Después de la consulta para la revocación y con una sucesión presidencial adelantada, ¿percibes que se profundizará la polarización?
—Desafortunadamente yo creo que sí, de aquí al 2024 veo muy poca posibilidad de que haya un diálogo de respeto y de comprensión de las diversas maneras de ver el mundo y de trabajar juntos.
¿Cuáles son los riesgos de no frenar la polarización?
—Lo más grave es que estamos perdiendo tiempo para encontrar las soluciones que el país necesita. En la polarización no hay lugar para construir acuerdos y se pierde el tiempo.
¿Ves personajes, organizaciones o iniciativas que busquen la cohesión?
—Yo creo que hay muchas, los espacios académicos y de la sociedad civil son espacios muy plurales, incluyentes, de respeto a las opiniones diferentes, lo mismo que las universidades, pero hoy no tienen cabida porque de ningún lado son tomadas en cuenta.
¿Identificas moderados en Morena o en la oposición que quieran comenzar a tender puentes?
—Yo creo que hay moderados en todos lados, en todos los partidos de oposición o en el gobierno, pero desafortunadamente en momentos de crispación los moderados son malinterpretados como desleales, como débiles o que están concediendo ante los oponentes, y entonces muchas veces ni siquiera externan su opinión, prefieren no ocupar el espacio a tener que convencer a los suyos de lo que están buscando es algo bueno, más allá del partido, para el país, y ocurre en todos los partidos. Esas voces que sí están ahí han perdido espacios ante la dificultad de hacerse escuchar.
¿En algún lugar ves la fórmula para resolver la polarización mexicana?
—Yo creo que hay que voltear a ver a Europa, donde ante los populismos de izquierda y de derecha, y ahora con el conflicto ucraniano más todavía, en los últimos dos años la socialdemocracia en Alemania, Italia, Holanda, ha vuelto al poder porque tiene una propuesta de moderación, de un Estado más eficiente, de un capitalismo más acotado, de atender los problemas de la iniquidad, sustentabilidad, la equidad de género, pero desde propuestas menos ideológicas y más pragmáticas que buscan resultados que la polarización no ha logrado.
“Y yo creo que es un ejemplo concreto de lo que está pasando en otros lugares del mundo, donde la socialdemocracia ha regresado al poder buscando justamente esa moderación, buscando ese equilibrio entre un Estado fuerte y una economía de libre competencia; estos dos conceptos no tienen que ser proyectos que se anulen uno al otro. Un Estado fuerte tiene que promover la libre competencia y regularla.
“Hoy estamos viendo, por primera vez, una regulación importante de las plataformas digitales en Europa, contra Amazon, Facebook, Google, etc. Yo creo que ese es el ejemplo que hay que seguir, de un Estado que vela por los intereses de los ciudadanos, lo hace de manera eficaz, pero promueve una actividad económica de libre competencia.
¿La reconciliación pasa, entonces, por regular a las redes sociales?
—Los algoritmos que Twitter, Facebook o Instagram han utilizado durante los últimos 10 o 12 años para maximizar el intercambio de información han exacerbado la polarización, así están diseñados, así hacen más dinero. Está la frase emblemática de Mark Zuckerberg, de que ‘primero la compañía, después el país’, que ha sido la máxima regla en la industria y eso hay que terminarlo.
Pero, ¿no se contrapone con la libertad de expresión?
—Cada vez avanza más el consenso de que hay que regular esa industria y si hay que perder cierta velocidad en la innovación, no importa. La verdad en las noticias, la verdad en la información, la libertad de expresión es un bien público que el Estado tiene que velar.
¿El ciudadano en el centro?
—El gobierno ciudadano es una de las columnas que le faltan a la democracia mexicana. El Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial ya no son suficientes, hay que evolucionar ese sistema democrático para que la ciudadanía sea parte de ese sistema, en el ejercicio del poder.