El retorno de Obama

25 de Abril de 2024

El retorno de Obama

Barack

El expresidente retorna a la vida política casi por necesidad; saldrá a defenderse de Donald Trump

Barack El expresidente retorna a la vida política casi por necesidad; romperá con la tradición del retiro, saldrá a defenderse de Donald Trump y para proteger su legado, aunque los embates del republicano apenas representan la punta de estrategia que planteará como distractor y venganza

Juan Pablo de Leo

Surfeando en la isla privada de Richard Branson o caminando por las calles con chamarra de cuero café, lentes oscuros y jeans, el expresidente Barack Obama está de regreso en más de una forma y su presencia será vital para formar el panorama político de la oposición en el rompimiento de una regla no escrita entre presidentes, relacionada con la distancia entre administraciones entrantes y salientes. Luego de la inauguración de Donald Trump, el 20 de enero, Barack Obama tomó por última vez el Marine One hacia la Base Andrews para abordar un vuelo que lo llevaría a unas largas vacaciones que no pasaron inadvertidas.

A los pocos días, la prensa publicaba imágenes de los Obama en la playa: Barack con una gorra puesta al revés en el mayor símbolo de relajación que pueda haber y Michelle caminando a su lado, descalza. Las redes sociales bromeaban acerca del buen tiempo que parecían tener y ante ello era muy poco probable que volvieran a un país en caos ante el inicio de la administración Donald Trump.

Las vacaciones terminaron cuando Obama fue “casualmente” visto en Nueva York saliendo de un edificio en la Quinta Avenida, a solo unas cuadras de la Torre Trump. La presentación de Obama en sociedad fue vitoreada por una multitud que tras unas vallas le aplaudía emocionada. El mensaje era claro y en territorio enemigo, de visitante: Nueva York, la ciudad de Donald Trump. Obama vaqueroEl regreso de Obama no se ha limitado a las apariciones públicas que ha tenido en diversas ocasiones desde el final de sus vacaciones. La búsqueda por el liderazgo dentro del Partido Demócrata, que se encuentra en una crisis de identidad ante las recientes y continuas derrotas electorales que han sufrido y que los tienen mermados a pesar de haber sostenido el poder federal durante los últimos ocho años, ha llevado a Obama a tomar mano en el asunto y logró colocar a Tom Perez, exsecretario del Trabajo durante su administración rumbo a la presidencia del partido. Existen diversos movimientos al interior de los demócratas, que al igual que los republicanos buscan encausar el rumbo del partido de tal forma que atiendan a un electorado cambiante, exigente y desconfiado.

Bernie Sanders, a pesar de ser semindependiente, y Elizabeth Warren representan una parte progresista y de extrema izquierda en muchos planteamientos ideológicos que empujan dentro del partido.

El representante demócrata Keith Ellison es otro de los perfiles que pretenden empujar a la izquierda al partido. Contendiente por la presidencia del Comité Nacional Demócrata, Ellison perdió ante Perez en una cerrada elección que elevó su perfil, pese a ser derrotado por el aparato demócrata del establishment y que continúa con un proyecto que muchos han cuestionado por caduco, encabezado por Nancy Pelosi, Schumer, los Clinton y Obama.

›La cercanía de Tom Perez con Obama es innegable y ante ello la posibilidad de que el expresidente pueda tener una línea directa sobre el mando del partido ante la guerra que ha emprendido Trump contra su legado, incluyendo la Reforma de Salud Obamacare, es amplia.

La política estadunidense cuenta con la regla no escrita de no intervención entre administraciones. Los expresidentes no comentan sobre las acciones que toman los presidentes en turno, así como estos últimos no se meten con las acciones tomadas por sus antecesores.

Como la mayor parte de las formas en esta nueva administración, eso también ha cambiado. Ante las amenazas y acusaciones de Trump contra Obama, como el supuesto espionaje que será tomado por el Congreso republicano para seguir atacando a la administración Obama aún ya después de finalizada, el expresidente se ve en la necesidad de inevitablemente operar en favor de su gobierno y legado. Aunque advirtió desde la campaña presidencial que no se quedaría callado cuando considerara que los valores americanos estuvieran en juego, Obama aún no se pronuncia contra las políticas propuestas e implementadas por Donald Trump. Si acaso su equipo de comunicación ha hecho algunas precisiones, los ataques de Trump por Twitter contra la presidencia, Obama aún no han tenido acuse de recibo en el demócrata.

A pesar de ello, a través de indirectas dentro y fuera del partido, Obama dio a entender que estará presente en la primera línea de defensa como oposición y operativo.

Pendientes. Barack Obama ha demostrado que no se ha ido; está dispuesto a luchar por su partido en el entendido de que es un buen político.

La derrota de los Clinton fue mucho más que electoral, e independientemente del futuro de la carrera política de Hillary, su poder e influencia al interior del Partido Demócrata nunca será el mismo. La noche del 8 de noviembre marcó para muchos el final de una era y eso incluye a los Clinton. La necesidad de retomar el poder y de encaminar al partido de nueva cuenta a una buena estrategia electoral que le permita regresar al legislativo y eventualmente al federal ha creado distintas visiones sobre lo que deben hacer para retomar el voto blanco de clase media, media-baja, que le ha entregado el poder a Trump a través de movimientos como el Tea Party que poco a poco fueron secuestrando el Partido Republicano y que sienten que su país se les va de las manos.

La debilidad del partido presenta realidades que permiten poca maniobra en las estrategias que pudieran tener disponibles para detener la agenda Trump y salvar lo que puedan de Obama.

Será precisamente él quien asuma ese liderazgo y esa vacante que existe entre los demócratas. Desde la estrategia y negociación que pueda empujar para salvar Obamacare hasta la plataforma partidista sobre la que corra la nueva identidad, serán procesos en los que Barack Obama se vea involucrado. Los buenos contactos que tiene en el ámbito legislativo con Pelosi y compañía, que construyó a pesar de las derrotas y la pésima relación que tuvo con las Cámaras, una vez que los republicanos tomaron control luego de haberse jugado todo el capital político con la Reforma de salud, le permitirán un buen acceso a las decisiones que como bloque pretendan tomar. El ciudadano Barack Obama se convertirá en político y operador casi por necesidad.

El ataque de Trump sobre el supuesto espionaje es sólo el principio y la punta de estrategia que planteará constantemente como distractor y venganza.

La reputación de Obama como presidente se verá constantemente bajo ataque por la actual administración. Confrontar a Obama aun fuera de campaña y tras un inicio cordial plantea una oportunidad de mantener el mensaje, abrir la posibilidad a excusas, distraer de las distintas crisis y abre un escenario de intercambio en donde todo se vale.

Muchos consideran que al igual que Hillary en su momento como exprimera dama, Michelle Obama tiene un gran futuro en el ámbito político a pesar de que ella se niega a entrar. Si fuera por ellos como pareja, seguramente se estarían dedicando a la construcción de la Librería Presidencial de Obama, a escribir libros a cambio de millones de dólares, dar conferencias, viajar, atender una fundación a su nombre y otras tareas a las que comúnmente se dedican en el retiro lo presidentes.

Obama ha demostrado que no se ha ido, que está dispuesto a luchar por su legado y partido en el entendido de que es un buen político. Mientras más pronto pueda sentar su legado fuera de cualquier peligro con Trump, más tranquilo podrá vivir la vida que los expresidentes viven. La reelección de Donald Trump es un asunto personal que comienza a ser atendido desde lo más alto hasta las bases, y la elección de Perez a la presidencia del partido lo confirma. Trump ha lanzado la primera bola que hora está en la cancha de Obama. Que comiencen los juegos.