El desangelado Cuarto Informe de López Obrador

31 de Octubre de 2024

El desangelado Cuarto Informe de López Obrador

López Obrador no sonrió. No mostró su alegría singular cuando resaltó sus obras prioritarias como el Tren Maya o la refinería de Dos Bocas; ni siquiera lo hizo cuando habló de sus opositores

Informe de AMLO

“Amigas, amigos, servidores públicos, pueblo de México, decidimos informar en este sitio, en este lugar histórico, que simboliza el arte y la grandeza cultural de México”. El inicio de su discurso daba cuenta del lugar donde se encontraba. Era un escenario muy distinto a los 14 informes anteriores.

Para esta ocasión, el presidente Andrés Manuel López Obrador eligió los murales de la “Epopeya del Pueblo Mexicano” de Diego Rivera, justo en la parte posterior de las escaleras principales de Palacio Nacional.

El mandatario apareció en escena acompañado de su esposa Beatriz Gutiérrez Müller. Tomados de la mano llegaron hasta la escolta militar, saludaron a la Bandera y se volvieron a tomar de la mano para caminar hacia donde daría su discurso.

De espalda a los murales, sobre un pequeño templete, sin la tradicional mampara que informa sobre el evento, y acompañado sólo de tres elementos: la Bandera de México, un atril verde mucho más sencillo que el que utiliza en sus conferencias, y el Cuarto Informe de Gobierno impreso y colocado sobre una pequeña mesa antigua. Así fue el escenario.

Iba vestido de azul marino, con una corbata del mismo color pero en un tono más brillante. Su vestimenta y los murales, serían lo único colorido de este informe.

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Frente a él, en la primera fila de los 40 invitados, sus tres corcholatas: el canciller Marcelo Ebrard; el secretario de Gobernación, Adán Augusto López; y, entre los dos, la favorita, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien incluso lucía en su traje, colores similares a los de su mentor.

Luego su esposa, la doctora Gutiérrez Müller, seguida del ministro presidente de la Suprema Corte de la Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar. Al lado, y un tanto incómodo en todo momento, el fiscal general Alejandro Gertz Manero, quien fue de los pocos que lucía cubrebocas.

Valiente, López Obrador inició su discurso con el tema económico, uno de los asuntos más críticos de su administración. Estaba serio, leía las hojas que tenía en sus manos y se trababa al cambiarlas. Se le notaba disperso, y un tanto nervioso.

No todos los presentes le mostraban interés a sus datos. Mientras hablaba de la producción de alimentos y fertilizantes, el Fiscal prefirió revisar sus uñas, y Gutiérrez Müller, algo que le molestaba en la pierna.

En 45 minutos, cuando hablaba del Tren Interoceánico y el México-Toluca, recibió el primer y único aplauso de su discurso, el único que interrumpió la lista de logros, según su visión.

En las esquinas, como si de sus escoltas se tratara, el General Luis Cresencio Sandoval cuidaba su lado izquierdo, mientras el Almirante José Rafael Ojeda, hacía lo propio al lado derecho.

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El comandante de la Guardia Nacional —corporación que se encuentra en el ojo de la discusión por su iniciativa para integrarse a la Sedena—, el general Luis Rodríguez Bucio, así como la encargada de la Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez, fueron los grandes ausentes.

Tampoco asistió Santiago Creel, el panista y recién nombrado presidente de la Cámara de Diputados, a diferencia de Alejandro Armenta Mier, que recibió su nombramiento para presidir el Senado de la República los primeros minutos de este jueves y que sí estuvo presente.

Otro de los asistentes que recibió saludos y abrazos al final del informe, fue el segundo de los hijos del Presidente, Andrés Manuel López Beltrán, quien con efusión fue apapachado por los integrantes del Gabinete.

López Obrador no sonrió. No mostró su alegría singular cuando resaltó sus obras prioritarias como el Tren Maya o la refinería de Dos Bocas; ni siquiera lo hizo cuando habló de sus opositores, de “los conservadores”. Permaneció serio en todo momento.

“Amigas y amigos, les confieso que ahora poseo más aplomo y serenidad que antes. Ha crecido aún más, esto sin duda, mi respeto y el amor al pueblo”; cuando soltó esa frase, que indicaba el fin de su discurso, algunas risas tímidas se escucharon entre los presentes.

“Creo con racionalidad, con mística y con optimismo, que triunfará la Cuarta Transformación de México. Y en lo personal, me siento bien y de buenas, estoy feliz porque la revolución de las conciencias ha reducido al mínimo el analfabetismo político. Gracias a los servidores públicos que me acompañan y a todas y todos los mexicanos por participar en esta odisea en pos de la felicidad del pueblo y la prosperidad de la patria”, dijo antes de concluir con sus tradicionales arengas de “¡Viva México!”.

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