No es un rumor, tampoco es una tendencia, pero es una realidad: dos personas, totalmente ajenas una de otra, en diferentes campos de especialización —una es doctor y atiende Covid, por cierto—, mandaron mensajes a sus conocidos señalando que tuvieran precaución con las vacunas que están poniendo en la Ciudad de México.
No porque fueran malas, sino porque no les habían generado anticuerpos, lo que las hacía sospechar que quizás el líquido podría no haber sido el que dicen que era, sino agua o un placebo, o como sucedió ya en algunos estados con militares, que instruyeron que para que alcanzaran las dosis, les aplicaran menos cantidad de la indicada para la vacuna.