Los burros no saben de frenos (o sobre las campañas sucias)

16 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Los burros no saben de frenos (o sobre las campañas sucias)

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Compañeros legisladores, desde ésta tribuna y entre abucheos de algunos de ustedes que no se comportan como nuestra institución democrática lo requiere, les confirmo: las campañas electorales no están por comenzar. Se equivocan quienes así lo crean. Las campañas ya están funcionando desde hace meses, buscando reconfigurar las preferencias de la gente. Y algo han logrado, por absurdo que parezca.

El mejor ejemplo es que decenas de padres de familia y normalistas de Ayotzinapa, fueron a tratar de meterse a las instalaciones del 27 Batallón de Infantería, en Iguala, Guerrero. Sin permiso. Por que sí. Porque alguien les dijo que sus hijos podrían estar vivos y capturados ahí. Eso, señores, es campaña y es tema que sin duda, debe preocupar a esta legislatura. Porque es campaña de las más sucias de todas, que llevaron a gente poco preparada, a intentar traspasar las fronteras de una base del ejército. Y esos, no son tompiates, compañeros. Eso, es una provocación abierta y directa para buscar otro muertito en pro del movimiento para fortalecerlo y de paso, para mermar la legitimidad del ejército con el pueblo de México (sigue siendo la institución más respetada por los mexicanos, a quienes auxilian lo mismo en la guerra contra el narco, que durante terribles desastres naturales). Sí, fue una bravata para intentar además, dividir a nuestro ejército internamente, pues bien saben los que esto han planeado, que los militares son recelosos del respeto que se han ganado en décadas de arduo trabajo.

Yo, compañeros legisladores, no imagino una sola democracia consolidada que permita que ciudadanos se vayan a tratar de meter —por las malas y por la fuerza— a sus instalaciones y que no respondan los castrenses muy severamente. Aquí les fue bien, en serio. Heridos y golpeados, pero nada más que lamentar. Y todavía se victimizan: “Así nos recibieron estos hijos de la chingada. Sólo venimos a que nos dejaran entrar al cuartel para buscar a nuestros hijos”. Imaginen ustedes compañeros, que llegue alguien a su puerta y les diga que se hagan a un lado, que van a entrar a su casa a buscar a un niño porque ahí alguien les dijo que está escondido. ¿Verdad que no los dejarían?

Lo peor, compañeros, es que quien les diga “épale compañeros, con las bases del ejército no se juega”, es descalificado rápidamente por un grupo de contestones pagados: “no eres nadie para decirle a un padre dónde buscar a sus hijos”, me reclaman. Pues no, ciertamente no puedo juzgar su desesperación, su dolor, su incertidumbre, pero sí puedo pedirles que respeten la ley si quieren contar con mi apoyo como hasta ahora. Y espero, los conmino compañeros legisladores, a que ustedes les digan lo mismo.

Porque hasta en otros países que luego son enarbolados como ideales de algunas corrientes que calientan la protesta, les iría peor. Mucho peor que en México. Imaginen compañeros, a alguien que quiera írsele a meter a Raúl Castro al cuartel militar Columbia. Los fusilarían sin piedad. Igualmente les iría a quienes se quisieran colar al cuartel del Monkey Point de Daniel Ortega, en Nicaragua. Imaginen que quieran metérsele a Nicolás Maduro a buscar comida en el cuartel Mariano Montilla, en esta época de grande escases de Venezuela. Los cuelgan a todos del cogote, luego de ser declarados traidores a la patria. Por eso es importante mencionarlo: aquí, compañeros, no pasó eso. Pero que no sigan los luchadores provocando al tigre.

Sépase: hay una mano que mece la cuna y está buscando gobernar por las malas. Al estilo de que primero invitan al ingeniero a una marcha, luego ellos mismos lo jalonean, atacan y golpean por “traicionero”, y luego le tienden la mano y le dicen que si se une a ellos, nunca nadie lo volverá a agredir porque él, es una especie de padre espiritual. Funciona la estrategia, sin duda. Bien dice la teoría oriental que la influencia de un individuo puede parecer poca, hasta que se trata de dormir con un mosquito en la recámara. Por suerte, tenemos un General Secretario de la Defensa, que ha comprendido que si se le para un mosquito en los huevos, las cosas no se arreglan con un violento manotazo. Y por eso, cosa inaudita y de una apertura impresionante, abrirá las puertas del cuartel de Iguala a quienes quieran buscar ahí a los desaparecidos.

Lo que sigue es que haya quienes ahora digan que si los dejan entrar, es porque ya no los tienen ahí. Por eso, compañeros, sin importar partido, los invito a cerrar filas en torno a una de las instituciones más sólidas, que han sabido estar a la altura de los desafíos del país y contribuido a afianzar nuestro régimen.

Por eso, compañeros, les ruego: no se enfrasquen en esas campañas negras de puercas, recuerden que los burros no saben de frenos y México necesita de su conciencia.

Es cuanto, compañeros legisladores.