AMLO y SCJN: insana distancia

16 de Abril de 2024

Raúl García Araujo
Raúl García Araujo
Reportero con andanzas en varios periódicos y ex coordinador de información en FOROtv de Televisa.

AMLO y SCJN: insana distancia

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Uno se acuerda de los amigos; de los que no lo son, simplemente no. Esto sucedió en la conferencia del viernes pasado cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador sufrió un lapsus amnésico y olvidó el nombre del Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.

Pero eso no fue todo, le montó el apellido Zavala, del cuñado (Juan Ignacio) de su más acérrimo rival, el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa.

Y aunque luego le prodigó un par de comentarios, para desagraviar como: “es una gente de primera, es gente buena”, el daño ya estaba hecho.

Al margen de si el lapsus fue de relevancia o no, y que el presidente de la República estaría obligado a saber el nombre de quién encabeza a otro de los poderes de la Unión, el punto central es que el hecho denota que el Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación no es su amigo, como tanto ha presumido Zaldívar Lelo de Larrea, y que el presidente apuntala para no contrariarlo y para guardar las formas por conveniencia política.

El presidente López Obrador tiene escasísimos amigos, y Zaldívar Lelo de Larrea no se cuenta entre ellos.

En realidad su “amistad” (?) data de poco antes del triunfo electoral de la 4T, cuando ya se perfilaba, según las encuestas, el entonces candidato presidencial opositor, López Obrador, rumbo a la victoria.

Fue entonces que el Ministro Zaldívar buscó afanosamente el acercamiento, a través del Jurídico de la Presidencia, Julio Sherer Ibarra.

Lo mismo hizo, en su momento, con el Jurídico del entonces presidente, Enrique Peña Nieto, Humberto Castillejos, de quién sí se hizo amigo profundamente entrañable.

Pero más allá de la amnesia del Presidente López Obrador, lo realmente preocupante para la vida republicana del país, es que todo apunta a que tampoco le da trato de amigo, sino de empleado y de ello hay múltiples pruebas en las conferencias mañaneras, desde donde frecuentemente le gira instrucciones, pasando por alto que se trata del máximo representante de un poder hipotéticamente autónomo.

La más reciente fue precisamente el día en que el presidente de México acusó el olvido. Le dijo al Ministro Zaldivar que le mandaría, a través de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, una tesis para que la apliquen los jueces y magistrados cuando haya flagrancia, y le pidió, por adelantado al Ministro Presidente de la Suprema Corte, hacer pública la carta, que también le enviaría, a través de la misma emisaria, donde se hace referencia a dicha tesis.

Dadas las constantes indicaciones que surgen de Plaza de la Constitución número 1 al número 2, palacios ancestrales a los que divide solo una calle, la de Corregidora, y dado el actual reclamo de Jueces y Magistrados por no sentirse representados, mucho menos protegidos, sino todo lo contrario, sobajados y humillados en el actual sexenio, el Ministro Zaldívar Lelo de Larrea enfrenta una ineludible disyuntiva: Marcar, en los hechos, una auténtica línea divisoria entre la independencia y la autonomía, como lo mandata la Constitución, y como lo exige todo el Poder Judicial de la Federación o, bien, sigue por la línea de su supuesta amistad con el presidente de la República, lo que implica continuar con la sumisión que tanto ha dañado la imagen del Poder Judicial de la Federación.

En Cortito: Para los periodistas experimentados y especializados, la del domingo en la Secretaría de Salud, fue la aplicación de un manual de manejo de crisis: crearon un problema -que distaba mucho de serlo-, lo administraron y, como por arte de magia, lo resolvieron (?). Eso sucedió la tarde del domingo pasado cuando “enfermaron” al secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, al que ubicaron “hospitalizado de emergencia”, en el Hospital Médica Sur, por cierto no en un hospital del Sector Salud.

Una vez “resuelta la crisis” (?) generada, la pregunta es la faramalla montada con la anuencia o con el desconocimiento del propio titular de Salud o por una motivación estrictamente personal.