Desarrollan algoritmo para detectar riesgos de corrupción

Antes de que termine el actual sexenio, ciudadanos y autoridades tendremos a nuestra disposición mapas interactivos y visualizaciones de datos sobre los riesgos de corrupción que afectan a los diversos programas sociales.

Gracias a esta nueva tecnología, será posible saber si una beca está llegando a las manos correctas, si en el corto plazo es sostenible un subsidio para productores del campo o si hay distorsiones que evitan que una pensión llegue a los más vulnerables.

Se trata de un algoritmo que están desarrollando la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) y la organización Transparencia Mexicana, en alianza con científicos mexicanos, que detecta anomalías en la entrega de apoyos sociales a las comunidades marginadas que pueden derivar en desvío de recursos.

Cuando la herramienta esté en funcionamiento, aseguran los desarrolladores, será posible anticiparse a desfalcos como el ocurrido en Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), en el que se detectó un desvío de más de 15 mil millones de pesos a partir de un esquema de compras simuladas de miles de toneladas de azúcar.

En entrevista con ejecentral, Roberto Moreno Herrera, secretario ejecutivo del SNA y coordinador de los esfuerzos para desarrollar el primer algoritmo capaz de prevenir actos de corrupción, señala que esta herramienta busca acabar con la idea de que el sistema anticorrupción no posee productos tangibles y demostrar a la ciudadanía que el organismo tiene una utilidad pública.

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“Un riesgo de corrupción no significa, por sí mismo, que haya un acto delictivo o que haya un hecho consumado; lo que se quiere es prevenirlo”, subraya Moreno Herrera, quien aclara que una de las virtudes del algoritmo es que, a diferencia de otras herramientas que se enfocan en el análisis de los procedimientos (contrataciones, licitaciones, comprobación de gastos, etc.), éste se concentrará en los resultados de los programas sociales.

Este algoritmo, que se alimentará de una amplia variedad de bases de datos —entre ellas contrataciones públicas alojadas en Compranet, reglas de operación de los programas sociales, padrones nacionales, estatales y municipales de beneficiarios, entre otros— busca contestar tres planteamientos:

1. Si los beneficios de los programas públicos llegan a quienes más los necesitan. 2. Si la forma en que el gobierno entrega los beneficios de los programas revela algún sesgo, distorsión o ineficiencia. 3. Si es posible identificar riesgo de corrupción que ponga en riesgo las metas de las acciones de gobierno o políticas públicas.

¿En el futuro será posible aplicar el algoritmo a los programas más taquilleros del gobierno federal, como las pensiones a adultos mayores, las becas estudiantiles, Jóvenes Construyendo el Futuro o Sembrando Vida?

—En una primera etapa, lo que queremos es enfocarnos en el reparto de los productos de canasta básica, pero el objetivo es que más adelante se analicen los programas con un alto impacto económico destinados a la población vulnerable. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha apostado por la universalidad de los programas y lo que se tiene que evaluar es este objetivo estratégico. Con la metodología del algoritmo es más sencillo que se incorporen otros programas sociales.

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¿Qué reacción esperan del presidente López Obrador, quien por años ignoró al Sistema Nacional Anticorrupción, además de que la Cuarta Transformación no es afecta a las evaluaciones de resultados?

—Lo que queremos justamente es alinearnos a la agenda del gobierno federal. Al presidente López Obrador le interesan dos cosas: que estos programas, recursos e insumos lleguen a quienes más los necesitan, y que se cumplan ciertas condiciones de universalidad y de bienestar generalizado. Queremos decirle al Presidente que el Sistema Nacional Anticorrupción tiene una agenda similar a lo que él está pensando y que este tipo de instrumentos fortalecen su estrategia de desarrollo social.

Aclara: “No se busca señalar corrupción per se, sino asegurarse de que el recurso esté llegando a donde debe; si se detecta una distorsión y se corrige, eso disminuye los riesgos de corrupción. Creo que con esta tecnología no sólo gana el presidente, también gana el Sistema Nacional Anticorrupción y gana la población.

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Desde su fundación, en 2016, el Sistema Nacional Anticorrupción entró en una larga fase de articulación que impidió que los ciudadanos entendieran su funcionamiento y objetivos. Con la llegada del gobierno del presidente López Obrador, el mandatario echó a andar sus propios esquemas de combate a la corrupción, por lo que el sistema nacional —conformado por autoridades federales, estatales y municipales— permaneció en las sombras.

¿Con esta herramienta novedosa se pretende sacar al SNA del olvido en que estaba?

—El principal reto del SNA, de la Secretaría Ejecutiva, es platicarles por qué hay una valía detrás de la institución. Tuvo un proceso de maduración que llegó a tardar cuatro o cinco años para que se dé una homologación nacional; estamos obligados a demostrarle a los ciudadanos que estos productos los puede generar el SNA.

Añade: “La visión sistémica puede ayudar a que una herramienta como el algoritmo para prevenir la corrupción puede ser exportada a nivel Estado mexicano, no sólo la Secretaría Ejecutiva haga el análisis de los programas sociales, sino que las 32 secretarías estatales, órganos fiscalizadores locales lo van a poder utilizar y le van a poder sacar mucho jugo a estas herramientas para prevenir la corrupción”.

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