Navidad 2021, ¿qué podemos hacer por el prójimo?

25 de Abril de 2024

Simón Vargas
Simón Vargas

Navidad 2021, ¿qué podemos hacer por el prójimo?

simon vargas

“La Navidad suele ser una fiesta ruidosa: nos vendría bien estar un poco en silencio, para oír la voz del Amor”. Papa Francisco

Llegando diciembre el ambiente cambia, el frío paradójicamente nos acerca al amor y a la calidez familiar, los muchos problemas comienzan a perder un poco la intensidad; el miedo, la ansiedad y el rencor emprenden la retirada para dejar paso al amor, la solidaridad y la compresión.

Es probable que, frente a cuestiones difíciles como el incremento del encono y el estrés social, el alza en números de secuestros y homicidios o el aumento de la violencia familiar y los feminicidios; a lo cual además habría que anexar la hambruna, los conflictos bélicos y la trata de personas, solo por enlistar algunos de los problemas más difíciles actuales; Navidad y las fechas de compartir nos parezcan sobrevaloradas, sujetadas a clichés innecesarios o que incluso nos neguemos a festejar con la familia porque la sensación de cansancio es más fuerte, pero creo que es precisamente ante las dificultades cuando la verdadera valentía y el espíritu de amor al prójimo deben aparecer con más fuerza.

Hoy, no solo por la crisis sanitaria que parece no tener fin, sino por las muchas condiciones adversas que se han presentado a nivel mundial, es que esta celebración no debe enfocarse solamente en los regalos o la comida, por contrario, debe llamarnos a la solidaridad, la bondad y la humildad, pero sobre todo debe ser un tiempo para renovar nuestra fe en Dios, para en lugar de solicitar su ayuda, nos preguntemos: ¿Qué puedo hacer por Él y por mi prójimo?

La pregunta debe llevar implícito un análisis minucioso, contribuir con el mensaje de Jesucristo, no solo es decirse un buen cristiano, asistir consecutivamente a los oficios religiosos o brindar apoyo económico a la asociación religiosa correspondiente, que, aunque si bien son elementos necesarios, también es imprescindible, preguntarnos, ¿qué hago para alentar y ayudar a quién me lo necesita? ¿He lastimado consciente y deliberadamente a alguien? ¿He brindado auxilio al que no tiene para comer, a quien se ha quedado sin techo? o, aunque quizá en el fondo no lo he notado ¿solo he sido indiferente ante ellos?

Es por lo anterior que la Navidad debe transformarse en un momento importante para la reflexión y la autoevaluación, para alimentar el espíritu y fijar nuevas metas, pero, sobre todo, para recordar que el nacimiento de Jesucristo nos guía a recordar la empatía y el amor al prójimo, no olvidemos lo citado en el Evangelio de Mateo “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”.

Es hora de cambiar el enfoque al percibir el dolor ajeno, de no ser indiferentes, de transformar nuestros esquemas, de reencontrarnos con esa versión de nosotros que de niños o adolescentes anhelábamos ser, pero también de que, aunque el dinero y las cosas materiales son importantes, es mucho más significativo escucharnos con amor y paciencia para cambiar aquello que en el fondo sabemos necesario hacer.

Se ha convertido casi en una tradición para mí, durante estas fechas, sentarme a escribir sobre esta sensible e importante celebración, y es que la Navidad, personalmente, se ha traducido en un momento para reflexionar e incluso probablemente, por momentos reprenderme por aquellas acciones egoístas, equivocadas o que dañaron a personas a mi alrededor.

Este año, tal vez, al igual que el pasado la celebración sea distinta, extrañaremos a muchos, y agradeceremos la presencia y amor que otros nos han prodigado a lo largo del tiempo. No puedo negar que estas fechas, a muchos, nos conmueven de manera casi incomprensible; para otros quizá es solo un mes más.

La llegada de Jesús revolucionó su época y trascendió el tiempo, sus parábolas, la manera en que actuó con sus discípulos y con la gente que lo acompañaba, sus palabras de consuelo y aliento así como la mirada cálida con que trato a todos sus seres queridos, hoy continúan presentes en la inocente sonrisa y anhelo de niñas y niños, en las convicciones férreas contra las injusticias, en los consejos de abuelos, en el abrazo sincero de un amigo o de nuestra pareja, en las expresiones de cariño de amigos; solo tenemos que detenernos a prestar atención al mensaje de Dios a través de la vida cotidiana.

¡Feliz Navidad!