La abundancia

18 de Abril de 2024

Diana Loyola

La abundancia

oaxaca13

EJECENTRAL

Junto a mi computadora, tengo una taza de té descansando sobre una servilleta bordada por manos chiapanecas, el dibujo se conforma por un par de pavorreales (uno frente al otro) con una flor entre ellos, un diseño tan sencillo como hermoso. El hilo que perfila a las aves con su flor, tramado entre la tela hecha en telar de cintura, es de un color naranja que pretende ser dorado, ese tono que remite a los atardeceres espectaculares del verano. Pienso ¡Cuánta riqueza!, e imagino esas manos habilidosas en pleno movimiento haciendo magia, creando belleza a partir de insulsas hebras.

Recuerdo las fresas que compré esta mañana en un mercado pletórico de colores, aromas y texturas; rojas, brillantes, turgentes, un regalo a la vista, al tacto, una caricia para el olfato y una experiencia en el paladar, las más dulces que comí en toda la temporada. Evoco la exuberancia de su sabor explotando en mi boca, la efímera felicidad que guardó ese jugoso momento y que me invade ahora, al rememorarlas. Las risas de mis hijos que siguieron a comerlas. Todo es un derroche.

Ver a mi bebé de dos años jugar incansable con las cajas de sus regalos más que con los juguetes en sí; descubrir al de siete brincando de emoción por sacar muñequito en la rosca; admirar a mi adolescente porque disfruta el proceso de aprender, el regocijo de mi oficio … Todo esto me hace entender la abundancia de manera muy amorosa, una abundancia que está más allá de lo material, que vibra en la frecuencia del gozo y la generosidad. No me resisto, si bien todo lo contrario, me dejo invadir. Me gusta tomarme unos minutos, detenerme y observar cosas como éstas, todos los días hay varias, constantemente el universo es espléndido y nos regala con profusión. ¡No me lo quiero perder!.

La abundancia es como el mar, y podemos ir con una cubeta de cualquier tamaño a tomar de sus aguas, o poner una pipa que nos provea todo el tiempo. Es una correspondencia que fluye, o que debería fluir, entre lo que queremos y lo que tenemos. Si lo queremos y podemos tenerlo somos abundantes, no importa de qué se trate. Los obstáculos para ser prósperos nos los ponemos nosotros, nuestro aprendizaje y nuestra relación inconsciente con el tener o el merecer. Más allá de seguir las siete llaves de la abundancia o los seis pasos para atraerla, creo que lo que a mí me ha sido más útil es abrir los ojos, estar más consciente y mirar el raudal de cosas simples y hermosas que se despliega todos los días, la saciedad con la que son cubiertas mis necesidades, la riqueza de mis experiencias, la fortuna de mis vínculos. Sí, sin pena puedo afirmar que soy una persona abundante, como también abundantes son mis ganas de compartir.

Deseo que este comienzo de año podamos conectarnos con todo aquello que nuestra alma necesite y seamos capaces de ordenar nuestra relación con lo material y lo no material, a manera de sentirnos plenos y opulentos (en el sentido más luminoso del término).

¡Hasta la próxima! @didiloyola