"Espero que mi hijo toque la puerta y diga papá estoy aquí"

19 de Abril de 2024

“Espero que mi hijo toque la puerta y diga papá estoy aquí"

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50 mil manifestantes hicieron que su voz fuera escuchada en el Zócalo capitalino

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ITZEL REYES, GABRIELA RIVERA, MARÍA IDALIA GÓMEZ y JORGE VILLALPANDO

Aunque tenía el micrófono y se escuchaba perfectamente, de todas formas gritó con la fuerza que da la rabia y la desolación: “Solo dos días vamos a darles, si no, que se atenga a las consecuencias”. Y el Zócalo, en respuesta, se cimbró exigiendo, “¡Justicia!, ¡Justicia!, ¡Justicia!”.

Así soltaron el ultimátum al gobierno federal, seco y directo, a través de la voz de Rafael, uno de los padres de los 43 normalistas desaparecidos. Los demás familiares estuvieron de acuerdo, y uno más lo repitió, por si había aluna duda:

“Le están dando largas a esto, no se a quien quieren tumbar, les doy dos días al gobierno nada mas, si no aparecen vamos a tomar otras medidas”.

Los padres de los estudiantes de la Normal Rural, recorrieron casi 300 kilómetros, desde Ayotzinapa hasta Palacio Nacional, arropados por miles de ciudadanos que colmaron el Zócalo, que formaron vallas sobre Reforma y Juárez, que los acompañaron con pancartas, música, con gritos, con velas, con el puño levantado, con la ‘V’ de la Victoria, con su indignación.

Durante esas cinco horas que duró la manifestación, los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos y seis muertos, sostuvieron las pancartas que mostraban los rostros de los normalistas, en ningún momento los soltaron, al contrario, los apretaron y a ellos se aferraron. Las imágenes, esas que muestran a muchachos no mayores de 20 años, con rostro sereno, las sostienen rectas, para que se vean bien, para que no se doblen, para que no se olviden.

Ellos, los familiares, encabezaron la marcha que arrancó en El Ángel de la Independencia, y atrás, sin importar ideologías o tendencias, ni clase ni oficio, llegaron estudiantes de las Normales del país, de Universidades, Escuelas o preparatorias públicas y privadas, muchos adultos mayores, maestros, oficinistas, familias, monjas, y toda clase de activistas, hasta formar una columna de cinco kilómetros, que necesitó cuatro horas para poder llegar la retaguardia al Zócalo.

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Pero fue más allá, fue una causa que movilizó a México y una parte del mundo. Que se hizo presente en 20 ciudades del país y 19 más en Asia, Europa y Latinoamérica. Y así, por todas partes, resonaron sus palabras:

“El gobierno no nos ha respondido como debiera y nosotros estamos dispuestos a dar la vida por nuestros hijos. Sigo esperando a mi hijo, mi fe no ha muerto. Le exigimos al gobierno que nos de respuesta lo más hondo que pueda, porque la sociedad civil va a explotar”, se escucha la voz desconsolada de uno de los padres de los estudiantes desaparecidos.

Y la respuesta de los miles de manifestantes siempre fue la misma: “¡Justicia!, ¡Justicia!, ¡Justicia!” y “¡Fuera Peña!, ¡Fuera Peña!”

[su_heading size="25" margin="10"]Jóvenes y jesuitas[/su_heading]

Sus rostros morenos reflejaban angustia. Sus ojos, inundados de tristeza, están hinchados de poco dormir y tanto llorar. Es apenas la mañana del miércoles y han llegado desde Guerrero a la casa de los jesuitas, la Universidad Iberoamericana.

No están vencidos, pero sí se notan cansados y abrumados. Su dolor, el de las familias, se proyectó y terminó por inundar la sala.

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“No sé en qué condiciones se encuentra mi hijo; si lo están maltratando, si come. No puedo dormir. Espero que toque la puerta y diga papá estoy aquí", soltó Clemente con voz entrecortada y lágrimas.

El auditorio José Sánchez Villaseñor, de la Ibero, estaba completamente lleno, estudiantes y profesores, todos indignados y fue precisamente ese sentimiento que los reunió en una misa y luego en una mesa de discusión.

