El 2018 culminará como el año con más muertes violentas en los últimos 20 años. Se espera que para el próximo 31 de diciembre en México se habrá superado la tasa de homicidios dolosos que en 2017 llegó a 20.51 por cada 100 mil habitantes, con un número total de 29 mil 139 víctimas, de acuerdo con cifras oficiales.
De continuar con el promedio mensual de más de 2 mil 700 homicidios intencionales que se registran de enero a septiembre de este año, al cierre de 2018 se habría superado la cifra de personas asesinadas en alrededor de 33 mil, con una tasa aproximada de 23 crímenes por cada 100 mil habitantes.
La ola de violencia se agudizó en las últimas dos administraciones. El número de estados que superaron la media nacional en la tasa de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes pasó de nueve en el primer año de gobierno del entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa, a 13 entidades para los años 2015 y 2017 de la administración de Enrique Peña Nieto.
La región norte del país —Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Sinaloa y Sonora— es la que tiene la mayor tasa de asesinatos.
Pero un análisis a partir de la división geográfica en cinco principales regiones que se hizo al inicio del gobierno saliente advierte que además del noroeste y gran parte de noreste, la zona del occidente, incluyendo estados como Colima, Guanajuato, Jalisco, Michoacán y Zacatecas; así como entidades del círculo centro del país, como Guerrero, Morelos y el estado de México presentan alarmantes focos de violencia.
Tal es la magnitud de la crisis, que en lo que va del actual sexenio tres entidades ya superan el número de asesinatos que se reportaron en 2017. Se trata del caso atípico de Quintana Roo, en la zona sureste, una de las regiones donde menos víctimas se acumulan en los últimos cuatro años, al sumar 16 mil 172 al finalizar septiembre del año en curso.
Y los estados de Guanajuato y Jalisco, ambos pertenecientes a la zona del occidente, donde la fragmentación de grupos delictivos y el fortalecimiento de organizaciones como el Cártel Jalisco Nueva Generación, se ha experimentado un embate violento por el control de actividades como la producción y trasiego de drogas y el robo y reventa clandestina de combustibles.
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