Los avances en la agricultura y tecnología han permitido tener una amplia variedad de frutas y verduras todo el año, incluso aquellas que crecen en determinada época del año; sin embargo esto tiene un alto costo para el medio ambiente y el planeta. Así lo señala un reporte publicado en Nature Food, que aclara que el transporte de estos alimentos desde su punto de siembra hasta los comercios en donde se venden, así como su producción y el cambio en el uso de la tierra representan casi el 20% de las emisiones contaminantes totales de los sistemas alimentarios.
Este gasto ambiental es más marcado en los países más desarrollados, que generan aproximadamente 46% de este tipo de emisiones, pese a albergar únicamente al 12.5% de toda la población mundial. Esto se explica en mayor medida por las frutas y verduras, que son sometidas a procesos de enfriamiento o congelación durante su transporte y almacenamiento, lo que aumenta el coste energético.
Para llegar a esta conclusión, los expertos analizaron 74 países y 37 sectores económicos, entre los que se incluye la ganadería, carbón, frutas y verduras, así como cuatro modos de transporte.
A este gasto en las “millas de alimentos”, como se conoce este factor, se suma que el transporte de carga global asociado con el consumo de vegetales y frutas contribuye con 36% de las emisiones de alimentos por milla, casi el doble de la cantidad de gases de efecto invernadero liberados durante su producción, motivo por el que los autores recomiendan dar preferencia a los productos locales frente a otros que crecen en determinadas zonas.
“Nuestro estudio muestra que además de cambiar hacia una dieta basada en plantas, comer localmente es ideal, especialmente en países ricos”, señaló David Raubenheime, ecologista nutricional de la Universidad de Sydney, a The Guardian.
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