Los alumnos de la Ibero escucharon a Clemente y a un estudiante de la Normal de Ayotzinapa, que denunciaron que debieron pasar 14 días de la desaparición de los normalistas para que el procurador, Jesús Murillo Karam, los recibiera.

Los padres que se encuentran en Ayotzinapa, relató Clemente, están pasando por una situación peor, porque “no se les lleva la información como debe de ser”.

[su_pullquote]Las ciudades: Madrid, Sao Paulo, Honduras, Munich, Tokio, Londres, Barcelona, Washington, Caracas, Lima, Buenos Aires, Santiago de Chile, Austria, Escocia, Finlandia, Noruega, Francia, Dinamarca y San Diego.[/su_pullquote]

El estudiante, con facciones duras y sin un indicio de sonrisa en su rostro, comentó que las autoridades les han dicho que no hay nada en las investigaciones sobre sus compañeros, que simplemente desaparecieron.

“Vamos a denunciar aunque nos desaparezcan. Porque en Guerrero hay una inseguridad muy fuerte, Que alguien le diga a los 43 que los estamos esperando en la escuela, nos hacen falta 43, los estamos esperando de regreso, sus amigos, sus compañeros, sus papás los estamos esperando en la escuela, no sabemos que día lleguen pero vamos a seguir pidiendo la presentación con vida de estos 43”, soltó.

“¡No están solos. No están solos. No están solos!... Vivos de los llevaron, vivos los queremos”, respondió en un solo grito todo el auditorio.

A los familiares de los normalistas desaparecidos les regalaron flores y luego vino el pase de lista, nombre por nombre, y en cada uno, en un grito firme y obstinado de los asistentes: “Vivos los queremos”.

[su_heading size="25" margin="10"]Una razón, un movimiento[/su_heading]

Desde la mañana, en diferentes puntos de la Ciudad de México y del país, estudiantes comenzaron a cerrar algunas calles y avenidas. Y por la tarde, pasadas las cuatro, los contingentes comenzaron a llegar, la UNAM con todas sus facultades y escuelas, del ITAM, CIDE, Colegio de México, CCH, preparatorias, vocacionales y bachilleres, también de escuelas privadas.

Detrás de ellos, arribaron los contingentes del Instituto Nacional de Bellas Artes, ahí parecía una verdadera fiesta, unos bailaban al son que les tocaban pues también traían tambores y bongos, mientras que otros cantaban, incluso entonaron el Himno Nacional.

Ya tenía una hora de haber salido la vanguardia de la marcha y los alrededores del Ángel de la independencia estaba totalmente llenos, alumnos de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, Aclatlán y Zaragoza ya se encontraban gritando y brincando, entre goyas y huelums; también llegaron los alumnos del Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME), después de la Facultad de Ciencias Políticas.

En las filas podías ver muchachos con batas; tanto por estudiar medicina, veterinaria y química, algunos con instrumentos musicales, otros con ropa de danza, y el resto con jeans y playeras sport, pero la mayoría portaba su indignación escrita en cartulinas y mantas.

Hacia décadas que el Huelum y los Goyas, no se entonaban juntos por las calles del DF, y así se escucharon ayer. Y se fueron sumando organizaciones sociales a una manifestación que no era festejo sino un grito de esperanza y de dignidad.

Eran lo mismo, ayer fueron los mismo, el Movimiento Nacional de Autodefensa de la República, la Coordinación de Pueblos y Barrios Originarios y Colonias de Xochimilco, el Frente de Organizaciones Sociales de Azcapotzalco, Morena y las Mujeres de Morena, Instituto de Educación Media Superior y Los danzantes del centro.

No hubo convocantes formales para la marcha, todo fue a través de redes sociales, entre amigos o familiares, llegaron todos a pasar lista de los 43 estudiantes desaparecidos, decenas de veces, y lo mismo gritaban su nombre y recordaban su ausencia.

Y lo hicieron los de Atenco, la Central Universitaria de Trabajadores, la Organización Nacional del Poder Popular, los de la Benemérita Escuela Normal de la Ciudad de México, el Movimiento Socialista de México, Asamblea de Barrios, Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), Movimiento de los Trabajadores Socialistas, Universidad de los Pueblos del Sur, Frente indígena y Campesino de México.

