Denuncia de Problem-IMSS (otro, sí)

19 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Denuncia de Problem-IMSS (otro, sí)

IMSS

Se llama Gabriela. Tiene 37 años. Al tercer día de nacida, se contagió de meningitis bacteriana y eso la dejó con un severo daño cerebral. No camina ni se mueve. Balbucea, a veces. Sufre de incontinencia urinaria y fecal y también, tiene convulsiones recurrentes.

Es la hija mayor del matrimonio de Francisco y María Verónica. Desde chica, la atendieron en el IMSS. Pasó por varios centros, desde la Unidad Médico Familiar 2 de San Cosme, hasta Magdalena de las Salinas. Al grado en que cuando cumplió 15 años, una trabajadora social los obligó a darla de alta independiente y tramitarle un dictamen de invalidez total a Gabriela, para asegurar que nunca le faltara atención.

En el sector salud le daban medicamento para tratar su síntomas neurológicos, y rehabilitación física para evitar que se contracture y se le llague el cuerpo. Y digo daban, en pasado, porque desde hace unos meses, ya no la quieren atender. Y sus padres no saben bien porqué. Sólo les dicen que las cosas en el IMSS han cambiado. Y vaya que sí.

A Francisco, padre de Gabriela, le dio un problema circulatorio y le tuvieron que amputar todos los dedos del pie izquierdo. En la planta Fundidora donde trabajaba, por lo alargado de su tratamiento y por las secuelas, decidieron liquidarlo. El Seguro no quiso indemnizarlo porque está “bueno para la vida”, aunque “reservado para la función”.

Entonces, para no perder el seguro social que cubría a la familia, su esposa, María Verónica, entró a trabajar en lo primero que encontró: como personal de limpieza e intendencia en una oficina. Pero no se hizo tardar el Problem-IMSS. A su hija le negaron de inmediato el medicamento. Luego las terapias. Ya vendió su coche y subsisten los tres con el sueldo de ella. Y eso incluye pañales, rehabilitación física privada, medicamentos neurológicos, su cuota de la APAC y cualquier eventualidad que salga, como atender alguna fiebre, o cosas que suenan simples pero son terribles cuando vives al día y con los centavos contados.

La gente del IMSS se encoge de hombros y le dicen que el trámite se puede tomar meses, que aguante, que ni modo, que si su esposo pudiera ya jubilarse, se lo reactivarían de inmediato. Pero pues aún no tiene 60 años cumplidos y el IMSS no le quiere reconocer sus primeras semanas cotizadas, porque eran otras épocas, le sentencian detrás de una ventanilla. Ese es otro problem-IMMS, agregan.

Entonces, Francisco se ha puesto a buscar trabajo, pero no puede. El motivo es simple y bien conocido por todos: en este país, nadie le da trabajo a alguien de cincuenta y tantos y que apenas puede renguear porque uno de sus pies, es parcamente, un muñón. Y Francisco llora cuando está sólo. Llora cuando lo rechazan en cualquier vacante a la que aplica, no por el rechazo en sí, sino por la situación en la que está sumida su familia. No lo puede evitar, se siente culpable. De no haber perdido medio pie, quizás nada de esto estaría sucediendo...

Doña Mary no quiere que su marido se aflija. Tiene fe. Ella es una mujer de fe. Cree que orando se le resolverá lo que por derecho legal le corresponde. Por lo pronto, una trabajadora social le ofrece una solución alterna: volver a solicitar un dictamen de incapacidad total de la dependiente económica, por retraso mental. Junta los papeles. Los ingresa. Pasan 10 días y se los devuelven por minucias. Los vuelve a ingresar y le dicen que lo único que queda, es esperar. Y doña Mary, reza y reza y reza. Y espera.

Llama todos los días. Porque en la clínica familiar, no pueden hacer el dictamen, sino que tiene que hacerse lejos, en la fría superficie de un escritorio de algún burócrata que no ha visto nunca a la persona enferma o incapacitada, quien deberá decidir con los puros papeles, si Gabriela merece o no merece algo que ya le habían concedido hace más de una década… Sí, este es otro problem-IMSS. Doña Mary agrega: son problemIMSSmensos, no sé si alguien los pueda resolver…