#ExpresoDeCabaret | En defensa de las telenovelas: Benjamín Cann

20 de Abril de 2024

#ExpresoDeCabaret | En defensa de las telenovelas: Benjamín Cann

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Apasionado de la ópera y el teatro, el director advierte que la novela televisiva revela la realidad de una sociedad e incluso de un país que ha entrado en otra dinámica para comunicar sus historias: el streaming

Originario de la Ciudad de México, en sus inicios en el cine este multifacético creador escribió y dirigió la película De muerte natural, con actrices de la altura de Angélica Aragón y Ana Ofelia Murguía. A inicios de la década de los 2000, realizó su obra maestra: el largometraje Crónica de un desayuno, que le valió reconocimientos internacionales como el premio Caligari en el Festival de Berlín y el Mayahuel en el Festival de Guadalajara.

Entre sus trabajos más recientes se cuenta Barataria, Estado de México e Instrucciones para ir al cielo. Pese a que comenzó su carrera como director de cine en 1982 con la cinta Yo no lo sé de cierto, lo supongo, defiende con ahínco las telenovelas (de las que ha dirigido por lo menos una treintena). Se estancaron, reconoce, pero han evolucionado y les falta mucho por hacer.

¿Cuál es uno de los prejuicios más grandes de las telenovelas? Se piensa que en la telenovela el director no trabaja, que sólo obedece órdenes del productor. Pero es un prejuicio muy justificado: muchos de mis compañeros que no son directores se limitan a seguir lo que dice el guion. Si no salen las lágrimas y en el guion lo dice, ‘te la pongo yo’. Hay mucho improvisado que demerita la televisión, que es el género más difícil. En la televisión hay que resolver en el momento, trabajar con el mundo interior de los actores ahí mismo.

De tantos títulos dirigidos, casi 30, ¿cuáles son sus telenovelas consentidas? Por lo menos tres: Dos vidas (1988), la reciente versión de Rubí (2004) y Vencer el miedo (2020), que es la más reciente. Dos vidas planteaba el dilema a renunciar a la vida sumisa de una mujer, como cualquier otra, para seguir su individualidad. Rubí es muy bien conocida la trama: una joven ambiciosa que pasará encima de cualquiera para lograr lo que quiere y Vencer el miedo también es una historia que retrata la vida de cuatro mujeres, todas de diferentes edades, que se enfrentan a los obstáculos a los que se enfrenta cualquiera.

En este escenario pandémico, ¿usted percibe que el género de las telenovelas está en crisis? Es injusto llamarlo crisis. Crisis es la que está viviendo el país, crisis de confiabilidad de información. La televisión no es sino un medio de entretenimiento, no lo digo peyorativamente, el entretenimiento absoluto no es negativo sino positivo y muy necesario. En la televisión abierta —que es donde se hacen abiertamente las telenovelas, aunque hoy uno puede ver en Netflix y Amazon varios productos, muchos, que si bien son llamados series, son telenovelas—, es un medio muy competitivo.

Entonces ¿el streaming sería un medio ideal de proyección? Lo cierto es que hay mucho público para las telenovelas y seguramente porque se identifican con la forma de ver la vida en los contenidos, para bien o para mal. Si antes las telenovelas se decían aspiracionales y fomentaban una sociedad de consumo, hoy está muy definida por otros patrones. En el caso del streaming, aún la gente que no tiene los medios económicos para inscribirse a todas las posibilidades de streaming ha encontrado formas de robárselo o de piratearlo como es tan típico en nuestro país.

¿Hay un punto de quiebre por el que pasa esta industria? Entre el 2014 y 2015 vino el gran punto de quiebre en el que se cayeron los ratings, en el que los anunciantes empezaron a buscar otras formas de anunciarse (...) y es cuando empezaron a recurrir a las redes y esto afectó no sólo a la televisión, sino a los medios impresos, muy drásticamente. Ahí empezó y creo que parte de lo que lo propició es que las productoras de televisión encontraron un punto de comodidad, un centro de acomodo y estaban contando las mismas historias con los mismos actores, los llamados refritos (...) La gran evolución viene, en todo caso, en los contenidos, en que la televisión haya sido capaz de cambiar sus contenidos y buscar nuevas formas (...) Para ellos es lo que encuentran en la televisión, o sea, lo que el espectador necesite encontrar en sus momentos de ocio o de evasión de la realidad.

¿Qué tan atinado es que se hagan versiones de países en los que tal vez no sabemos si la realidad de un mexicano y un turco sean similares? Los turcos hicieron algo muy interesante: primero compraban los contenidos del Canal 2 (de Televisa), las novelas del Canal 2, y las hacían en turco hasta que, seguramente, un día se cansaron y dijeron ‘para qué se las compramos, mejor hacemos las nuestras’. Y hacen exactamente el mismo formato, incluso hasta en la forma estética. Todas las mujeres son guapas, todos los hombres son guapos. Crean historias muy parecidas en una forma más moralmente correcta: no hay cama, no hay desnudos, nunca hay malas palabras.

¿Se vale copiar los contenidos de ficción para la televisión? En el mundo del entretenimiento está bien comprar contenidos y rehacerlos, no me gusta cuando veo algo que está subtitulado en una telenovela o algo que está doblado, porque me parece que se pierde el elemento de realidad.

“Yo te hablo de cuatro millones de personas que todavía ven telenovelas todos los días, es mucha gente la que todavía ve telenovelas mexicanas en México, que se empatan con los personajes porque no hablan como ellos o los problemas que cuentan son los de ellos, son los de alguien más. Las telenovelas más favorecidas por el público tienen que ver con las que reflejan lo que está viviendo ese público”.

¿Esto le da un indicador sobre cómo la sociedad mexicana está cambiando el consumo de historias? Sin duda, y por eso yo te decía que es evolución. Creo que, si la televisión tocó un punto muy bajo en 2014 y 2015 y hoy evolucionó, no ha llegado a un tope porque le falta mucho por investigar y por hacer. No podría decirte que las telenovelas mexicanas están en un punto maravilloso para nada, pero a lo mejor si siguen en ese camino encontrarán una mejor identificación del público, encontrarán más empatía y a la larga a lo mejor propiciará una reflexión más sana para el grupo social que las ve.

Hablo de cuatro millones de personas que todavía ven telenovelas todos los días, es mucha gente la que todavía ve telenovelas mexicanas en México, que se empatan con los personajes porque no hablan como ellos o los problemas que cuentan son los de ellos, son los de alguien más. Las telenovelas más favorecidas por el público tienen que ver con las que reflejan lo que está viviendo ese público.