Todos querían que sus gritos fueran los más sonoros, pero cuando coincidían parecía que el lugar vibrara. Y cuando gritaban que “el que no brinque es Peña”, y saltaban, parecía que la tierra se agitaba.

Y el caminar no fue pesado, lo acorta y le da sentido la fuerza del canto que recuerda tiempos revolucionarios, que es transgresor sólo por la fuerza que los jóvenes que lo entonan.

“Sí queremos y sí nos da la gana ser una nación libre y soberana. Por qué, por qué los asesinan si son la esperanza de América Latina”.

Los aplausos iniciaron cuando por Reforma se acercaban los compañeros de la Escuela Normal Superior de México y ellos correspondieron gritando más fuerte “vivos se los llevaron, vivos los queremos”.

En un abrir y cerrar de ojos, la Universidad Atónoma Metropolitana- Azcaportzalco, la FES Cuautitlán, la Esime Culhuacán, y la Facultad de Psicología ya estaban acomodados y listos para avanzar.

Cuando la noche cayó y las luces rosas que iluminan los monumentos en Reforma se encendieron, también fueron prendidas antorchas, primero fueron cerca de 25 en el área del Ángel, después se prendieron velas y veladoras para acompañar el camino. Las consignas continuaban, en algunos momentos los estudiantes contaban del 1 al 43 y después un grito estremecedor de “¡Justicia!, ¡Justicia!, ¡Justicia!”.

En algún momento la marcha se volvió silenciosa, precisamente cuando caminaban frente al edificio del Senado de la República, la gente alzó la mano derecha y levantaba los brazos con la “V” de la victoria.

Las autoridades del Distrito Federal matizaron la cifra, dijeron que apenas 50 mil fueron los que se manifestaron, pero las redes sociales aseguraban que sumaron cerca de 150 mil. Quién sabe cuántos fiueron en realidad, pero ya en Zócalo, han pasado más de cuatro horas y los contingentes continúan arribando, por eso el grito que se ha oído en toda la marcha, retumba, cimbra los edificios y no se cansa, y no se agota:

“¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.

Sólo por un instante y en un tramo de la marcha, un grupo radical hizo pintas y rompió los vidrios de un banco, pero no fueron secundados, ni siquiera tomados en cuenta.

Cinco horas costó cruzar todo el trayecto y que las familias de Guerrero contaran su dolor y su fuerza, y los ciudadanos los acompañaron hasta el final.

Antes de Ayotzinapa, las organizaciones, escuelas, estudiantes y cientos de ciudadanos, no habían encontrado ni una razón, ni un discurso, o un símbolo que los uniera, pero por esta vez tuvieron y creyeron, todos, la misma causa.

Colocaron los 43 pupitres al pie del podio. Estaban vacíos, pero estaban al frente y no estaban solos.

[su_heading size="25" margin="10"]"Esto cambiará pronto”, Asamblea Intrauniversitaria[/su_heading]

En poco tiempo podría quedar conformado el Consejo Nacional de Huelga, que se integrará por distintas universidades y escuelas del país. Sandro Mendoza, estudiante del Instituto de Astronomía de la UNAM, comentó que se están llevando a cabo reuniones y discusiones sobre la construcción de esa nueva estructura que conjuntará a estudiantes del país.

Durante la marcha de Ayotzinapa y tras escuchar las palabras de los papás de los normalistas aseguró que el cambio social está próximo. “Los normalistas y esos cuerpos que están enterrados en las fosas son las semillas de un árbol que está creciendo muy rápido. Estoy segura que esto va a cambiar muy pronto”, comentó la estudiante integrante de la Asamblea Intrauniversitaria.

Esta Asamblea ha logrado sumar a decenas de escuelas del Distrito Federal en las últimas dos semanas, pero se espera que en las próximas semanas crecerá el número de universidades de otros estados del país y así poder conformar el Consejo Nacional de Huelga, “que demuestre al Estado el hartazgo de la juventud mexicana”.