El día de ayer terminó la “Semana Santa” y la mayoría de las entidades federativas, incluyendo el Distrito Federal, se encuentra en semáforos “naranja” aunque en algunos lugares las personas se dejaron ver con la naturalidad del “verde”.
Sin duda, el cubreboca es lo único, junto con la prudencia y la autogobernabilidad, que nos podrá salvar de una tercera y cuarta ola de contagio del COVID-19.
He de decir que tuve la experiencia de viajar vía aérea por primera vez en la pandemia. El cuestionario de “viaja seguro” y los filtros de control (medición de temperatura, uso de antibacterial y cubreboca) no sé si sean suficientes, pero al menos sí son necesarios para la prevención y el seguimiento de un posible contagio.
Dentro del avión nadie deja de usar el cubreboca, salvo el momento de la toma del refrigerio, aunque desconozco el proceso de sanitización entre vuelo y vuelo ya que el “abordaje” es inmediato a la llegada.
De forma y fondo, considero que regresar a lo básico como lo he dicho en muchas ocasiones es lo que nos va a salvar, guardar la distancia (2 metros de preferencia), lavar las manos, el uso de cubreboca (si es doble es 95% más efectivo) y el uso del gel antibacterial. Con ello, más las vacunas - cuando sea que le toquen a cada quien - , nos permitirán tener menos riesgos y salvar vidas. No bajemos la guardia, para estar cada día mejor y recuperar las actividades que nos permitan regresar poco a poco a la normalidad previa a la pandemia.