Están pintadas

20 de Abril de 2024

Gabriela Sotomayor

Están pintadas

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Para el presidente Andrés Manuel López Obrador y para muchos hombres en México, las víctimas de feminicidio, desaparición, violación, acoso y otras vejaciones, no merecen más atención que una pintura de Francisco I. Madero.

Y la titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en lugar de ofrecer soluciones concretas a las madres de las víctimas que (hasta la redacción de este texto) ocupan su oficina, Rosario Piedra Ibarra hace mutis y las abandona. Qué lamentable.

Para colmo, el Presidente afirma que las madres de las víctimas que exigen justicia son “neoporfiristas y conservadoras”. Es indignante.

Así como fue a saludar a la madre del Chapo, con esa gentileza desbordada, podría ir a la CNDH a hablar con ellas, conocerlas, escucharlas, pero dudo que ellas quieran estrechar su mano.

El narcisismo galopante de AMLO no le permite ver que no se trata de él, ni de sus adversarios, ni de la 4T. Tampoco se exageran los hechos. Se trata de las vidas de mujeres y niñas que merecen justicia, reparación y garantías. ¿Acaso once feminicidios diarios es mucho exagerar?

No le gustan “las formas” de las ocupas de la CNDH, pero ellas están hartas de la deformidad del Estado, la impunidad y la cantidad de gritos atorados en la garganta reclamando por qué sus hijas no tuvieron el derecho de vivir tranquilas ni de caminar por la calle sin correr peligro de ser asesinadas,

violadas o denigradas.

El Estado es responsable de proteger el derecho a la vida de todas las mujeres, a pesar de “tener tatuajes por todas partes, de ir desnudas, en minifalda, de llevar escotes” y a pesar de decidir sobre su cuerpo lo que les venga en gana. AMLO les ha fallado.

Le molestó lo de la pintura de Madero pues quien “conoce la historia de este luchador social sabe que debemos guardarle respeto”. ¿Y si habla del respeto a la mujer y su derecho a vivir sin violencia?

“¿Por qué el Presidente se indigna por este cuadro, porque no se indignó cuando abusaron de mi hija?”, reclamaba a gritos Marcela Alemán madre de una niña víctima de violación. ¿Sus historias malogradas valen menos que las del prócer de la patria?

AMLO lejos de respetar a las mujeres las somete con su silencio, las insulta al cerrar refugios, las ofende sin hacer justicia y, para colmo, las abandona en manos de una Comisionada inútil e ignorante.

Los colectivos feministas exigen la renuncia de Piedra, al tiempo que colocan una manta con la leyenda: “Ocupa, Casa de Refugio. Ni Una Menos. México”. Es comprensible. Si el gobierno no ofrece refugio, habrá que buscarlo.

AMLO no se pronuncia por las niñas que son abusadas en la cuna, en su casa, en la escuela, ni por jóvenes asesinadas camino al trabajo o a la universidad. Los feminicidios no son parte de su discurso. Es impresentable.

Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para Derechos Humanos expresó gran preocupación por los feminicidios en México: “uno de los crímenes más graves de derechos humanos”.

Reconoció que no se pondrá fin a ese flagelo, ni a la impunidad, “hasta que la violencia realmente implique un costo. Se requieren medidas muy, muy fuertes en este sentido”.

Es clave que los líderes reconozcan que el feminicidio “es una realidad dramática”, remarcó Bachelet quien agregó que como presidenta chilena era pragmática pues ante un problema, más vale hacerse cargo “y ver cómo lo enfrentamos”. AMLO le da la vuelta a las víctimas.

“Somos tantas las que hemos vivido violencia que estamos hartas. ¡Queremos que nos vean!”, instó Yesenia Zamudio, madre de una joven asesinada.

El país se hunde en el machismo y en la violencia contra la mujer que es invisible para el poder. Para el Presidente las víctimas están pintadas. Le recordaremos sus rostros y sus nombres para que nunca se le olviden.