Libros feos

20 de Abril de 2024

Luis Alfredo Pérez

Libros feos

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En una época donde las editoriales ven tantas amenazas fuera ––series de televisión, redes sociales, YouTube, capacidad de atención de cinco minutos–– sorprende que no se den cuenta de que con mucha frecuencia la manera en la que presentan su “producto” parece diseñada para espantar a los lectores.

Hablemos de costumbres nefastas en la industria editorial española y latinoamericana.

La primera tiene qué ver con las portadas. La mayoría de los libros en español no sólo tienen portadas malas, sino terribles. Como si Instagram, Tumblr y Pinterest no hubieran confirmado que a la gente la seducen las imágenes interesantes y las ilustraciones creativas, hay editoriales que se sienten satisfechas usando sólo letras o fotografías genéricas. Otras todavía “engalanan” sus portadas con dibujos a lápiz, estilo años setenta y con calidad del tipo estudiante de ingeniería. Otras han quedado ancladas en un pasado con errores trágicos: decidieron que todas sus portadas tendrían el mismo formato y se mantienen tercas, aunque suponga desperdiciar sin más buena parte del espacio disponible.

Es curioso. Nuestro mundo está inundado de conversaciones sobre belleza, arquitectura y diseño; valoramos los museos, celebramos las líneas de nuestro smartphone, festejamos los edificios innovadores. Sin embargo, con la notoria excepción de tres o cuatro, las editoriales latinoamericanas y españolas despachan con portadas feas y sin chiste textos que anuncian llenos de creatividad y placer estético e intelectual.

Hay varias razones por las cuales la industria editorial anglosajona es la más potente del mundo. Una de ellas tiene que ver con que las editoriales ven la publicación de libros no sólo como un acto de cultura sino como un negocio –– sin que nadie se rasgue las vestiduras. Otra es que se piensa en el libro como un objeto que puede ser bello. Resulta fascinante ver los recuentos de las mejores portadas cada año: todas tienen en común creatividad e imaginación; algunas son inventivas, otras sorprendentes, todas bellas. Un pequeño placer por sí mismas.

Y todas dicen: Esto fue hecho por un artista talentoso que se dedica a diseñar portadas. No por un becario. No por un achichincle. No por un improvisado.

Giremos el libro y miremos ahora la contraportada. Las sinopsis son un desastre. En mi recuerdo, un buen ejemplo de su pecado más común ––a partir del cual nunca más leí contraportadas–– fue la sinopsis de la edición en español de Ámsterdam, la novela con la que Ian McEwan ganó el Booker en 1998. Seguramente McEwan pasó meses ideando la trama para que desvelara sus secretos poco a poco, para enganchar al lector y después descolocarlo. Pero un párrafo le bastó a la editorial para informar el nombre de la mujer que moría, los personajes que coincidían en su entierro, nombres, profesiones y adjetivos incluidos, su relación con ella, su relación entre ellos, y una elemento clave en la trama –– que en la novela se revela después de la mitad del relato y que debería tomar al lector desprevenido.

Imposible no preguntarse qué le parece a los escritores que sus propias editoriales les den una cuchillada por la espalda.

La tercera práctica nefasta que voy a mencionar sólo la he encontrado en México.

Dicen que a los jugadores de billar les basta con mirar la manera en la que una persona coge el taco para saber si es bueno o no. Con los libros sucede algo semejante. A cualquier lector le basta leer unas páginas para saber si el tema del libro le interesa; y a un lector con experiencia le bastan las primeras dos o tres páginas no para saber si un libro es bueno, pero sí para saber si es malo: para darse cuenta de si el autor sabe lo que está haciendo con las palabras, si no abusa de los adjetivos, si sabe describir, si construye bien las escenas, si el tono del relato es relevante.

Pero en México, ¿lo ha notado?, los libros nuevos están forrados en plástico. Como si los editoriales desearan que el lector los compre a ciegas –– y a pesar de sus portadas.

Twitter: @luisalfredops www.librosllamanlibros.com