Lighthizer, el alfil que negociará el TLCAN

19 de Abril de 2024

Lighthizer, el alfil que negociará el TLCAN

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Le gusta tener la última palabra y el libre comercio no es parte de su ideología

Se forjó una reputación como asesor experto en el Senado y estratega. Su habilidad como negociador es nata. Le gusta tener la última palabra, el libre comercio no es parte de su ideología y su paciencia es limitada ante procesos largos.

franciscopazos@ejecentral.com.mx

La negociación que a principios de la década de 1980 se diseñó para salvar a la industria del acero estadunidense de la quiebra fue la primera ocasión en que Robert Lighthizer tuvo trato con representantes mexicanos.

El libre comercio no forma parte de su ideología. Menos los acuerdos comerciales que, desde su perspectiva, han restado competitividad a la cadena comercial y que han arrancado trabajos en la Unión Americana para llevarlos a otros países. Ahora es el representante Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés), el personaje con el que deberá negociar México.

La primera misión de Lighthizer, según el presidente Donald Trump, es terminar con el “desastre” que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha dejado a la economía y a los trabajadores estadunidenses. Tendrá que llevar el acuerdo a un nuevo nivel. Se sentará frente a un tablero en el que se jugará la partida decisiva para el futuro del acuerdo comercial, y en el que las piezas y los invitados ya tienen nombre y apellido. Estados Unidos ya movió sus fichas, al confirmar a su representante, el 11 de mayo, y al formalizar al Congreso su intención de renegociar el tratado, el 18 de ese mismo mes.

Forjando su temple

La depresión económica que el mercado estadunidense arrastraba desde la década de 1970 amenazaba la viabilidad de la industria acerera que se veía apabullada por el acero más barato que era importado hacia Estados Unidos.

Para 1982, las ocho principales empresas siderúrgicas en ese país habían despedido a más de 150 mil obreros y cerrado un número considerable de fundidoras. Con un riesgo latente de que la crisis del acero se contagiara al resto de la cadena manufacturera estadunidense sin remedio, el entonces presidente Ronald Reagan decidió proteger al mercado doméstico.

Se planteó una negociación para convencer a Japón, Corea del Sur, Reino Unido y a México de que voluntariamente redujeran sus exportaciones de acero de 25 a 18.5 % en los siguientes cinco años. El plan tenía como cabeza a Bill Brock, entonces representante Comercial del gobierno de Reagan.

Sin embargo, Brock, quien después sería nombrado secretario del Trabajo, debía reforzar la campaña de candidatos republicanos para el Congreso, según asentó The New York Times en una nota publicada por Susan F. Rasky, en septiembre de 1984.

Trato de ser amistoso en las negociaciones. No soy del tipo de negociador histriónico. El arte de la persuasión es saber en donde está el apalancamiento””

Comentó Lighthizer en la nota que Rasky publicó para el Times.

Con la cabeza del USTR ocupada en la campaña republicana, Robert Lighthizer, que había llegado al gobierno de Reagan en marzo de 1983 como representante Comercial adjunto, tuvo en sus manos la negociación y encabezó a un grupo en el que también participó el negociador veterano, Michael Smith, y Charles Blum, un especialista en política comercial sobre industria y energía.

La coyuntura electoral que alejó a Brock de su deber principal como titular de la oficina del USTR no pudo ser mejor para detonar la vertiginosa carrera de Lighthizer en Washington y ser el escenario idóneo para que desarrollara su instinto con el que apuesta a siempre a encabezar y llevar mano en el momento de la negociación, sin delegar responsabilidades.

Su carrera asociada al Partido Republicano destacó por una postura proteccionista a favor de la imposición de cuotas y de aranceles a las importaciones. Aunque Lighthizer ha participado en al menos 24 procesos internacionales relacionados con el libre comercio, su defensa siempre fue a favor de empresas estadunidenses que argumentaban prácticas desleales de otros países, principalmente en contra de la apertura comercial de China.

La tesis de su política comercial, quedó asentada en una editorial publicada el 9 de mayo de 2011 en el Washington Times. “Dada la actual crisis financiera y la creencia generalizada de que el siglo XXI pertenecerá a China, ¿es el libre comercio realmente lo que hace a los mercados más eficientes? ¿Está promoviendo nuestros valores y haciendo a América más fuerte?”

