibilidad ubican al país en la ingobernabilidad, plausiblemente el Sr. Lic. Enrique Peña Nieto escuchó el clamor de las calles y de las tribulaciones de este país flagelado por la corrupción de las élites, la impunidad de las minorías delincuenciales e hizo muy importantes anuncios y propuestas de cambios en materia policiaca; protección de los derechos humanos; registro nacional de víctimas; leyes específicas en contra de la corrupción donde destaca el otorgamiento de más facultades a la “Auditoría Superior de la Federación” para fiscalizar el ejercicio del gasto público en tiempo real y no de manera parcial ni extemporáneamente como ahora sucede.
Por la trascendencia e implicaciones de dichas propuestas las iremos analizando en la medida que sean profundos y eficientes sus resultados.
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