Maid: entre el cine y la telenovela

8 de Mayo de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Maid: entre el cine y la telenovela

alejandro aleman

Maid inicia como una película de terror (The Invisible Man, 2020). Alex (22 años) observa a su marido mientras este duerme. Lentamente se levanta de la cama y sin hacer ruido se viste, carga a su pequeña hija de apenas dos años y ambas escapan de la casa.

Madre e hija huyen del monstruo pero este despierta, las sigue, les cuestiona, ¿por qué se van? En la mente de Alex siguen vivas las imágenes de la pelea en la noche anterior: gritos, vasos rotos y golpes en la pared. No más. Pero esto es apenas el inicio de una larga travesía para tratar de sobrevivir sola con su hija.

Se trata de la adaptación del libro de memorias de Stephanie Land, Maid: Hard Work, Low Pay and a Mother’s Will to Survive. Land básicamente vivió lo que vemos en pantalla: la lucha de una mujer sola, violentada, sin estudios, que trata de mantener a su hija de dos años trabajando como doméstica en casas de millonarios.

El primero de los diez episodios (de una hora de duración) es el mejor. Luego de escapar, Alex entra al laberinto de la asistencia pública, buscando casa, trabajo, guardería. Todo lo anterior mientras tiene 12.35 dólares, mismos que vemos cómo disminuyen gracias a un muy útil y dramático letrero en pantalla que lleva cuenta de su pobreza.

A ojos del público norteamericano, el viacrucis de Alex suena de terror, pero desde este lado del Río Bravo, hay cosas envidiables: allá el estado tiene infraestructura para tratar a los grupos vulnerables, perfectible claro, pero la tiene. Acá, como bien sabemos, ya ni guarderías hay.

Maid (cuyo nombre en español probablemente sea mejor: Las cosas por limpiar) es una experiencia circular, a veces convincente, a veces frustrante, a veces banal.

Con un movimiento pendular entre el drama y la telenovela, la serie tiene sus mejores momentos cuando se convierte en un manual sobre cómo actuar frente a la violencia doméstica, revelando datos como que las mujeres pueden irse y regresar de una relación violenta hasta siete veces antes de “darse cuenta” y huir definitivamente.

La serie es visible, principalmente por la actuación -natural y conmovedora- de la hermosa Margaret Qualley en el papel de Alex. Es ella quien, a punta de close ups, sostiene toda la serie a pesar de las cuestionables decisiones de guion que llevan a Alex de ser una madre sufridora a una mujer que le arrebata a la vida un momento para vivir su sexualidad (aquel capítulo de Tinder).

Me temo que su calidad de telenovela es lo que ha llevado a Maid a competir contra El Juego del Calamar por la primera posición de lo más visto en Netflix. En todo caso, vale la pena el tiempo invertido, aunque no dejo de pensar que esto pudo ser una muy buena película y no una serie medianamente efectiva.

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