Cuestionó si el libre mercado fortalece a los enemigos de Estados Unidos y a países como China que “abusan del sistema”. “Si la potencial campaña de Trump obliga a un verdadero debate sobre esas cuestiones, habrá hecho un servicio al Partido Republicano y al país”, concluye en la editorial publicada cinco años antes de la campaña del actual presidente.

Su paciencia es limitada

Su dureza como negociador puede ser engañosa. Su estrategia, forjada en el Comité de Finanzas del Senado de Estados Unidos bajo la amistad y guía del exsenador republicano Robert Bob Dole, no busca imponer a sus interlocutores condiciones a priori, sino detectar sus puntos débiles.

“Trato de ser amistoso en las negociaciones. No soy del tipo de negociador histriónico. El arte de la persuasión es saber en donde está el apalancamiento”, comentó en la nota que Rasky publicó hace 32 años para el Times.

Su habilidad como negociador comercial es nata y gusta de las mesas de intercambio. Sin embargo, su paciencia es limitada ante procesos largos, “Lighthizer siempre tiene una última palabra”, dijo al describirlo John J. Salmon, quien conoció al USTR del presidente Trump en su paso por el Senado, cuando se desempeñó como abogado en jefe del Comité de Medios y Vías del Congreso.

Lighthizer se forjó una reputación como asesor experto en el Senado y como estratega capaz de dar respuestas rápidas a los problemas. Su carrera en Capitol Hill comenzó en 1978, después de haber trabajado como socio durante cinco años de la firma de abogados Covington & Burling.

Aunque su reputación sobrepasaba sus cargos, primero como Consejero de Minorías en Jefe y como Consejero Principal y Director del Staff del Comité de Finanzas del Senado después; la influencia de Lighthizer en las decisiones que se tomaban en dicho comité siempre encontró un ecosistema ideal en los pasillos y en la salas del Senado, en donde ejercía toda su capacidad negociadora.

“En última instancia, en una Comisión, en una Conferencia o en el Piso (del pleno), hay un puñado de manos y la mayoría gana. Eso es lo que fuerza el compromiso”, comentó sobre la labor en el órgano legislativo y agregó que, por el contrario, en una negociación con terceros, “a menos que exista un plazo establecido, nadie tiene incentivos para comprometerse”.

La última confirmación

La confirmación de Lighthizer como USTR cerró un largo camino de más de cinco meses para que el presidente Trump contara finalmente con su gabinete al 100 por ciento. El representante comercial de la administración, no sólo aportaría experiencia política al gabinete, sino que será un elemento fundamental para que el presidente arranque el proceso para renegociar el TLCAN, que fue una de sus promesas de campaña fundamentales.

El 11 de mayo pasado, el Comité de Finanzas del Senado aprobó su nominación con 82 votos a favor y 14 en contra, entre estos, el del senador por Arizona, John McCain, uno de sus adversarios históricos dentro del Partido Republicano.

Junto con McCain, 10 senadores demócratas, dos republicanos y el independiente Bernie Sanders, expresaron con Nays su rechazo. Lighthizer, al igual que muchos otros en el gabinete presidencial, está rodeado por la controversia de su pasado.

Al filo de la navaja

El trabajo que Lighthizer desempeñó a partir de 1985, cuando dejó la administración de Reagan, como abogado comercial y cabildero para decenas de empresas estadunidenses, a las que representó ante la Organización Mundial de Comercio y ante paneles binacionales relacionados al TLCAN, lo colocó en la lupa de los senadores.

Una de sus principales controversias ocurrió justo después de que dejó la oficina de la USTR en 1985, cuando defendió al gobierno de Brasil ante el Departamento de Comercio en una disputa por el comercio de etanol. En su carrera, hasta 1990, Lighthizer trabajó para otros cuatro gobiernos extranjeros en disputas comerciales.

Lo anterior no fue lo único que el Senado cuestionó al actual USTR, pues por sus actividades como cabildero no sólo podría violar la Ley de Registro de Agentes Extranjeros, sino la Ley de Divulgación de Lobbying, ambas por representar a gobiernos extranjeros y haber sido parte de la administración federal.

Pero el Senado no lo consideró así, y el presidente Trump ha dicho de su representante Comercial que “hará un trabajo estupendo para revertir las malas políticas comerciales que le han robado prosperidad a muchos estadunidenses”.