Con algunas excepciones de mujeres que en este momento buscan diferentes cargos, la inmensa mayoría de lo que se nos ofrece está para llorar
Muchas son las voces que con estridencia atacan a quienes proponen la anulación del voto o por lo menos declaran que anularan el suyo; dicen, que esto beneficia al PRI y que no es propio de la democracia desalentar la participación ciudadana mediante propuestas como estas.
Ahora, el que en otras ocasiones ha mandado al diablo a las instituciones, Andrés Manuel López Obrador, urge a los mexicanos a presentarse en las urnas y votar. Será que sabe que sus oportunidades se verían disminuidas con un abstencionismo sin precedentes; lo que son las cosas, ahora quiere que todos nos institucionalicemos. Pero es que es político y eso lo iguala a los demás.
En fin, que beneficie a quien beneficie o perjudique a quien perjudique, el desánimo electoral se entiende muy bien por la oferta de estos momentos y los resultados que se han arrojado por parte de los gobiernos de todos los colores en los últimos 15 años.
Tenemos a los clásicos políticos que brincan de un partido a otro sin importar congruencia y ética. Los hay quienes dejan sus cargos para aspirar a otro dejando un tiradero en el anterior sólo para asegurar sueldos, beneficios y negocios por un período más. Todos o casi todos, repiten la cantaleta de siempre y es fácil adivinar que saldrán con la traición de siempre. ¿Y la corrupción rebosante?
Por el lado del INE, hoy más que nunca está secuestrado por los partidos, es rehén de sus caprichos y será víctima de sus insultos cuando alguno se vea perdedor; es decir, el INE ya no es el IFE de antes… ¡lástima! Dígame si eso no es motivo de tristeza.
Entonces, yo le diría a todos aquellos que ahora salen como valientes defensores del voto que vivan y dejen morir, que también la abstención y anulación de un voto es un mensaje en ocasiones mucho más poderoso que un puñado de votos a favor de alguien. Que sepa la clase política que nos avergüenza y que nos enfurece su desprecio, cinismo y corrupción. Que se vean exhibidos, acorralados y reprobados pudiera ser el comienzo del desmantelamiento de esos jugosos negocios con cargo al erario que son las franquicias políticas… las grandes, las chicas, las viejas y las nuevas, todas.
Con algunas excepciones de mujeres que en este momento buscan diferentes cargos, la inmensa mayoría de lo que se nos ofrece está para llorar. Así es que, no se desgarren las medias señores, si alguien no quiere votar o quiere anular su voto es porque razones de sobra tienen, aunque le duela al que ahora sí necesita de las instituciones para prolongar su negocito.
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