Las encuestas presidenciales (a dos años de la elección)

19 de Abril de 2024

Lorena Becerra

Las encuestas presidenciales (a dos años de la elección)

lorenabecerra

@lorena_becerra

Las encuestas preelectorales publicadas en las últimas semanas de 2015 abrieron la puerta a diversas especulaciones y maniobras políticas. Margarita Zavala aceleró sus eventos de recaudación y endureció sus críticas al gobierno. López Obrador descalificó las cifras al no serle particularmente favorables. Y en el tricolor se observó un llamado a cerrar filas para permanecer en el poder. Sin embargo, las encuestas realizadas a dos años de la contienda obligan a reflexionar sobre la siguiente pregunta: ¿qué nos dicen estas mediciones sobre la viabilidad de los candidatos (y sus partidos) en este momento del proceso electoral?

Salvo por Enrique Peña Nieto, ninguno de los punteros medido por las encuestas a estas alturas de la contienda ha resultado victorioso en el proceso final en nuestro país. Incluso Peña Nieto no fue electo, ni de cerca, con los dos puntos de margen de victoria que muchos encuestadores vaticinaban. De hecho, las encuestas levantadas con tal nivel de anticipación difícilmente se han acercado al resultado final, ni en los candidatos postulados, ni en el ganador.

En 1997, la pugna panista estaba entre Diego Fernández de Cevallos y Vicente Fox, aunque en esa elección la mayoría de las encuestas pronosticaban el triunfo del tricolor. Asimismo, había muy pocas expectativas de que, de haber alternancia, ésta pudiera darse con un partido de derecha en lugar de vía la izquierda con Cuauhtémoc Cárdenas. En 2003, Martha Sahagún y Santiago Creel eran los candidatos que más sonaban para suceder a Fox; López Obrador era el puntero con más de diez puntos de ventaja; y Felipe Calderón no alcanzaba más de un dígito en las preferencias. Para 2009, aunque ya se anticipaba un triunfo del PRI, Josefina Vázquez Mota no figuraba en las encuestas y nadie pronosticaba una derrota del albiazul con un vergonzoso tercer lugar a nivel nacional. Tampoco se auguraba un crecimiento como el exhibido al final por López Obrador.

Actualmente el debate principal se centra en dos vertientes. Por un lado, si el PRI será derrotado en las próximas elecciones presidenciales. Por otro lado, quién sería el candidato que pudiera imponerse sobre el tricolor, ya sea dentro de las opciones partidistas o entre las posibles candidaturas independientes. Esto resulta en diversos análisis sobre el potencial que puede aún alcanzar López Obrador, las posibilidades de un personaje como El Bronco, o incluso si ya es tiempo de que una mujer gobierne a nivel nacional.

No obstante, una buena parte de lo que las encuestas en estos momentos están midiendo es una mezcla del reconocimiento de nombre de los candidatos y la cobertura que éstos logran en los medios. Salvo por López Obrador – que ya cuenta con un nivel de reconocimiento de nombre de más de 90% - la mayoría del resto de los candidatos tienen posibilidades de crecer en los careos a medida que aumentan sus niveles de conocimiento y recordación en la opinión pública. También cambiará la composición de las cifras conforme inicien las campañas y nos acerquemos más a la fecha de la elección.

El problema con enfocarnos en las encuestas como una carrera inter partidista en este momento es que se pierde una parte importante del proceso electoral: el contraste en imagen, discurso, posicionamiento y desempeño en campaña entre los candidatos de un mismo partido. Nos enfocamos, en cambio, netamente en las perspectivas electorales de cada candidato en 2018 medidas a través de careos presidenciales que actualmente no nos dan un panorama completo.

Así, Margarita Zavala bien puede ser la candidata asociada al PAN que podría enfrentarse al PRI con algunas posibilidades de sobrevivir en 2018. Pero ¿es la candidata panista que mejor puede apelar a las bases de éste partido? ¿Qué significa para el PAN postular a la ex primera dama y no a un militante que haya ocupado un cargo de elección popular, haya gobernado previamente un estado, o pudiera tener un mejor desempeño de aquí a un año que Zavala? ¿Le permitiría al albiazul alcanzar nuevas bases de apoyo o esto sería a costa de perder a sus electores tradicionales?

De igual forma, la izquierda enfrenta un fuerte dilema en donde el PRD se juega su supervivencia. ¿Es importante que la izquierda cuente con un candidato que pueda unirla? ¿Es López Obrador la mejor opción para unir a la izquierda o es necesario un candidato que no sea antisistema y también apele a los votantes de esta corriente ideológica? ¿Existe otro candidato que pudiera ser favorecido por los electores de Morena que no sea el político tabasqueño?

Dentro del tricolor podemos pensar en la pugna entre los candidatos que pudieran provenir del gabinete y aquellos más bien apoyados por el partido. Ante los niveles de desaprobación de Enrique Peña Nieto, ¿le conviene al PRI mantener una sana distancia respecto al mandatario para ganar en 2018 o debe basar su principal apuesta en la fragmentación de la oposición? ¿Puede ser un candidato del Partido Verde una opción más fuerte?

Los candidatos que, hoy por hoy, parecen ser los más viables, en los próximos dos años pueden pasar al olvido como hemos visto suceder una y otra vez. Así, los partidos se enriquecerían de un proceso de selección que no sólo se base en la proyección a 2018 de los careos hoy en día, sino en el desempeño que tengan sus candidatos al interior de cada partido. Esto se hace aún más palpable ante la creciente fragmentación en el sistema de partidos y el surgimiento de la nueva dimensión antisistema.