El fracaso del comisionado

23 de Abril de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

El fracaso del comisionado

IDALIA

Pareciera que al comisionado de la Policía Federal Enrique Galindo Ceballos no sólo le afecta en su trabajo la pugna que inició contra su jefe, el titular de la Comisión Nacional de Seguridad, Renato Sales, y que no cuenta con el respeto de centenares de agentes federales que comanda; sino también que no lo acompañan mandos tácticos eficientes para operativos sensibles como el que implementaron en Oaxaca el domingo pasado y, por si fuera poco, no sabe hacer inteligencia ni conoce su país.

No es la primera vez que fracasa el comisionado en un operativo de alto impacto social. Tampoco es la primera vez que se le cuestiona. En los círculos más serios de seguridad e inteligencia nunca se le consideró el mejor perfil, por su poca experiencia y entrenamiento, porque en 2006 fue destituido del ISSSTE y tuvo que pagar 56 mil 643 pesos como sanción, y además dos veces en los exámenes de Control de Confianza de instituciones de seguridad en San Luis Potosí se le consideró “no recomendable”.

Ese es el comisionado de la Policía Federal que acumula, hasta ahora, cinco Recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, por actuaciones arbitrarias o el uso excesivo de la fuerza de sus agentes. Y que en dos años suma, por lo menos, siete operativos fallidos contra grupos sociales particularmente en Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Michoacán.

Algunos casos: en abril pasado, en Chilpancingo al desalojar la Autopista del Sol que bloqueaban campesinos y transportistas que exigían seguridad y el regreso de médicos y maestros a sus comunidades, resultaron una decena de heridos, entre ellos cuatro agentes lesionados de bala y un menor que además de ser golpeado fue detenido y sólo pasaba por el lugar. Ese día, 42 fueron los detenidos que liberaron más tarde.

También en Guerrero en junio de 2015, normalistas de Ayotzinapa se enfrentaron por más de una hora en una batalla campal con elementos de las policías federal y estatal en la carretera Chilpancingo-Tixtla; el resultado fue de seis heridos, cuatro de la policía estatal y dos normalistas. Y poco antes, en febrero, en Acapulco se enfrentaron maestros de la CETEG y jubilados, con agentes federales, de los que resultaron por lo menos 12 heridos, siete policías y cinco manifestantes.

En la mayoría el resultado es similar: policías federales retenidos o heridos por manifestantes, trifulcas que duran por lo menos una hora, civiles lesionados, muertos o disparos de armas de fuego.

Uno solo de estos errores o el cúmulo de ellos, habrían ya obligado a un comisionado a presentar su renuncia. En el caso de Galindo Ceballos desde el lunes se discute su salida difícilmente se consumará, porque su principal apoyo es el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el argumento para sostenerlo es que no quieren que se interprete como la aceptación del fracaso. A pesar de lo grave de los sucesos y a pesar de que cada vez menos tiene el respeto y confianza de la policía que dirige.

El domingo en Oaxaca no sólo no se comprendieron las razones del movimiento, su dimensión, conformación y vínculos, tampoco se tenía información de inteligencia para conocer sus puntos débiles, cercarlos y dejar un punto de salida para evitar muertos y heridos. Se apostó a colocar efectivos armados vestidos de civil que provocaran confusión, por parte de la CNTE o por parte de la Policía Federal. Al final se decidió confrontar.