Las relaciones de Rusia y China con América Latina, incluido México, estarán en la mira de 17 agencias de seguridad, inteligencia, militares y de justicia de Estados Unidos, cuyo gobierno ha puesto todos los recursos a su alcance para identificar cualquier tipo de “influencia maligna” en la región.
El pasado 31 de octubre, el Congreso de Estados Unidos aprobó la “Ley de Autorización de Inteligencia para el año fiscal 2023”, que plantea un esquema global de inteligencia y contrainteligencia para garantizar la seguridad nacional del país, para un año que se prevé convulso, donde los regímenes de Rusia y China son vistos como amenazas potenciales.
Integrada por 89 artículos, organizados en siete capítulos, la ley incluye un apartado sobre “Materias relacionadas con los países extranjeros”, dentro del cual se estipula un “Informe sobre las actividades de China y Rusia dirigidas a América Latina, América y el Caribe”.
El artículo 615 señala “a más tardar 180 días después de la fecha de la promulgación de esta Ley, el director de Inteligencia Nacional, actuando a través del Consejo Nacional de Inteligencia, someterá a los comités de inteligencia del Congreso un informe sobre las actividades realizadas por China y Rusia en América Latina y el Caribe que pretenden aumentar su influencia en la región”.
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Para la vigilancia de esas actividades, el gobierno estadounidense contará con el apoyo de 17 dependencias, entre ellas la Oficina del director de Inteligencia Nacional, la Agencia Central de Inteligencia, el Departamento de Defensa, la Agencia de Inteligencia de Defensa, la Agencia de Seguridad Nacional, el Departamento del Ejército y el Departamento de la Marina.
También se contará con la colaboración de la Guardia Costera, los departamentos de Estado, de Hacienda, de Energía, de Justicia, así como la Oficina Federal de Investigaciones, la Administración de Control de Drogas, la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial y la Fuerza Espacial.
De acuerdo con la ley, el informe sobre América Latina deberá reportar campañas de influencia maligna extranjera por parte de China y Rusia; las inversiones financieras destinadas a aumentar la influencia china y rusa en la región, y los esfuerzos de Pekín y Moscú para expandir relaciones diplomáticas y vínculos militares.
La aprobación de la ley se da en un contexto de estrés geopolítico marcado por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y el enfrentamiento de los países de la OTAN contra Rusia por la invasión a Ucrania.
La legislación coincide con el ascenso de gobiernos de izquierda en América Latina, donde por primera vez las cinco mayores economías de la región (México, Brasil, Chile, Argentina y Colombia) serán gobernados por fuerzas progresistas.
En el caso de México, ha sido notable la ausencia de una condena clara hacia la invasión de Rusia a Ucrania, además de que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha manifestado tener una amistad con el jefe del Kremlin, Vladímir Putin.
Sobre el término “influencia maligna”, la ley la define como “cualquier esfuerzo hostil” emprendido por Rusia o China con el objetivo de influir en las condiciones políticas, militares o económicas de los países de la región o, incluso, en la opinión pública.
¿Qué deberá incluir el reporte?
En caso de detectar “influencia maligna extranjera”, el informe que elaboren las 17 agencias de Estados Unidos sobre las relaciones de América Latina con Rusia y China deberá incluir lo siguiente:
—Objetivos de dicha campaña.
—Temas y mensajes utilizados en dicha campaña.
—Escala y la naturaleza de la amenaza planteada.
—Efectos de tal amenaza sobre la seguridad nacional, intereses diplomáticos, militares o económicos de los Estados Unidos.
—Oportunidades para los jefes de inteligencia u otras entidades relevantes del gobierno de Estados Unidos para identificar, interrumpir o contrarrestar las campañas malignas.
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