La cara sin voz

16 de Abril de 2024

Alicia Alarcón

La cara sin voz

Los infortunados hechos de 1994 ocurrieron en cadena. Se movieron los cimientos una base política que empezaba a fracturarse y anunciaba una debacle que se concretaría seis años después. La aparición de un líder mediático como el Sub Marcos y su movimiento que en un principio produjeron simpatía en la sociedad. Los asesinatos de figuras relevantes del ámbito político y religioso y el cierre terrible del año con una crisis económica que nos hizo perder el piso. Si hubiéramos sabido lo que en este momento sabemos (y ejercemos hoy con las redes sociales e internet), hubiéramos detectado que existía una crisis mediática que aunque repercutió en la opinión pública, no tenía más eco que algunos inconformes en las calles y algunas acaloradas pláticas de sobremesa.

Salinas de Gortari fue el gran operador mediático, antes y durante su sexenio. Puede usted juzgarlo como sea: ladrón, mentiroso, vendepatrias o ser su fan. Sin embargo, no hay que perder de vista que la imagen de Mexico en el extranjero, tenía una marca y vendía. Reforzaba la institución presidencial y tenía una disciplina del mensaje que pocos presidentes antes que el (como Alemán) han tenido. Daba fuerza al mensaje interno que lo mantuvo en el afecto de los inversionistas y empresarios, y que solamente logró perderse hacia el final de su período ante el “annus horribilis” que vivía el país. Como Aspe y su infortunado “la pobreza es un mito genial” que solo hoy se compara mesiánicamente con Cordero y sus seis mil pesos o los ajustes de Videgaray cada dos días al indice de crecimiento del país.

Parte del éxito de Salinas en el sexenio, fue la adecuada estrategia de comunicación política. Como lo dice en varias entrevistas, se sabía del levantamiento del EZLN y reforzó los programas sociales, formó una comisión pacificadora que de paso le quito al aspirante incómodo y tuvo una acción militar que nulificó el impacto mediático de Marcos. Pareciera que todo se redujo a una guerra mediática entre dos personajes con gran peso e inteligencia para manejar audiencias.

Aunque varios han tratado de replicar el éxito del modelo salinista de comunicación social, como por ejemplo López Obrador y su estilo evangelizador-reaccionario, Fox con su estatus de rockstar liberador de la dictadura priista o Calderón aplicando la fuerza del estado en un afán legitimador, no han podido lograrlo. Salinas tenía en las manos todas las fichas para poder operar de manera efectiva, replicando formas mediáticas de gobiernos estadounidenses o tendencias económicas más liberales. El nivel de atención hacia los medios, sus estructuras, su atención directa los dueños del dinero, el no tomar en cuenta a la oposición para no darles vuelo (“Ni los veo ni los oigo) y sobre todo, la implementación de programas sociales, útiles o no, que antes no existían de atención a la ciudadanía (el programa Solidaridad por ejemplo), eran formas que replicaban en la audiencia de forma profunda. Que a pesar de no creer totalmente, escuchaban con atención. Otros tiempos más efectivos, sin idealizar la situación.

Hoy el panorama es totalmente diferente. Si hacemos un recuento del “annus horribilis” del gobierno peñista, quizás todos los hechos del año no hubieran sido tan relevantes si no se contara hoy con la herramienta de la inmediatez de la red, una audiencia que antes no replicaba y hoy tiene la capacidad de mentarle la madre al presidente -aunque sea por escrito- y contagiar a otros del recelo contra el gobierno. Pero tampoco todo esto sirve, si no hubiera una cantidad enorme de errores por parte del gobierno en la forma de comunicarse y sobre todo, de ceder ante la opinión pública. No me malinterprete. Le explico. Una decisión tomada de botepronto, basado en la opinión de la gente o las tendencias de las redes sociales, solo deriva en ser una mala decisión. Sin embargo, tardarse en responder también lo es. Lo que vemos no es solo una serie de hechos desafortunados. Es una debacle de un gobierno que empezó fuerte en comunicación, que no se involucraba en debates y provocaciones inútiles, que firmaba sus compromisos en público. Lo que la gente ve, son frases desafortunadas que calan, conferencias de prensa improvisadas en hangares que los hace ver novatos, entrevistas medio banqueteras cuando el presidente siempre ha sido inaccesible, señoras poco empáticas que regañan en cadena nacional, niñas que salen corriendo de los reclamos de la gente mientras contestan de forma prepotente, secretarios de gobierno que no dan una, ni dos; manifestaciones que exponen que la autoridad es incompetente, corrupta e insensible en el trato de masas, voceros que no saben de vocería y ceden ante el primer esquinazo de una periodista con experiencia en arrinconar.

Error tras error, que solamente se quedan en la audiencia en forma de insensibilidad, apatía e incapacidad gubernamental.

Hay tiempo para corregir el camino. Un gobierno no puede pasar “como que se acerca” a la gente y hace totalmente caso del vox populi. Un gobierno que se promueva como “movilizador del cambio” no puede amenazar, ni regañar y mucho menos evidenciar la falta de narrativa cuando un pacto nacional termina de dar tema para hablar y debatir. Hay formas, y en la forma, está el fondo.

Punto Extrafino: Valgan estas letras para felicitar por su nominación al Reel Latino, prestigiado premio creado por la revista Campaigns and Elections, a notabilísimos comunicadores políticos, que bien podrían darle una asesorada a cualquiera que ande perdido: José Adolfo Ibinarriaga, Roberto Trad, Senador Jorge Lavalle y Oscar Sandoval Sáenz. Ellos si saben como hacer la diferencia.